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La escritura del Dios: el misterio del Universo

Por Nelson R. Pessoa

Especial para El Litoral

Según algunos desarrollos científicos de nuestros días, el Universo tendría una dimensión aproximadamente de 95.000 millones de años luz (la velocidad de la luz es de 300.000 km por segundo,  desesperante es pensar ese número, que prácticamente no podemos entender); tendría aproximadamente desde el Big Bang (Hawking) unos 13.700 millones de años y es un tejido tiempo-espacio (Einstein) y parece interminable el camino hacia el pequeño mundo subatómico investigado por la física cuántica (Bohr, Planck, Heisenberg, etc.).

Ante semejante espectáculo es inevitable que el hombre se pregunte ¿qué es esto que llamamos “Universo”?, ¿qué había antes de la gran explosión?, ¿de dónde surgió esa “materia” que causó la explosión?, ¿qué hay después de los supuestos límites del Universo?, en última instancia, siempre nos preguntamos ¿tiene límites en el tiempo y espacio el llamado “Universo”? Y, en caso de que los tenga, ¿qué “hay” después?

La inquieta inteligencia de Borges meditó en torno a estos tremendos interrogantes que se formula la especie humana. Y lo más interesante, afortunadamente, es que ellos fueron fuentes o estímulos para parte de su creación literaria.

Alguna vez se imaginó el Universo como una biblioteca infinita y secreta, compuesto por libros que el hombre no puede descifrar (su cuento “La biblioteca de Babel”); muchas veces dijo que el Universo es para el hombre un caos, un enorme laberinto (apreciado y recurrente símbolo de Borges) en el que estamos perdidos sin entenderlo; tal vez tenga un orden, “pero no conocemos el diccionario de Dios”.

En otro relato el gran escritor otra vez juega con este enorme enigma en su cuento “La escritura del Dios” (fue escrito en 1949 en Sur y pertenece al “Aleph”). Muchos estudiosos de su obra se han ocupado del mismo. Intento exponer mi visión.

El personaje del cuento es Tzinacán, un mago de la pirámide de Qaholom, del mundo azteca conquistado por los españoles. Está hecho prisionero de los conquistadores en una cárcel que Borges la describe así “La cárcel es profunda y de piedra; su forma, la de un hemisferio casi perfecto….” ; existe consenso entre muchos expertos que es un símbolo del planeta que habitamos y en el que estamos prisioneros y perdidos en la inmensidad del Universo, y agrega en su descripción de la “cárcel” “... si bien el piso que también es de piedra es algo menor que un círculo máximo. Hecho que agrava de algún modo los sentimientos de opresión y vastedad”; adviértase esta última idea, la cárcel causa al mismo tiempo sensación de opresión y vastedad. Mi conjetura es que el “mago” es el símbolo de la especie humana “prisionera” en esta gran cárcel.

Sucede que en esa cárcel absolutamente oscura, próximo al mago, casi pared de por medio, se encuentra encerrado un jaguar. El mago logra ver al animal una vez por día, cuando mediante una roldana le baja la comida. Tal vez la idea de la cárcel oscura denota la de un Cosmos que no terminamos de entender.

Lo interesante del cuento es que el mago “prisionero” está plenamente consciente de que “en esta cárcel, que ya no dejaré en mi vida mortal”, y en sus años de prisión, una noche tiene una especie de recuerdo que “era una de las tradiciones del Dios. Este previendo que en el fin de los tiempos ocurrirían muchas desventuras y ruinas, escribió el primer día de la Creación una sentencia mágica, apta para conjurar esos males”. En el epílogo de “El Aleph”, al referirse a este cuento Borges dice “el jaguar me obligó a poner en boca de un ‘mago de la pirámide de Qaholom’, argumentos de cabalista o de teólogo”. 

Entonces el “mago” prisionero quiere leer la “escritura del Dios”, mensaje “que nadie sabe en qué punto la escribió ni con qué carácteres, pero nos consta que perdura, secreta, y que la leerá algún elegido”. Pero, ¿dónde está ese mensaje de la “mente absoluta”? ¿Puede el “mago” descifrar ese mensaje?, dónde está esa “escritura del Dios”?, y , en caso que exista, ¿cuál es el lenguaje que usa Dios para emitir su mensaje?

El “mago” cree que el mensaje está en los dibujos de la piel del jaguar que se encuentra en la misma prisión; Borges le hace decir al “mago”: “Entonces mi alma se llenó de piedad. Imaginé la primera mañana del tiempo, imaginé a mi Dios confiando el mensaje a la piel viva de los jaguares…”. En mi opinión, el jaguar es el símbolo usado por Borges para significar la “naturaleza”, el mundo de los átomos, de la materia, energía, luz, sonido, etc., cuya comprensión tanto desvela al hombre. Es un símbolo bellísimo usado por el Maestro: en la naturaleza está el “mensaje secreto” de Dios. Por eso le hace decir al “mago”: “Dediqué largos años a aprender el orden y la configuración de las manchas. Cada ciega jornada me concedía un instante de luz, y así puede fijar en la mente las negras formas que tachaban el pelaje amarillo”, y luego agrega el mago prisionero: “No diré las fatigas de mi labor. Más de una vez grité a la bóveda que era imposible descrifrar aquel texto”.

El mago cree haber descubierto la escritura del Dios, cree haber aprehendido el mensaje de la “mente absoluta”, cree haber entendido la “cárcel”.  

Mi conjetura final: el gran Borges piensa que cada hombre tiene su visión del universo, lo concibe de una manera determinada y se muere con esa visión individual, sin que la especie humana haya descifrado la “escritura del Dios”, por eso el cuento culmina así: “Que muera conmigo el misterio que está escrito en los tigres. Quien ha entrevisto el universo, quien ha entrevisto los ardientes designios del universo, no puede pensar en un hombre, en sus triviales dichas o desventuras, aunque ese hombre sea él…Por eso no pronuncio la fórmula, por eso dejo que me olviden los días, acostado en la oscuridad”. 

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