OSVALDO SOSA CORDERO
La 24° Fiesta Nacional del Chamamé y 10° Fiesta del Chamamé del Mercosur está cada vez más cerca. O somos nosotros que, con la impaciencia propia que nos genera ese feliz advenimiento, escribimos y recordamos dos nombres fundamentales que habrán de ser puertas eternas para el ingreso a la magia natural y cadenciosa que provoca en el pueblo (Corrientes) y en el Universo, la presencia del chamamé, como música, con su pasión, hablando de sus costumbres, invitando al baile y a conversar con ese lenguaje del acervo guaraní.
Los nombres fundamentales que mencionaba, son los de Mario del Tránsito Cocomarola, cuya figura da nombre al Anfiteatro que con capacidad para 12 mil personas, atraerá la atención de todos cuando el 8 de enero marque el punto augural de la Fiesta en marcha.
El otro nombre, es el de Osvaldo Sosa Cordero. El escenario mayor lo identifica como tal al músico, poeta, dibujante, notable compositor cuyo legado se canta y se siente, se invoca y se entiende, partiendo la sensibilidad desde las estrofas de su poema “Corrientes tiene payé”, para continuar surcando el camino de su vida hecha canto por todos nosotros. Autor de “Anahí”, “Naranjerita”, “Alma guaraní”, “Cambá Cuá” y “Juan payé”, entre otros, Osvaldo Sosa Cordero, que nació en Concepción de Yaguareté Corá y llegó a ocupar el cargo de director de Cultura en nuestra provincia, tiene el más grande reconocimiento por la base testimonial que impuso en sus creaciones, privilegiando siempre a Corrientes, su cultura y su gente.
Escribimos su nombre al punto que, de tanto repetirlo en el teclado, ya suena familiar. Familiarizados luego con su vasta trayectoria, leemos que de joven se radicó en Buenos Aires y las páginas de internet que remiten a su vida, abren caminos paralelos a la música litoraleña y lo invocan cerca del tango, la milonga y el candombe.
Se lo señala como uno de los grandes precursores de la música folklórica argentina y su don de gente, se menciona tanto para componer como para actuar, ambas posturas con idéntico compromiso.
A vuelta de página, se habla del hombre de teatro, “con Manuel A. Meaños compuso el sainete La Rival de Greta Garbo, que estrenó en el Apolo Olinda Bozán en 1932, y Noches del Paraguay. Entre la obras de teatro de su autoría, se destacan la sátira Pensión panamericana; los espectáculos folklóricos Voces de la Tierra y Nuestro Taragüí; la comedia musical porteña Yo Llevo el Tango en el Alma, que fueron presentadas en los teatros Apolo, Buenos Aires, Alvear, Nacional y en el Juan de Vera de la ciudad de Corrientes.
También produjo libretos, dirección y animación de audiciones de música nativa en las principales emisoras y canales de la Capital Federal y Montevideo, Uruguay. Colaboró en La Canción Moderna, Sintonía, Ahora, Canciones Populares, etc. En cine puso la música de Tierra Extraña”, leo en su biografía.
La Fiesta del Chamamé en Corrientes, lo nombra como puntal del escenario por el que desfilan los artistas.
Su hija Rita estará presenciando las noches de Fiesta, arribando al encuentro de la memoria con los amigos que piden pinceladas de su vida, para escribir y contar como fue aquello del carnaval en la década del ‘60, cuando Ramonita Galarza, la “novia del Paraná”, grabó un disco cantando las composiciones de Osvaldo para las principales comparsas y la reina “Rubia” Meana Colodrero a quien inmortalizó como la “Rubia de Copacabana”.
Formó parte del directorio de Sadaic en varios períodos y grabó en discos Odeón con su conjunto guaraní.
Fue miembro de la Junta de Estudios Históricos de Santiago, de la Academia Argentina de Idioma Guaraní y de diversas entidades folklóricas latinoamericanas y españolas; su actividad y brillante trayectoria le valieron un número considerable de reconocimiento y galardones; entre estos merecen destacarse el premio “Baldomero Fernández Moreno” otorgado por la Sociedad Argentina de Escritores (Sade) a su libro Romancero Guaraní en 1962; la Medalla de Oro al Mérito de la Gobernación Correntina (1972); El Guaraní, estatuilla homenaje de Corrientes a su obra musical (1984).
Escribir su nombre es siempre, el mejor ejercicio para la memoria.