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El amor todo lo puede

El amor todo lo puede porque simplifica y alivia cualquier carga o esfuerzo, porque la persona se llena de deseos, alegría y complacencia en la entrega incondicional, desinteresada y altruista. Es una bendición que está al alcance de todos, si la gente se molestara en buscarla.
 

Por El Litoral

Martes, 11 de junio de 2019 a las 00:14

Por Leticia Oraisón de Turpín
Orientadora Familiar

Escuché muchas veces esta frase: “el amor todo lo puede” y ciertamente es así, porque cuando hay amor hay fuerza, empeño y entrega, se superan las dificultades y se saltean los inconvenientes.    
El amor es una virtud, pero es la mejor de las virtudes, porque sin amor ninguna es capaz de expresarse y manifestarse en plenitud.
El amor es tan grande e importante que incluso es mayor que la justicia, porque sin amor la justicia es dura, inflexible e intransigente para contemplar los paliativos y los condicionamientos de las circunstancias de vida. Sin amor, la justicia puede ser solo venganza, desquite o compensación.
Por eso es sumamente importante enseñar a los hijos y/o discípulos que no hay vida digna de vivirse sin amor, porque el amor ennoblece y engrandece a las personas, haciéndolas considerablemente más parecidas a ese Dios bueno y misericordioso que todo lo puede y todo lo da.
Por otro lado siempre se sostiene que no hay vida moralmente buena sin el ejercicio de las virtudes humanas, simplemente porque sin la paciencia, la tolerancia, el esfuerzo, el sacrificio, la humildad, la honestidad y el trabajo (por solo nombrar algunas) la vida no podría ser manifiestamente feliz y alegre, porque cada una de ellas van embelleciendo el transcurrir de los días, beneficiando permanentemente a quien lo ejerce o recibe.
Nunca los vicios dieron felicidad al hombre, porque cada uno de ellos solo puede satisfacer un instante, para luego esfumarse como un humo mentiroso  que se transforma después en una carga difícil de sobrellevar.
Tampoco el dinero o el éxito son garantes de una vida feliz, cosa que no sucede cuando se aprende a vivir con virtudes, porque ellas definitivamente sí, respaldan y garantizan una felicidad duradera.
Porque cada virtud que se adquiere, refuerza un aspecto de la persona y la engrandece y hace resplandecer con una conquista que siempre alegra el alma. Y esa alegría es profunda y valedera porque no depende de las circunstancias, sino de uno mismo.
E indudablemente siempre todas las virtudes que se traten de vivir, se enriquecen si van acompañadas del amor, porque es el amor el que las hace brillar y valer.
Porque el amor ayuda a que la paciencia se aquiete, el esfuerzo no cueste, el sacrificio no se sienta, la obediencia satisfaga, la honestidad honre, la humildad colme, y el trabajo complazca y enorgullezca, tan solo por lo conseguido.
El amor todo lo puede porque simplifica y alivia cualquier carga o esfuerzo, porque la persona se llena de deseos, alegría y complacencia en la entrega incondicional, desinteresada y altruista. Es una bendición que está al alcance de todos, si la gente se molestara en buscarla.
Hay mucha alegría de vivir en el amor y con amor, porque le da un sentido importante y trascendente a la vida, transformando las dificultades en superables, reforzando las fortalezas personales como barreras que rechazan las ingratitudes y los fracasos, minimizándolos y quitándoles importancia. Ya que el que el que realmente ama, el que aprendió a amar, no se lastima por falta de reconocimiento, no lo busca, porque por encima de las miserias, el amor se yergue y se levanta con la alegría de la donación y la entrega.
En la medida en que queramos vivir en el amor, éste vendrá acompañado de alegría y felicidad que no se empañará por mezquindades o ingratitudes, porque es precisamente ese amor que prima en la vida lo que la salvará.

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