No es necesario agregarle apellido alguno, porque todo saben quién es “don Julio”. Es el “Chojulio” que popularizó Chaque. Es el hombre que, surgido desde su anónimo puesto de la militancia, llegó a la gobernación de la Provincia, fue amigo y consejero de Perón, y es parte inseparable de un pedazo grande de nuestra historia. Ayer murió don Julio Romero, quizás el último peronista de Perón, el que nunca aceptó aditamento alguno para sus convicciones: fue peronista políticamente puro en las buenas y en las malas, hasta su muerte, ayer.
Criticado, denostado, combatido, incomprendido, manejó el timón del gobierno provincial con la tosudez del campechano que clava la mirada en el horizonte y no la tuerce por más fuerte que soplen los vientos en contra.
Desde 1973 hasta el 24 de marzo de 1976 cuando cayó víctima del golpe militar, impuso una impronta diferente en la casa de Salta y Mayo, y su aparentemente opaca personalidad le dio otro ritmo a la acción de gobierno y la proyectó más allá, a la prisión que debió soportar, a los agravios que le lanzaron injustamente como se demostró después.
Nada de eso hizo mella en el espíritu curtido del paisano. Solo el paso de los años doblegaron su capacidad física, pero no sus convicciones ni su lucidez, reiterando recuerdos que lo enorgullecen, como su fidelidad a Juan Perón, sus charlas en cualquier parte del mundo, su compañía en el charter que trajo al líder desde Madrid a Buenos Aires.
“Yo viajaba una vez por mes a Madrid a verlo a Perón y a traer directivas, porque yo era su consejero. Fui su amigo. El abría las puertas a los íntimos, y yo merecía la confianza del General”, se ufanaba el viejo líder.
- Si Ud. tuviera que definir a Perón, ¿cómo lo haría?.
- Como el mejor patriota que he conocido. Fue un hombre que se sacrifiicó por la Patria y por mantener la independencia del pueblo argeetino. Por eso, cuando él hablaba de una Nación Socialmente Justa, Económicamente Libre y Políticamente Soberana, define su pensamiento y nosotros afirmamos que ese pensamiento lo puso en práctica y murió con esa convición”.
---------
Sus recuerdos más emocionados los reservaba siempre para la política grande de su arribo a la gobernación. “Cuando Perón llega de regreso al País me aconseja ser Senador Nacional. “Yo aquí lo voy a necesitar”, me dijo, y le respondí: “Sí, general, pero cada uno quiere su tierra y yo creo que le puedo ser útil como Gobernador. Me recordó que él perdió en Corriente en 1946 y “no quisiera que a Ud. le pase lo mismo”. Entonces le dije: “Yo quisiera probar. Si Ud, me permite yo quiero ser candidato a Gobernador. Va a ser la única manera de que el peronismo gane, no porque yo sea mejor que otro, sino por que ahora tenemos a Perón acá”....
- ¿Cómo le fue en lo político-económico durante su gestión como gobernador de Corrientes?, se le requirió en uno de los tantos reportajes a que fue sometido don Julio, difundidos ayer por Internet en Revista Arabe com.ar
- Cuando yo tomé la Gobernación de Corrientes, tenía una deuda de cinco años de atraso y ningún peso en caja. Cuando a nosotros nos echaron a los tres años, porque no llegamos a cumplir nuestro mandato, con la caída de Isabel Perón, caímos también los Gobernadores. Dejé el gobierno sin deudas y con mucho dinero en caja. Además, con un pueblo tranquilo a pesar de que vivíamos en época de guerrilla. Corrientes vivía en un estado de tranquilidad y de orden. Con esto quiero significar que con buen manejo y cuidado la unidad de acción con gran honestidad para que nadie pueda tocar un peso, es lograr los objetivos. Hay que hacer como los árabes: al que roba un peso., le cortan la mano.
-------
Así de simple fue este hombre de campo nacido en San Luís del Palmar que llegó a ser amigo y consejero de Perón, gobernador de Corrientes. El que decía “podemos meter la pata pero no la mano en la lata”. El que simplificaba la economía a las cuentas del almacén pueblerino donde todo se reduce a dos columnas: las del debe y las del haber.
Ayer, a los 95 años, dejó de existir, dejando el modelo que se sintetiza en su “peronismo de Perón”. Es decir, la lealtad.