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El enojo no resuelto

Hoy en día es moneda corriente ver a personas en todos los ámbitos con rostros que denotan enojo, de las que uno prefiere mantenerse alejado. Algunos se procuran “calmantes emocionales”, como la comida poco sana en exceso, el alcohol o el cigarrillo, en un intento desesperado por bajar su nivel de ansiedad.
 

Por El Litoral

Domingo, 15 de marzo de 2020 a las 01:30

Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial

Para lograr ser libre de esta, y cualquier otra emoción que nos “intoxica”, es fundamental darnos cuenta de lo que nos sucede. Muchos, de manera inconsciente, transitan la vida con rabia y amargura acumuladas por diversos motivos que, con el tiempo, se transforman en lo que denominamos hostilidad. Según los expertos, esta puede llegar a afectar nuestra salud e incluso a reducir nuestra expectativa de vida, pues: alguien hostil, que vive enojado, aunque no lo reconozca y es incapaz de hablar de ello, tiene muchas más posibilidades de sufrir del corazón y morir antes de tiempo.

¿Hacia quién va dirigida la hostilidad que sentimos? 
Puede ser hacia uno mismo (abunda la gente enojada consigo misma que, sin darse cuenta, se procura castigo); o hacia otras personas, cercanas o no, que no tienen nada que ver con lo que nos ocurre interiormente. Y quien está con frecuencia cerca de alguien hostil puede también acabar por enfermarse. Es por ello que se dice que la hostilidad… ¡es más peligrosa que el colesterol!

¿Cómo ser libres de sentimientos hostiles? 
Como mencionamos, el primer paso es admitir lo que sentimos. Y luego, si es necesario con ayuda profesional, deberemos “limpiar” nuestro mundo interior de viejas emociones enquistadas, llámense broncas, miedos, resentimientos o deseos de venganza. Es una especie de “reseteo”, como lo hacemos con nuestras computadoras, que nos permite vaciar nuestro corazón de recuerdos tristes y personas a las que tal vez seguimos atadas a nivel emocional. 
Toda herida emocional que hemos sufrido y no hemos resuelto nos provoca un malestar que deriva en disgusto o enojo. Ahora bien, es perfectamente normal enojarse. Todos lo hacemos, cuando percibimos una injusticia o cuando no recibimos lo que esperábamos. La ira es una fuerza emocional que nos impulsa a avanzar. Pero, cuando la ignoramos y la reprimimos, tarde o temprano nos afectara de forma negativa.
Antes existía la creencia de que el enojo tenía dos modalidades: apagado o encendido. La verdad es que la bronca nos mantiene permanentemente encendidos, aunque no la reconozcamos. Y, con el tiempo, puede conducirnos a explosiones indeseadas que nos hacen comportarnos como jamás lo haríamos si no estuviéramos tan enojados.
El enojo es sano cuando surge, se resuelve y desaparece. Es decir, cuando pasa y se va, sin quedarse a vivir dentro de nosotros. La adrenalina en grandes dosis que deriva de broncas guardadas por situaciones injustas, como el maltrato en cualquiera de sus variantes, se convierte en un veneno. Por eso, aprendamos a canalizar esta emoción con inteligencia, hablando de lo que sentimos cuando sea oportuno.

Controlar el enojo
Simples técnicas de relajación como respirar profundamente pueden ayudar a calmar sentimientos de enojo.
• Respire profundamente, desde su diafragma. Respirar desde su pecho no lo relajará. 

• Imagine que su respiración sube desde su barriga.

• Lentamente repita una palabra o frase tranquilizadora como "relájate" o "tómalo con calma." Repítala mientras respira profundamente.

• Recurra a la visualización; visualice una experiencia relajante sea de su memoria o imaginación. 

• Los ejercicios lentos y no extenuantes como el yoga pueden relajar sus músculos y hacer que se calme. 

• Practique estas técnicas a diario. Aprenda a usarlas automáticamente cuando se encuentre en una situación de tensión.

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