POR JOSE M. POMMARES
AGENCIA TELAM
Ahora que José Froilán González se convirtió en leyenda del automovilismo mundial, seguramente se reencontrará con don Enzo Ferrari, mítico fundador de la casa de Maranello, para evocar la rica historia que construyeron juntos en la Fórmula 1.
El arrecifeño fue, tal vez, uno o el más mimado de los pilotos que pasaron por el tradicional atelier de las joyas mecánicas de competición y de “paseo” de la historia mundial.
Y el pedestal que se ganó en la marca Ferrari, Gon-zález lo ganó a fuerza de talento, garra y, fundamentalmente, una bonhomía que lo convirtió en un personaje valorado, respetado y querido por propios y ex-traños.
Don Enzo Ferrari, hombre de férreas convicciones, tuvo la lucidez de elegir a Froilán para cobijarlo bajo sus alas y proveerlo de un medio mecánico para pelearle a los grandes volantes de la época.
Ferrari tuvo como pilotos al quíntuple campeón mundial, el argentino Juan Ma-nuel Fangio, y Alberto As-cari, por citar a grandes glorias de la máxima categoría, y sin embargo “Pepe” estuvo y estará eternamente en el corazón de los “tifosis tuercas”.
Era común que al llamar un periodista a su oficina para saludarlo o pedirle al-gún dato de sus hazañas, González atendiera con amabilidad para colaborar con el pedido.
“Pasá por la oficina que te regalo el libro de Fe-rrari” decía con la misma simpleza con la que conducía una Ferrari de F1.
Su primera hazaña fue el 14 de julio de 1951 cuando logró en Silverstone, Ingla-terra, el primer Gran Pre-mio de Ferrari en la Fór-mula 1.
Eso ya le alcanzó para ser uno de los máximos referentes de Ferrari y un hombre que no necesitaba avisar que iba al santuario de don Enzo, ya que pronunciaba su apellido y mágicamente las puertas se abrían para confundirse en un in-terminable abrazo con el “Commendatore”.
A comienzos de 1951, en una carrera de Fuerza Li-bre en el circuito de Paler-mo, González logró a bordo de una Ferrari vencer a las poderosas máquinas de Mercedes, una de ellas conducida por Juan Manuel Fangio.
Y el gran día llegó cuando el célebre Enzo Ferrari, quien había sido despedido de Alfa Romeo años atrás, llamó a Froilán y le ofreció correr oficialmente uno de sus autos que había dejado vacante Piero Taruffi.
Además, entre sus hitos, ganó las históricas 24 horas de Le Mans en 1954, bajo la lluvia, con la Ferrari que compartió con Maurice Trintignant, y fue subcampeón ese año del balcarceño Juan Manuel Fangio en F1.
En el automovilismo vernáculo, González también dejó su impronta porque en 1964 revolucionó el Turis-mo Carretera con el recordado Chevitú, un Chevrolet 400 conducido por Jorge Cupeiro, que hizo historia y marcó el ocaso de las clásicas cupecitas.
Mañana, José Froilán González cerrará el círculo de su prolífica vida, ya que en la morada de su querido Arrecifes, prolongará y eternizará el recuerdo de uno de los más grandes pi-lotos de Argentina y también del cerrado círculo de la F1.