Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
De este modo, ayudamos a los menores a guardar dentro de sí mismos dos palabras breves fundamentales que usarán el día de mañana: “sí” y “no”. Cuando un niño las ha escuchado a menudo desde sus primeros años, será capaz de decirle “sí a lo bueno” y “no a lo malo”. Hoy más que nunca los padres tenemos que entrenar a nuestros hijos en este aspecto, frente al mundo que vivimos.
¿Qué les sucede a aquellas personas que tienen problemas con los límites?
Podemos dividirlas en tres posibles grupos. En el primero están los que tienen conductas infantiles. Ellos trasgreden los límites porque minimizan las consecuencias y agrandan el placer. Expresan: “Yo voy a hacer esto porque me va a dar mucho placer y tendré una gran ganancia”. Así minimizan las posibilidades de riesgo por sus acciones.
La segunda variable de las personas que transgrede los límites son los omnipotentes. Ellos piensan: “A mí no me va a pasar nada, yo siempre hago lo que quiero”. Alguien con estas características tiene un yo tan inflado que cree que es inmune a todo y todos y nada ni nadie lo detiene porque se mueve por esa sensación de omnipotencia que experimenta.
Y, en tercer lugar, tenemos a los psicópatas. Ellos no respetan los límites. ¿Por qué? Porque los sienten como una represión, como una pérdida de su libertad. A la mayoría de las personas, los límites nos expanden la libertad porque sabemos decir “sí” y “no”. Sin embargo, la gente con rasgos de psicopatía, que está en todos lados, lo vive como un robo a su libertad.
Como resultado, ellos trasgreden. Son cuentapropistas y trabajan para sí mismos. Arman su propio código interno de qué es bueno y qué es malo. Dicho código es único y es solo para ellos. Por esa razón, no les importa el código externo o social. Es decir, los límites de otras personas. Los demás son solamente objetos a utilizar y descartar cuando ya no les resultan útiles.
La conciencia o la moral de los psicópatas no funciona bien. Ese es el motivo por lo que ellos mismos deciden qué está bien y qué está mal que siempre será de acuerdo a su objetivo de búsqueda de poder. Esto nos permite entender por qué aquellos que acostumbran trasgredir los límites impuestos, cuando uno se los hace notar, enseguida se molestan.
¿Cómo deberíamos actuar frente a ellos?
En lo posible, hay que alejarse de quienes no respetan los límites. Porque, al no respetar los límites externos, tampoco nos van a respetar a nosotros y nuestros deseos. Recordá: cumplir con el código externo siempre nos brinda estima, seguridad y, sobre todas las cosas, respeto hacia los demás. Decile sí a lo bueno y no a lo malo.
Bernardo Stamateas
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