Esta historia comenzó a escribirse a partir de una fotografía que mi amiga María Esther Rodríguez publicó en la red social Facebook. Mi curiosidad hizo el resto, sin imaginar que para conocer sobre la vida de Alfredo (58 años) y Pablo (60 años) Ayala Ortíz, debía viajar hasta el encantador pueblito de Luque, ubicado a pocos kilómetros de Asunción del Paraguay.
Según me informo, Luque fue la capital de la República en 1868, durante la guerra de la Triple Alianza y conservó su condición hasta su traspaso a Asunción, en ese mismo año. En ella se encuentra el Aeropuerto Internacional Silvio Pettirossi, principal aeropuerto del país y la sede y el hotel de la Confederación Sudamericana de Fútbol. Justamente estas imponentes edificaciones, contrastan con las viviendas que conservan su tipología lineal de la época colonial.
Se la llama la ciudad de la música y del oro por la gran cantidad de joyerías existentes y en la elaboración de las joyas, trabajan artesanos utilizando plata, oro, diamantes y filigranas. Grandes artistas que viajaron por el mundo, nacieron en Luque, como el requintista Efrén “Camba’ i” Echeverría. En la plaza principal “Mariscal López”, la fiesta comienza desde temprano, con las ferias que se arman ofreciendo una interesante mercadería y como es hora del almuerzo, la gastronomía prepara sus olores y sus sabores, invitando a una degustación al paso. Ese día en particular, se celebra la Expo Luque de artesanías y músicas tradicionales”.
En el local de “L’ Abraccio” los hermanos Ayala Ortiz me reciben con una sonrisa y algo de intriga. No saben el por qué de mis preguntas, pero cuando comienzan a contar su vida, todo cobra sentido y escucharlos se vuelve muy ameno. Alfredo y Pablo, ambos paraguayos, vivieron en Corrientes casi 40 años. A los 9 de edad se vino Alfredo y a los 13 llegó Pablo, y se instalaron en casa de una tía por parte de madre, Margarita Ortiz Agüero de Doldán (la cantante Nacha Roldán, es su hija).
En un breve paréntesis de idas y vueltas, los hermanos recalan en el Residencial S.O.S de Puchi Iconicoff, donde viven desde 1973 hasta 1981. Por intermedio del General Juan Alberto Pita, consiguen una casa en el barrio “Dr. Nicolini” y con Alfredo a cargo de emprendimientos gastronómicos, Pablo trabaja en la gerencia de un negocio que marcó época en la calle Junín: “Chamigo’s”. La religiosidad de entonces marcaba, plata en mano, comprar allí los “vaqueros” (“jeans” para los jovencitos de este siglo) y al frente de este local, queda Pablo por 20 años para pasarse luego a la gerencia de otra clásica firma: “Angelo Paolo”.
“La de Junín y Córdoba era una esquina para pararse a hacer ´vidriera’, mirar y dejarse ver, sino no existías”, dice Pablo al recordar sus tiempos de juventud, las noches en “Ka-Ko-Si” y “KiKo”, dos de los boliches más convocantes, uno por calle Mendoza y el otro por Avenida Poncho Verde, sin vecinos para mencionar porque lo rodeaban calles de tierra.
La casa de comidas de los Ayala Ortiz está ubicada sobre la histórica calle “Comandante Carmelo Peralta”, pues allí vivió y se conserva el solar de quien fuera piloto del Mariscal Estigarribia, héroe de la Guerra del Chaco.
Hace 9 años que los hermanos instalaron el negocio. “Mamá volvió a Luque y nosotros con ella; extraño Corrientes y voy cada mes, los amigos me tiran del brazo para compartir esas reuniones que refuerzan los lazos fraternos que no se pierden, muy por el contrario, van madurando con nosotros”, dice Pablo. A su lado Alfredo, que escucha y cede siempre la palabra, habla de los carnavales y de las comparsas que desfilaban por la costanera, cuando el Corsódromo no era ni siquiera un sueño para los comparseros de las favoritas “Ará Berá” y “Copacabana”.
Los nombres de esos amigos, quieren mencionar en esta nota: Jorge Buompadre, Ernesto “Tito” González, Marcelo Sánchez Feraldo, Jorge Russo, Mauricio Bechara, Meza del barrio Mil Viviendas, José Valsecia y por supuesto María Esther, que fue la artífice de este encuentro muy casual y lleno de anécdotas.
Por la proximidad de Luque con el Aeropuerto Internacional, son muchos los correntinos que al organizar un viaje internacional por esa vía de salida, se trasladan a Paraguay en autos particulares y ¿adivinen dónde los dejan y al cuidado de quienes? La respuesta correcta, es en el estacionamiento de la plaza principal, con guarda de Pablo y Alfredo.
Para el regreso, se vuelve costumbre compartir una mesa en “L’ Abraccio” y el servicio de tentadoras minutas.
Un apretón de manos y un abrazo, cierra este encuentro en el pueblo paraguayo de Luque. La música comienza a sonar a mis espaldas. El “Che trompo arasá” del maestro Herminio Giménez” anuncia fiesta en la plaza.