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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Pandemia: ¿qué pasará este año?

Por Guadalupe Nogués

Bióloga molecular retirada de la mesada. Involucrada ahora en la ciencia, la comunicación, la educación y cómo entretejerlas. La posverdad la hacemos entre todos y la deshacemos juntos.

Extracto. Nota publicada en 

“El gato y la caja”.

Nota completa, aquí:

https://bit.ly/2LPLa1e

Así como 2020 fue un año horrible, el año en que vivimos en peligro, el que las generaciones futuras tal vez llamen “el año de la pandemia ”, 2021 probablemente será “el año de las vacunas contra covid-19”, en el que lograremos controlar, aunque sea solo en parte y de una manera profundamente frágil y desigual, esta pandemia. Pero vivimos tan enfocados en la coyuntura del día a día y en lo que ocurre a nivel más local, que a veces es complicado alejarnos un poco para poder ver las cosas con un poco más de perspectiva, tanto en el tiempo como en el espacio. 

¿Qué está pasando y qué puede pasar con este tema? ¿Qué es lo bueno, lo malo y lo feo de covid-19 y sus vacunas? Veamos dónde estamos y hacia dónde vamos. 

Lo bueno

Hay cosas que hicieron que esta situación sea más corta y menos dolorosa de lo que podría haber sido. Claro que es difícil verlas en el medio del caos, que nos fuerza muchas veces a pensar en el aquí y ahora, pero hay al menos tres cosas positivas que vimos en 2020 y que posiblemente continuarán en 2021:

Los avances científicos fueron extraordinarios en cantidad, calidad y velocidad. En solo un año, identificamos el virus y fuimos entendiendo -cada vez más- cuál es su efecto en los cuerpos humanos, qué síntomas suele generar, cómo se propaga y cuáles son sus debilidades. El virus Sars-Cov-2 fue identificado el 31 de diciembre de 2019 en China, y para enero su secuencia genética ya había sido compartida de manera abierta. Los tratamientos médicos fueron volviéndose más efectivos con el correr de los meses, a medida que íbamos aprendiendo e investigando. También se desarrollaron decenas de vacunas candidatas que están en distintas etapas de investigación. Para ponerlo en escala, la vacuna de la polio tomó varias décadas de desarrollo. Y para el VIH, 40 años después de identificarlo como el virus causante del Sida, aún no tenemos una vacuna. 

La colaboración global. La actividad científica suele ser muy colaborativa, pero también es altamente competitiva. En este caso, los científicos y científicas fueron comunicando sus hipótesis y sus descubrimientos muy rápidamente y de manera muy abierta. La cantidad de casos confirmados, fallecimientos y otra información relevante fue también compartida y mantenida actualizada por la mayoría de los países, aunque con distintos niveles de calidad. 

Ya hay varias vacunas autorizadas (y habrá más en los próximos meses). Como ya mencioné, detrás de las primeras pocas vacunas autorizadas hay decenas más de vacunas candidatas, de las cuales posiblemente muchas puedan ser autorizadas también en los próximos meses. La vacunación contra covid-19 ya comenzó en algunos países (incluyendo el nuestro). Que esto esté ocurriendo a solo un año de haber identificado el virus es una hazaña. En los próximos meses, la proporción de personas protegidas probablemente irá  aumentando y, en principio, cuando se llegue a un porcentaje alto a nivel global, eso podría alcanzar para llegar a la inmunidad de grupo: aunque no todas las personas estén inmunizadas (algunas por no haberse vacunado, otras por no haber logrado inmunidad con la vacuna), la proporción de los que sí lo están alcanzaría para impedir que el virus se pueda propagar. (...) Por otro lado, si bien algunas personas manifiestan desconfianza a las vacunas en general, y hacia estas en particular, muy probablemente la enorme mayoría de la población se  vacunará contra covid-19 cuando tenga la posibilidad de hacerlo.

Lo malo

Más allá de esos aspectos positivos, es cierto que algunas cosas están bastante mal, y quizás se vuelvan más graves en los próximos meses. Es importante que estemos alertas, como primer paso para tratar de mitigar o resolver estos problemas.

Desinformación sobre tratamientos, vacunas, política pública, etc. Se suele denominar como desinformación a una combinación de información distorsionada con información incompleta y también manipulada. (...) Es difícil prevenir o “curar” la desinformación, a tal punto que podemos hablar de una “epidemia de desinformación” o desinfodemia. (...) En este contexto de infodemia, se vuelve muy difícil y agotador tener acceso a información correcta, completa y oportuna, lo que termina provocando que no podamos tomar las mejores decisiones posibles y, en algunos casos, que terminemos incluso tomando decisiones equivocadas. 

En particular, en estos meses vimos una proliferación de desinformación y desconfianza sobre las vacunas. Esto incluye dudas razonables, y esas dudas deben ser conversadas de forma abierta, construyendo confianza y siendo transparentes, por ejemplo, respecto a su estado de avance y cómo la actividad coordinada global logró hacerlo tan rápido. Pero también la desinformación involucra otro tipo de ideas, que están más bien orientadas por el miedo y la otredad, por ejemplo, que las vacunas son una estrategia del poder para insertarnos microchips o que podrían cambiar nuestra información genética (ideas que difícilmente se combatan con información porque no constituyen dudas razonables sino narrativas puramente tribales). Esto influye en las decisiones sobre si vacunarse o no, lo que pone en peligro la posibilidad de alcanzar la inmunidad de grupo. 

Politización de temas técnicos. Las cuestiones técnicas se deben basar en evidencias. En este contexto pandémico las evidencias a veces son confusas o incompletas. Hay cosas que se saben muy bien, se saben más o menos, o no se saben todavía. Pero aun si todavía no se sabe demasiado sobre algo, un análisis técnico considera exactamente eso y espera a que vayan surgiendo evidencias más contundentes. De por sí es una situación compleja, pero lo que vimos este año es que, a veces, temas técnicos se terminan volviendo partidarios, lo que genera aún mayor confusión. Y, en consecuencia, se acaba tomando decisiones individuales o colectivas que hacen a un lado lo que se sabe. 

(...) En particular, las vacunas contra la covid-19 también parecen estar politizándose mucho, no solo en Argentina sino en otros países. América Latina en general, y Argentina en particular, están entre los territorios que peores resultados sanitarios han tenido en la pandemia (en términos de muertos por millón de habitantes). Es posible, aunque todavía no es algo que esté claro, que esto esté causado por la similaridad económica y social entre los países, ya que distintas políticas han dado más o menos el mismo resultado (con la excepción, por ahora, de Uruguay). Como se partidizó la respuesta a la pandemia, se partidizó también la discusión de los resultados de esa respuesta, que debería ser, en ambos casos, siempre técnica y basada en información confiable y objetiva. Lejos de eso, se convirtió en una exhibición de lealtades, lo que termina retroalimentando el problema porque erosiona aún más la confianza en los datos y las políticas sanitarias...

Lo feo

Lo feo es eso que está y que no sabemos o podemos manejar muy bien. Eso a lo que tendremos que adaptarnos nosotros y, nos guste o no, tendremos que lidiar con ello.

Incertidumbre. En esta situación inédita nadie sabe bien qué va a pasar y qué es lo que habría que hacer. Los humanos odiamos la incertidumbre: preferimos perder una batalla a no saber cómo termina. Pero no es una buena idea perder para estar seguros, y siempre es mejor seguir peleando e intentando, conscientes de que la incertidumbre es el mar en el que nadamos siempre. 

Nuestros políticos, comunicadores y dirigentes suelen intentar reducir la incertidumbre en sus discursos. Hacen mal: comunicar la incertidumbre, educar acerca de riesgos y ser transparente ayuda a construir confianza. A medida que sus predicciones se realicen, vamos a tender a verlos como líderes prudentes, confiables y transparentes, que no prometen lo que no se puede cumplir. La Organización Mundial de la Salud también menciona la importancia de comunicar la incertidumbre con “consistencia, transparencia, empatía y de manera proactiva”, como una manera de lograr mayor aceptación de las vacunas en el grupo de personas que hoy dudan sobre si aplicárselas o no. (...)

Lo que viene

Se vienen meses complicados, tal vez más complicados que en 2020, al menos en el eje salud. Si todo esto nos sirvió para algo, fue para aprender. No es mucho consuelo, pero es lo que hay. Aprendimos que las pandemias están siempre ahí, que la dinámica del mundo global contribuye a su expansión planetaria, pero que la misma dinámica es la que nos permite colaborar en combatirla en tiempo récord. Aprendimos que vivimos en la incertidumbre (antes también, pero no lo teníamos muy presente), y que podemos aprender a vivir teniendo en cuenta la incertidumbre en nuestras vidas. Aprendimos que no hay variables aisladas, que la salud no es solo covid sino muchas otras cosas. Que tomamos decisiones que no son completamente libres, pero que tampoco son irrelevantes. Que tenemos que mirar la salud pero también la pobreza, la economía, la educación, las relaciones sociales. Lo que sigue no es fácil, pero tampoco es imposible, y tenemos al mismo tiempo razones para ser cautelosamente optimistas y para empezar a pensar todas las cosas que tenemos que cambiar para la próxima. Porque habrá una próxima.

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