En el norte santafesino, el girasol convive desde hace décadas con un desafío recurrente: el impacto de palomas y cotorras que se alimentan de los capítulos maduros. Frente a este escenario, un equipo de investigación del INTA Reconquista propone combinar planificación, selección de híbridos y secado anticipado para reducir pérdidas en el tramo final del cultivo.