¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Las ausencias marcaron la primera velada chamamecera en el Cocomarola

En la noche inaugural se extrañó la tradicional bendición del pai Julián Zini, quien falleció en el 2020. El show de Juancito Güenaga experimentó la falta del histórico acordeonista Luis Cabrera, que inesperadamente el martes pasado murió tras un infarto. También estaba prevista para esa fecha la presencia de Gicela Méndez Ribeiro, quien en los últimos días anunció su baja de la grilla debido a un tema de salud. 
 

Domingo, 16 de enero de 2022 a las 01:00

Verónica Echezárraga 
@veroechezarraga 

Las ausencias marcaron la primera velada de la 31ª Fiesta Nacional del Chamamé, 17ª Fiesta del Chamamé del Mercosur y 1ª Celebración Mundial, que comenzó este viernes en el Anfiteatro Mario del Tránsito Cocomarola. 
Luego de un enero 2021 de luces apagadas debido a la pandemia de covid-19, la celebración volvió a decir presente y, aunque esta edición se parece bastante a lo que el pueblo chamamecero está acostumbrado, no es igual (ni lo será). En la noche inaugural, el escenario Osvaldo Sosa Cordero extrañó la tradicional bendición del pai Julián Zini, quien falleció en el 2020; además, el show de Juancito Güenaga experimentó la falta del histórico acordeonista Luis Cabrera, que inesperadamente murió el martes pasado tras sufrir un infarto. También estaba prevista para esta fecha la presencia de Gicela Méndez Ribeiro, pero en los últimos días la libreña anunció que se bajaba de la grilla debido a un tema de salud. 
En los últimos dos años el mundo entero atravesó una crisis jamás imaginada, una pandemia que aisló a las personas, les quitó los abrazos, la posibilidad de juntarse, de trabajar, les robó la alegría y sumergió a la población en un mar de miedo y desconfianza. La Fiesta Nacional del Chamamé no fue inmune a esto y luego de verse obligada a suspender su edición más importante (porque el año pasado este género fue declarado patrimonio cultural inmaterial de la humanidad), logró este 2022 levantar la cabeza y volver al ruedo, pero, por supuesto, con secuelas. 
El viernes por la noche las puertas del anfiteatro se abrieron de manera puntual, pero no relajada. La gente comenzó a ingresar al predio minutos antes de las 20 con sus respectivos barbijos mientras los guardias les pedían que exhibieran cierta documentación (carnet de vacunación o hisopados), situación que dejó afuera a todos los amantes del género que no contaban con esto. Saludos con “puñito” reemplazaron a los abrazos y la distancia social fue una constante durante las primeras horas, aunque después la música y la necesidad de cercanía hicieron de las suyas, y si bien fue en un grado mucho menor a lo que acostumbra el pueblo chamamecero, quedó claro el deseo del abrazo enchamigado. 
Al menos en la primera noche, en las calles linderas al anfiteatro no hubo pantallas gigantes y tampoco ferias (como se había anunciado). Adentro del predio sí había cantinas y un stand de Cocineros del Iberá, como en años anteriores.  

El escenario 
Imponente como desde hace varios años, el escenario Osvaldo Sosa Cordero con sus pantallas monumentales y juegos de luces dio el marco perfecto a una noche realmente esperada por el pueblo musiquero. La fiesta comenzó puntual y desde el minuto uno quedó claro que este año las cosas van a ser muy diferentes por muchas razones. La ausencia del padre Julián Zini, quien hace un año y medio dejó este plano, fue la primera tristeza de la edición. En su lugar dieron la bendición los sacerdotes Antonio Rossi y Ariel Giménez, a quienes el pai había dejado la posta en la última edición de la fiesta grande, allá por el 2020. 
Luego la grilla se desarrolló de manera ordenada y fue bien llevada por los presentadores, que en la primera mitad de la velada fueron Miriam Fleitas y Gustavo Altamirano, en tanto que en la segunda parte la conducción quedó a cargo de Paola Fermanelli y Raúl Baez. El grupo De Buena Fe fue el encargado de romper el hielo y lo hizo con calidad para un auditorio que, alrededor de las 20.30, comenzaba a poblarse. Fue la sexta participación de este conjunto en la celebración, y en esta oportunidad, además del tradicional espectáculo, su música dio el marco a la presentación de las parejas de baile del interior provincial.  
En estos primeros momentos hubo actividades protocolares, como la despedida de la saliente pareja nacional del Chamamé conformada por Lourdes Montenegro y Jonathan Roth. Se dio además la bienvenida a las nuevas parejas nacionales Milagros Cerdán y Diego Jara de San Miguel y a los juveniles Oriana Orteli y Ariel González, de Machagay (Chaco). 

Neike Chamigo 
Desde hace tiempo era costumbre que el grupo Neike Chamigo liderado por el pai Zini actuara en la primera luna chamamecera, en coincidencia con la jornada en la que Julián daba la bendición, y esa tradición este año fue respetada. Si bien el padre estuvo ausente físicamente, los integrantes del conjunto marcaron su presencia en el micrófono que le correspondía, colocando la estola que el sacerdote utilizó en la última bendición de la fiesta. 
El poeta y docente rural José Lezcano, un hombre sumamente cercano al pai Julián, fue quien recitó los versos del repertorio de este conjunto ícono del pueblo chamamecero. Fue una presentación sentida en la que tampoco estuvo presente la histórica cantante Rosita Leiva, que confirmó que se subirá al escenario recién el 21 de enero con su nuevo proyecto “Chamameceras”. La voz femenina que la reemplazó fue Lourdes Fernández.  

Ausencia inesperada 
Juancito Güenaga y su conjunto es uno de los números más esperados por el pueblo chamamecero en cada edición de la fiesta. Es que “El cultor del chamamé” sabe cómo hacer bailar hasta a los más tímidos, y este año no fue la excepción. Pese a las restricciones, para muchos fue imposible resistirse a los sonidos de los curuzucuateños, que en esta oportunidad demostraron más profesionalismo que nunca. 
Sucede que, aunque su objetivo siempre es llevar alegría al pueblo a través de la música, sobre el escenario la tristeza embargaba este viernes a todos los músicos porque el martes último el acordeonista del conjunto, Luis Cabrera, sufrió un repentino infarto y falleció. “Durante más de 30 años lo tuve a mi derecha, no sé cómo voy a hacer esta noche”, reconoció Juancito con lágrimas en los ojos durante una breve charla que mantuvo con El Litoral minutos antes de subir a escena. 
“Lo llora Yaguá Rincón y todita Curuzú Cuatiá, chamigo Luicho Cabrera, que tu vida descanse en paz”, exclamó el recitador y la música comenzó a sonar. 

Bandas 
La Banda Sinfónica Regimiento de Patricios Tambor de Tacuarí y la Banda de la Policía de Corrientes Cazadores Correntinos se unieron el viernes por la noche para dar un show emocionante. Los integrantes de estas fuerzas hicieron su ingreso a puro ritmo por la parte de atrás del predio y continuaron luego sobre el escenario con distintos chamamés. La propuesta fue del agrado del público, que disfrutó a pleno este momento en que cada agrupación interpretó temas distintos, y para el final se fusionaron en un homenaje a los héroes de Malvinas.  

Nadie resiste
“Kilómetro 11” 
Cuando el reloj marcaba la 1.12 de la madrugada apareció en escena Amandayé y los sapucay subieron el volumen de manera inmediata. El conjunto fue sin dudas la estrella artística de la jornada inaugural y ofreció un espectáculo repleto de alegría y color con temas tradicionales que hicieron olvidar por un momento las tristezas de los últimos dos años.  
El público cantó y bailó con canciones como “Conjunto pena y olvido”, “Bajo el cielo de Mantilla”, se divirtió con “Pombero” y el gran despliegue artístico realizado en torno a esta canción de Marily Morales Segovia, pero el descontrol llegó con el himno “Kilómetro 11”, contra el cual el pueblo chamamecero no tiene ni quiere inmunidad porque el tema ya es parte de su sangre.  

Talento y juventud 
La juventud viene ganando terreno en la Fiesta Nacional del Chamamé y esto no es casual porque cada vez son más los artistas que desde temprana edad suben al escenario Osvaldo Sosa Cordero para mostrar sus cualidades volcadas a la música regional. Este fue el caso el viernes de Mauro Bonamino Grupo, que encandiló con el brillo de un repertorio netamente instrumental de categoría internacional. Jorgelina Espíndola, “La Calandria”, se lució con un espectáculo cargado de dulzura en el que festejó sus 10 años de música, y para celebrarlo invitó al escenario a Ariel Báez, que fue el primero en abrirle las puertas de un escenario. La potencia de Nendivei fue uno de los puntos fuertes en la madrugada de la primera luna chamamecera. 
La noche tuvo muchos momentos altos y uno de ellos fue un homenaje a los médicos en tiempos de pandemia. La propuesta se tituló “Arte y salud” y se llevó muchos aplausos. Además, fue presentado un audiovisual en el que se recordó a todas las personas vinculadas al chamamé que fallecieron en los últimos dos años. Al cierre de esta edición y con una temperatura muy elevada comenzaba la segunda jornada musiquera en el Cocomarola. 

Últimas noticias

PUBLICIDAD