¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

“Epopeya del mencho correntino”, retrato de un hombre que se va

Por El Litoral

Sabado, 28 de julio de 2007 a las 21:00
Piñeyro habla, Brisighelli escucha. Ambos escribieron el libro que se presentó en homenaje al mencho correntino.
Enraizado al suelo correntino, emparentado con el campo que lo tuvo por protagonista, la figura del mencho merece desandar el camino de los imborrables y hacia su rescate viaja la investigación de dos talentosos exponentes de la literatura regional. En la sala “Valerio Bonastre” del Museo Histórico “Teniente de Gobernador Manuel Cabral de Melo y Alpoín”, se presentó el viernes a las 19.30, el libro “Epopeya del mencho correntino”, trabajo investigativo conjunto del profesor Enrique Antonio Piñeyro y del doctor Héctor “Toti” Brisighelli, correntino de cuna, residente en la ciudad de Rosario.
Un año llevó cubrir el seguimiento, desde la ruta inicial con la fundación de la Ciudad de Vera de las Siete Corrientes, hasta el presente que encuentra al hombre de campo, extraviado en la naturaleza que lo vio nacer y crecer.
El acto de apertura contó con las palabras del director de la casa, licenciado Fernando González Azcoaga, que además obsequió a los autores, dos ejemplares de sendos libros del poeta itateño radicado en Estados Unidos, Mariano Alfredo García.
Al caer la tarde, los amigos habían colmado el salón de la calle 9 de Julio y fue tarea de la escritora Moni Munilla realizar el juicio valorativo de la obra de Piñeyro y Brisighelli, unidos en un mismo objetivo: recordar, volver a pasar por el corazón, apoyados en la palabra nativa y remota de “Chuílo” y “Antoño”, puebleros de tierra adentro que no se resignan a prescindir de su condición de menchos a la que responden con orgullo bien adquirido.
Con diseño de tapa de Tito Piñeyro, fotografías originales de Edgar Piñeiro y referencias textuales de los que hacen la Patria entre humedales y sembradíos, el libro camina hacia el rescate de la memoria, de ese estar siendo y estar compartiendo que es la esencia guaraní y ante ella se persigna.
Quiso el profesor Piñeyro centrar la atención en el perfil del mencho y no del gaucho, remarcando en su decisión, que nadie como el mencho para defender la dignidad del trabajo. Comunicado con la platea de historiadores, escritores y músicos, Piñeyro habló y aseveró que de todos depende continuar con la reubicación del ava mencho correntino en la plantilla de las posiblidades concretas.
Es que ante la imposibilidad de la faena diaria cuyas labores manuales robó el progreso tecnológico, el peón golondrina vino a la ciudad en busca de “conchabo” y muchos, con un carrito recolector de cartones, aguardan la buenaventura de un progreso digno que los incluya como protagonistas.

Poesía y música
Es este el segundo libro que los autores escriben en paridad, convencidos de que es tal la concordancia que a 800 kilómetros de distancia y con unas pocas comunicaciones telefónicas, casi se confundían en poesía y prosa, con idéntico sentido.
Lo que siente y vive el mencho, desde su calidad de persona, lo dijo el poeta en versos, fijando un espacio además, para recordar a don Franklin Rúveda, de cuyo fallecimiento se cumplió 25 años el 17 de julio.
Cuando la voz se le hizo corta por la emoción, llegó el recitador “Quico Vallejos”, que irrumpió con “Sapucay”, una bonita creación de este médico que vive en Rosario pero que jamás se aleja del sendero primero que lo vuelve a Corrientes.
Historia, poesía y música, homenaje que a aplauso cerrado recibió a don Salvador Miqueri, dispuesto como siempre a la reunión de amigos que lo convoca con especial afecto.
Ayer viajó a Gobernador Virasoro porque la provincia reclama su presencia, pero antes participó con sus compañeros de “Trébol de Ases” del sencillo y cálido acto en el museo. Con versos lo presentó Quico, como se debe, comenzó a sonar el bandoneón y la guitarra de Alfredo Almeida, un apasionado intérprete que acompañó a don Tránsito, como carta de referencia. Para Salvador Miqueri, cantar es decir con el corazón abierto en cruz. “Imploración”, marcó del final del encuentro. Las felicitaciones para los protagonistas de la noche, fueron el epílogo de una exquisita velada. Recostado en el horcón de su nostalgia, el mencho escapó de las páginas del libro y alcanzó a musitar: “Johó che tiempos, hermano cuera”.

Últimas noticias

PUBLICIDAD