Si hubo un revolucionario, para bien, en el tenis argentino, con fuertes y válidos coletazos a nivel mundial, fue Guillermo Vilas, a poco de surgir en los años setenta y conformar un “clan” de tenistas superdotados, quienes llevaron el tenis a la máxima atracción mundial.
Deporte practicado desde siempre, salió de su envase cuando el zurdo marplatense se entreveró con superstars como Jimmy Connors, Mats Wilander, Ivan Lendl, John McEnroe, Pete Sampras, Björn Borg, Roscoe Tunner, Steffan Edberg, Brian Gottfried, Ion Tiriac (luego su entrenador) entre muchos otros relevantes a lo largo de su carrera como profesional que se extendió entre 1969 y 1992.
Vilas en toda su carrera ganó sesenta y dos títulos en singles, entre ellos cuatro de Grand Slam, Roland Garros, US Open, y dos veces Australia Open, y quince en dobles, hecho que lo ubica 7° a nivel mundial e histórico, detrás de Jimmy Connors, Ivan Lendl, John McEnroe, Roger Federer, Pete Sampras y Björn Borg.
Por todo lo hecho y por un particular ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), Tiriac y Wilander, entre otros, iniciaron una campaña para que se reconozca al “Gran Willy” como el número uno de ese año.
Vilas solicitó a la ATP que rehiciera aquel ranking para atrás con el mismo sistema actual, pero dijeron que iba a traer “demasiados problemas”, comentó.
Para Tiriac, quien junto con el tenista estuvo en nuestra ciudad en los años ochenta para una exhibición en los clubes San Martín y Tennis “la cosa más injusta que hay en el tenis es el ranking del 77 que, estaba tan mal hecho. El tipo (Vilas) que ganó durante todo el año todo, todo como dos Grand Slams, y le dieron el 1 a Connors. No hay cosa más injusta en este mundo”, sentenció.
Wilander, otra estrella, lo ratificó con un contundente “estoy de acuerdo”.
Para muchos, Guillermo Vilas, fue el mejor tenista en la historia del tenis argentino. Se inició en el club Náutico de Mar del Plata guiado por Locícero, desde donde viajaba constantemente a Buenos Aires para competir en el Lawn Tenis Club y alcanzar el Nº 1 del ranking del país a los 18 años.
Su máximo esplendor lo alcanzó en la década de los setenta cuando, a través de sus numerosos logros, popularizó el deporte en el país, hasta ese momento reservado para unos pocos.
En total obtuvo 61 títulos, logró el primero en 1973 y el último diez años después.
Su estilo técnico fue único, al igual que su costumbre de utilizar pelo largo y vincha. Pero no por esos dotes figura en el Museo del Tenis, y en el Salón de la Fama de Newport, USA; sino por su calidad de juego.
Estuvo 9 años consecutivos entre los mejores del mundo desde 1974 cuando alcanzó el quinto lugar, el 30 de abril de 1975, ascendió al segundo puesto, y en 1977, el primer lugar en el ranking mundial fue suyo aunque no reconocido aún.
Ostenta un récord, que si bien comparte con el español Rafael Nadal, es insuperable. En su mejor temporada como jugador profesional, 1977, “Willy” disputó 53 encuentros sin conocer la derrota. Es el jugador con más partidos consecutivos obtenidos en la era moderna sobre canchas lentas.
La diferencia con Nadal es que él lo hizo en una sola temporada, mientras que el español en dos, entre Monte Carlo 2005 y Roma 2006.
¡Qué más se puede decir! Mucho más, como algo que hasta hoy no lo consiguió por algo que identifica al argentino. Nunca fue nombrado como capitán del equipo para la copa Davis, algo que sigue anhelando pero, tal vez por su personalidad y vaya a saber uno qué más, no lo consiga.
Fue un jugador notable, reconocido en el mundo. El último premio sin jugar tal vez fue el designado para entregar el trofeo de Roland Garros luego de una final entre los argentinos Gaudio (ganador) y Coria, algo inédito y todavía irrepetible. Notable distinción.
El pedido de sus colegas tiene validez. Piden aunque más no sea, la entrega de un diploma con la leyenda “número 1 en 1977”.
Un reclamo que devuelve a Vilas al primer plano de la información deportiva y sublime en el tenis.
¡Será justicia!
ROBERTO CAPARA
