Por Adalberto Balduino
Especial para El Litoral
Son tantas las experiencias que mi vida se resume a ese ámbito, a ese habitáculo que celosamente cuida los sonidos, y que ostentosamente lo bautizamos “estudio”. Han pasado tantas personas. Todas con inquietudes casi diferentes del resto. Casi como yo, o he tratado sin darme cuenta, coincidir con muchos yo, que piensan y aman dimensionando los afectos, que añoran los recuerdos, que sufren por un país mejor, y que hacen desde abajo lo que necesitamos para ello. El trabajo denodado que se llama perseverancia. Amor por lo que hacemos porque es la fórmula por alcanzar los imposibles. Destacar que las personas construyen cosas muy importantes en que el arte no está ajeno, como cantar, componer, pintar, escribir, decir, bailar, etc. Amar, siempre amar, que así la ternura palpita en una sola. Así se dio, ante la llamada telefónica de Tato Ramírez, fundador, músico muy joven de Tajy, diciéndome que me invitaba a desplegar mis brazos para recibir a un amigo que canta con el corazón: Néstor Basurto, guitarrista reconocido en el país, autor, músico sesionista, cantor, productor de discos y a veces espectáculos. Esta vez “recalando” al cumpleaños de Tato Ramírez, procedente de actuar en Cosquín. Ese cambio de dirección, la suma de kilometraje, habla a las claras que su meta es diferente, porque se trata de recuperar y fundar afectos sin escatimar esfuerzos por más veranos que tengamos.
Siempre lo quise conocer porque él guarda lo que inspiró Troilo a sus cantores, que quien cante debe hacerse carne de la historia breve que marca la poesía de un tango. Y así se cumplió, abrazo de entrada nomás como un amigo de toda la vida. Tato Ramírez que también se vino con su acordeón. Y, por supuesto, un invitado muy especial, entrerriano de Victoria radicado hace mucho tiempo en Corrientes, por el amor hacia la música de Pocho Roch, Daniel Osuna.
Convengamos, no se trata de “quemar” un número artístico, por lo menos en mi programa, no; sino de crear la magia de que el amor, los afectos, la coincidencia fluyan, para que la emisión se transforme en irrepetible, porque hablamos de todo, pero más que nada poniendo el corazón que devuelve una radio cálida y entrañable. Diría, como una musa cantándonos al oído, para que el oyente no sea distante sino que comparta tratando de exprimir ese instante junto con nosotros esos, donde emanan duendes que vibran con el canto y la palabra.
Lo comento, porque me parece vital, motivo esencial con Néstor Basurto, nacido en Buenos Aires pero “arrimado” al Barrio de Flores para asentir y vivir de vecino, su vida la desplegó integrando los míticos “Andariegos”, u ocupando una plaza con el Quinteto “Ventarrón”. Pero ha alternado con todos los músicos en su función de autor, músico, cantor y productor discográfico. Los tiene marcados como referentes, a Roberto Grela en guitarra, y al “Negro” Rubén Juárez con quien compartió felices “recaladas” en un lugar mítico, Café Homero.
Alternó y convive con figuras de fuste, el pianista Emilio de la Peña, Oscar Alem, Hamlet Lima Quintana, Pablo Mainetti, Enríque Llopis, Alfredo Abalos, etc. Pero lo notable de Basurto es la asimilación e interpretación de los géneros populares más importantes del país en folclore y tango. Esto me hace recordar a Atahualpa Yupanqui, definiendo el carácter y objetivo proclamado por él: “El hombre canta lo que la tierra le dicta”. Pero ahondando más aún la idea hasta la bravura del compromiso: “La forma tiene que ser nacional y el contenido universal”. Eso es lo que más me atrae y rescato de su personalidad humilde y sencilla, reafirmando que el todo es consecuencia de ello, porque para el todo, todos son necesarios de adentro y de afuera.
Después de las primeras palabras en micrófono, creció la hermandad como por arte de magia, y no tuvo problemas en cantar y sumarse con Daniel Osuna y Tato Ramírez en clásicos nuestros como “Pueblero de allá ité” de Pocho Roch, o la chamarrita compuesta por Raúl Barboza con letra justamente de Pocho, “Boliche de pueblo chico”. El tango en toda su extensión con “Fuimos” de arranque, de Homero Manzi y Dames, “Barrio de tango” de Homero Manzi, “Nada” de Sanguinetti y Dames. Tonadas y zambas. Un tema que le pertenece y que despliega la geografía de Cuyo con su cielo diáfano, desde “Febrero en San Luis”, como también “Destino de cuerdas”, o un chamamé suyo “Por este amor”, o la dulzura de “Evocación de la ternura” de Mateo Villalba y Antonio Tarragó Ros, o una obrita que le pertenece “Tonada del patio”. Coincide como alguna vez lo estableció el “Manifiesto del Nuevo Cancionero”, formulado en Mendoza en la década del 50 por Armando Tejada Gómez, Mercedes Sosa, Oscar Mathus, Tito Francia, César Isella y otros, conceptuando que la creación debe obrar el milagro del compromiso ético en lo poético y musical. Así como lo reafirmara en la década del 70, en Corrientes “Canción Nueva”, con referentes de lujo como Blas Benjamín de la Vega, Marily Morales Segovia, Pocho Roch, Cacho González Vedoya, Antonio Tarragó Ros, Teresa Parodi, Rodolfo Regúnaga, Roberto Romero y muchísimos otros que hoy son nombres ineludibles. Sin miedos ni prejuicios por alcanzar universalidad. Néstor Basurto se conoce a todos los músicos porque siempre algo ha producido con ellos. Es fanático de la excelencia que da la exhaustiva búsqueda de algo mejor. Siempre está corriendo porque las cosas tienen su ámbito más acorde cuando se las yuga. Canta con una voz íntima desde el fondo del corazón viviendo a ramalazos, a golpes de timón, las historias descarnadas de los poetas. Los canta en primera persona tomando parte, jugándose por ellos. La guitarra es su apoyo donde pararse para aguantar mejor el chubasco, y la poesía que le nace escribe hasta el cansancio ritmos esenciales del folclore y el tango sin darse tregua.
Para una nota de Página 12, escrita por el periodista Carlos Bevilacqua, Néstor Basurto dice: “Tocar bien la viola no es tocar muchas notas, sino saber qué es oportuno en cada momento. Yo fui aprendiendo sobre la marcha, lo teórico sobre todo gracias a Agustín Gómez de Los Andariegos, y a mi amigo el guitarrista Roberto Calvo”.
Esto pretende resumir, los valores huérfanos que habitan los programas y que por extrañarlos cada vez que se produce el milagro, uno explota de alegría no sin lágrimas de reencuentro. Esto me sucede siempre, hablar en la radio descubriendo el alma.
Casi copiándolo. Tratando de no pensar en cosas vanas, Basurto refiere que su tiempo es todo el tiempo de la vida, ya que su vida la tiene ocupada full time con su vocación. Coincido con él. Por eso digo en el título de esta nota que al igual que él, felizmente, en la radio me corre la vida.