POR JOSE CESCHI
¡Buen día! “La envidia suele querer apagar las luces para que en la sombra todos seamos iguales”, escribía Campoamor con su habitual gracejo.
Hay personas que, aun bien dotadas de múltiples cualidades, llegan a envidiar esporádicamente a otros, sin que estos sentimientos afecten su estado interior ni su conducta. Hay otras, en cambio, que son, diría, constitutivamente envidiosas. ¿Ello qué significa? Que están como “programadas” para envidiar las ventajas, los bienes, los éxitos ajenos. No pueden sino envidiar. Y eso las lleva incluso a desconocer o desvalorar algunas importantes cualidades que ellas mismas tienen.
Lamentablemente la personalidad envidiosa no suele quedarse con la carga dentro. Lo habitual es que su envidia adquiera formas de agresión que tiendan a perjudicar al envidiado. El chisme, la maledicencia, la calumnia, las diversas formas de agresión -no exclusiva la física- pueden ser los cauces por los que la envidia se expresa. Y hasta el silencio puede llegar a ser una actitud envidiosa: cuando se lo adopta para no tener que aceptar lo positivo de la persona envidiada.
Pero ¿qué es la envidia? Cualquier diccionario lo definirá como disgusto o pesar del bien ajeno. Generalmente va ligado al deseo del mal, y cuando algo malo le sucede a la persona envidiada, el envidioso experimenta un íntimo placer, porque, de algún modo, el fracaso ajeno lo hace más parecido a él mismo. O a la propia imagen negativa que tiene de sí.
Además de pecado capital -es decir, cabeza de otros pecados- la envidia puede llegar a ser una verdadera enfermedad, especialmente en sus manifestaciones más agudas. En estos casos es muy conveniente recurrir a un buen psicólogo, quien le ayudará a “calibrar” su interior y a mirar a los demás superando sus complejos.
Por supuesto, el cultivo de la vida espiritual contribuirá también a mirar a los demás desde los ojos de Dios, y a quererlos desde el corazón de Dios. Cuando esto se logra, hasta las cualidades ajenas se transforman en escalones de acercamiento.
¡Hasta mañana!