POR JOSE CESCHI
¡Buen día! La Declaración Universal de los Derechos Humanos, promulgada por las Naciones Unidad en 1948, son derechos humanos y universales: tienen que ver con la esencia del ser humano y con su aplicación a todos los humanos. El Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz (1.1.99) lo recordaba cuando decía:
“La Declaración tiene como premisa básica la afirmación de que el reconocimiento de la dignidad innata de todos los miembros de la familia humana, así como la igualdad y inalienabilidad de sus derechos, es el fundamento de la libertad, de la justicia y de la paz en el mundo. Todos los documentos internacionales sucesivos sobre los derechos humanos reiteran esta verdad, reconociendo y afirmando que derivan de la dignidad y del valor inherente a la persona humana.
La Declaración Universal es muy clara: reconoce los derechos que proclama, no los otorga; en efecto, éstos son inherentes a la persona humana y a su dignidad. De aquí se desprende que nadie puede privar legítimamente de estos derechos a uno sólo de sus semejantes, sea quien sea, porque sería ir contra su propia naturaleza. Todos los seres humanos, sin excepción, son iguales en dignidad. Por la misma razón, tales derechos se refieren a todas las fases de la vida y en cualquier contexto político, social, económico o cultural. Son un conjunto unitario, orientado decididamente a la promoción de cada uno de los aspectos del bien de las persona y de la sociedad.
Los derechos humanos son agrupados tradicionalmente en dos grandes categorías que incluyen, por una parte, los derechos civiles y políticos y, por otra, los económicos, sociales y culturales. Ambas categorías están garantizadas, si bien en grado diverso, por acuerdos internacionales. En efecto, los derechos humanos están estrechamente entrelazados unos con otros, siendo la expresión de aspectos diversos del único sujeto, que es la persona. La promoción integral de todas las categorías de los derechos humanos es la verdadera garantía del pleno respeto por cada uno de los derechos….”.
El Papa aclaró también que la afirmación de la universalidad e indivisibilidad “no excluye diferencias legítimas de índole cultural y política en la actuación de cada uno de los derechos”.
¡Hasta mañana!