Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Si alguien va a una entrevista de trabajo o de estudio, aunque esa situación no significa gran cosa para esa persona, no sufrirá estrés. Pero cuando atravesamos situaciones que consideramos muy importantes para nosotros, sin duda nos sentiremos presionados. Cuando vivimos una experiencia agradable, nos sentimos bien y, como resultado, queda una marca positiva en nuestro cerebro. Lo mismo sucede con una experiencia desagradable, pero la marca es negativa. Entonces, cuando volvamos a atravesar una experiencia similar, sea buena o sea mala, se activará la huella cerebral correspondiente. Toda vez que nos toca enfrentar un determinado suceso hacia adelante, inconscientemente realizamos una revisión mental para comprobar cómo nos fue en el pasado y actuar en consecuencia. Lo importante no es lo que enfrentamos, lo que está delante de nosotros, sino lo que vivimos en una situación similar.
Entonces, si somos presionados por alguien y sentimos que tenemos demasiada responsabilidad, deberíamos conscientemente revisar hacia atrás para chequear cómo nos fue antes. De esa manera, podremos comprobar si la marca que quedó en nuestro cerebro es positiva o negativa y saber por qué reaccionamos como lo hacemos.
Que la huella sea negativa es la razón de que miremos lo nuevo con gran estrés y, muy probablemente, volvamos a vivir una situación desagradable. Por eso, cada vez que vayamos a encarar una situación, tomémonos tiempo para revisar nuestras experiencias pasadas.
Muchos, sobre todo en épocas de crisis, eligen culpar a alguien o a la misma experiencia que están atravesando: “Fue mi jefe… mi familia… el gobierno… la economía” y la lista podría continuar. Pero lo cierto es que nuestras reacciones no dependen de aquello que tenemos por delante, sino de aquello que hemos vivido anteriormente. Es decir, de los recuerdos que tenemos almacenados en la memoria. De este modo, comprobamos si nuestra huella es positiva o negativa.
Si es negativa, vamos a enfrentar lo nuevo con mucho estrés y, probablemente, nos salga mal. Siempre que encaramos algo hacia adelante, revisamos nuestras experiencias pasadas. Y, aunque no podamos recordar los detalles de una situación vivida, basta con que recordemos que nos fue mal para que se activen emociones negativas y nos paralicemos. Se trata de un proceso automático, como cuando aprendemos a conducir un auto. Al principio nos cuesta, pero, con el tiempo, llegamos a hacerlo sin pensar en ello (automáticamente).
Nuestros recuerdos, lindos y no tan lindos, también se vuelven automáticos. Es por ello que sentir miedo frente a las presiones y las crisis no es algo que pensamos, sino que lo hacemos en modo automático. Por eso, recordá que el problema no está delante de vos, sino en lo que te sucedió antes. Te animo a recordar las victorias de tu pasado para ir hacia adelante. De las victorias de nuestro pasado, cobramos fuerzas para aprender a manejar las presiones del presente y no huir de las responsabilidades.