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Clases presenciales

Por El Litoral

Miércoles, 13 de enero de 2021 a las 02:05

Prof. Catalina Méndez de Medina Lareu*
Especial para El Litoral

Los argentinos somos  expertos en superar  crisis, pero nunca una nos castigó tanto como la generada por la pandemia del covid-19, porque esta crisis instaló en algunos el miedo y en otros el ejercicio de una libertad  irresponsable. 
La dura decisión que deben  adoptar los gobiernos para, dentro  de  ese  panorama,  lograr  el  rescate de la educación, es muy  difícil.
Pero es oportuno recordar la  obra de Sarmiento: en plena Guerra de la Triple Alianza -la Guerra  Guazú- al año de su asunción como presidente de la Nación dispuso, entre otras acciones, la creación de más de mil escuelas de primeras letras, dotadas de equipamiento, cartillas y útiles. Sumadas las escuelas privadas, llegó a atender 110.000 alumnos, casi la tercera parte de lo que es hoy la población escolar de Corrientes. 
De esa época -siglo XIX-, en plena guerra todavía, creó nuestro Colegio Nacional con asistencia regular, presencial, de más de 400 alumnos,  mientras la provincia se desangraba perdiendo parte de los 18.000   argentinos que murieron en batalla y, por efectos de la epidemia  de  cólera, sufriendo la pérdida de  nuestros  valientes héroes  civiles. 
No puedo dejar  de  mencionar  el caso de  los bombardeos aéreos a las ciudades  europeas  durante la Segunda Guerra mundial. En Londres, por ejemplo, los docentes seguían dando clases, impávidos, en los refugios subterráneos sabiendo que alguno de esos ataques podía destruirlos. 
La educación, aun en plena guerra, era  una prioridad. 
Se me criticará por apoyarme en esos ejemplos lejanos para opinar que es urgente e impostergable -en nuestra provincia,  por lo menos- el regreso a las instituciones educativas y, por ende, a las clases presenciales. No es  nada fácil, repito, pero seguramente las autoridades ya estarán  diseñando un plan para concretar ese objetivo: restituir a la  educación su centralidad y resguardar no solo el presente sino  el futuro de los miles de estudiantes que sufrirían su escasa y pobre formación para enfrentar,  precisamente, ese presente y ese  futuro. 
Algunos privilegiados, excepcionalmente, ya se salvaron del  naufragio por el esfuerzo y la  aplicación tecnológica de sus  docentes. 
Pero esta situación    está muy lejos de la mayoría,  que tuvo que resignar sus legítimas aspiraciones por falta de  recursos. 
Creo que es el momento de  acudir al cumplimiento -inexplicablemente postergado- del  artículo  209° de la Constitución  Provincial (2007) que dispone  “constituir un Consejo Escolar  en cada municipio, compuesto  por miembros de la comunidad  educativa...” con las funciones  de “proponer y participar en las políticas sociales y educativas”. Constituidos estos consejos con la mayor urgencia y la  cooperación activa de todos los  agentes de rango del Ministerio de Educación, se debe hacer un trabajo minucioso, de relojero, pieza por pieza, escuela por escuela, y reabrir las clases presenciales lo más pronto posible, es  decir, en el mes de  febrero. 
La creatividad y el esfuerzo  de los directores escolares y sus  docentes darán las pautas para concretar ese objetivo, apelando a espacios abiertos, ámbitos cerrados con buena ventilación y luminosidad, diseñando  turnos horarios, respetando escrupulosamente todos los hábitos higiénicos señalados por los  especialistas en sanidad. 
Y  cuando se considere necesario, se  recurrirá a la tecnología para   intensificar los aprendizajes,  con  el  compromiso oficial de  asegurar su disponibilidad a todos los alumnos, sin excepción.
Será tarea de los ministerios  de Educación y de Obras Públicas preparar  los edificios  escolares con los recaudos higiénicos  y de habitabilidad que exige la todavía grave pandemia instalada en el país. 
No estoy proponiendo medidas utópicas. Cualquier docente  con experiencia, cualquier  padre preocupado por la educación que reciben sus hijos, cualquier ciudadano reflexivo que ame a su país y a su provincia, cada uno y todos ellos se comprometerán en la empresa y serán partícipes del triunfo de la racionalidad. Así sea.

*La autora es exministra de  Educación de Corrientes, diputada nacional m. c. (1997-2001), actual miembro de la Academia Nacional de Educación. 

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