Los sistemas de producción de granos en la región Pampeana y Chaqueña tienen ventanas donde es factible realizar ajustes para adecuar el manejo de los cultivos a la oferta de agua en cada lote. En ese sentido, “adaptar el nivel de intensificación de la secuencia es uno punto crítico”, expresó Jorge Mercau, investigador del INTA San Luis y coordinador del Proyecto Disciplinar Interacción de Agroecosistemas y Napas freáticas.
Un momento clave para ello “es el fin del verano, decidiendo o no un cultivo de invierno y de qué tipo”. La siguiente ventana es “el fin del invierno y comienzo de la primavera, además de, eventualmente, ajustar el secado de los cultivos de cobertura, en la región Pampeana una decisión crítica es ajustar la fecha de siembra del cultivo de verano”, detalló el especialista.
Es sabido que las siembras de inicios de primavera aumentan el requerimiento hídrico respecto a las del fin de esa estación, especialmente en ventanas críticas para definir el rendimiento. Por eso, es más frecuente que una reducción de la oferta de agua limite el rendimiento.
Además, la ocurrencia de muy altas temperaturas, cuando un cultivo al que le falta agua y no puede refrescarse transpirando, genera daños que reducen más el rendimiento. Hacia el norte, en la región Chaqueña, donde por la amplia estación de crecimiento es factible sembrar aún más tarde, se observa algo similar al comparar siembras de fin de primavera con las de inicio del verano.
En un contexto en donde se estima que el cultivo continúe perdiendo superficie por séptima campaña consecutiva, llegando a 16,5 millones de hectáreas, la menor de las últimas 15 campañas, Mercau aseguró: “La fecha de siembra, además de modificar el riesgo de sequía, tiene un fuerte impacto en el rendimiento potencial, aquel sin limitaciones hídricas ni nutricionales”.
En esa línea, indicó que “así como reducir el riesgo de sequía permite aumentar el piso de rendimientos, los cambios en potencial mueven el techo de los mismos”.
El atraso de la fecha de siembra en soja expone sus etapas reproductivas a días más cortos que, al reducir la longitud de las mismas, recude la capacidad de interceptar radiación y transformarla en biomasa y rendimiento. Además, el atraso expone al llenado de los granos a bajas ofertas diarias de radiación y a temperaturas frescas que reducen la eficiencia con que el cultivo construye rendimiento.
“Ese patrón se aprecia claramente en grupos 3 largos a 5 cortos en siembras desde mediados de octubre a fin de noviembre en la región Pampeana, y en grupos 6 a 8 en siembras de principios a fin de diciembre en la región Chaqueña”, explicó Mercau.
En esas ventanas “la decisión de fecha de siembra en soja debe ponderar la probabilidad de subir el piso y en qué magnitud, y la de bajar el techo y en qué magnitud”. Y sumó: “Como la forma de la caída del potencial para cada genotipo y zona es poco variable entre años y ambientes, el desafío se centra en ponderar si los componentes de la oferta hídrica permiten que se exprese el techo y si la frecuencia de sequías genera un piso muy bajo”.
En esta campaña 2021/22 en términos generales la primavera se inicia con una recarga variable de los perfiles hasta dos metros y con niveles relativamente profundos de napa. Balances hídricos apoyados en datos de estaciones y satelitales, como el de SEPA (herramientas satelitales para el seguimiento de la producción agropecuaria), alertan que existe mucha heterogeneidad espacial.