Mariana Escarlón
De la Redacción
El puente era un sueño anhelado por correntinos y chaqueños que día a día se subían a barcazas, conocidas como El Vaporcito, para abrazar la unidad de ambas provincias. Por motivos familiares, laborales o comerciales y la necesidad estatal de la región de romper el virtual aislamiento en el que se encontraban las provincias de Corrientes y Misiones del resto del territorio argentino, a finales de 1968, los planes para la construcción del puente interprovincial General Manuel Belgrano dieron inicio.
Se cumplió ayer un nuevo aniversario de la inauguración del viaducto sobre la Ruta Nacional 16, en el tramo argentino del río Paraná. La megaobra cumplió este 10 de mayo 49 años y millares de viajes sobre su estructura.
En 1973, las obras llegaron a su fin, tras 7.720.000 horas de trabajo, el esfuerzo de 950 obreros y un promedio de 44 técnicos y administrativos. Incluso, la muerte de 12 trabajadores ante la magnitud y el riesgo de las tareas.
Según relatan las historias, la gran mayoría eran obreros que sobreexigieron a un ascensor montacargas que se desplomó desde más de 30 metros de altura, provocando la muerte de todos sus ocupantes. La decimosegunda muerte fue la de un técnico italiano que falleció electrocutado al caer la prueba de carga.
Así, entre vencimientos de los plazos previstos, tragedias y arduas horas de trabajo, la obra quedó oficialmente habilitada el 10 de mayo de 1973, durante la presidencia del general Alejando Lanusse, aunque detalles finales se ultimaron luego de la fecha.
Miles de personas subieron a conocer el puente, bautizado en honor al abogado y militar argentino Manuel Belgrano. Largas filas de automóviles esperaban por el corte de cinta para poder transitar sobre el viaducto, a una altura de 30 metros. Era inédito e histórico y, a ambos lados del nuevo emblema regional, los ciudadanos se sabían parte de un hito arquitectónico e ingenieril.
La jornada fue una gran fiesta cívica, por la magnitud de la obra y por ser una respuesta ante la necesidad de unidad de ambas provincias. Miles de personas colmaron la explanada del puente esperando durante horas para cruzarlo una y otra vez.
Incluso, durante los días siguientes, transitar sobre el río Paraná se vivió como todo un suceso. Las personas que lo vivieron aún recuerdan, por ejemplo, una “caravana de Torinos” circulando por el viaducto.
En el medio de la vorágine y de la emoción popular por una estructura única en la región se crearon recuerdos que aún hoy son relatados. Desde Itatí, más específicamente desde el paraje Chilecito, el conocido Carlitos Gaúna llegó a la capital correntina a bordo de un colectivo. Le tocó transitar por primera vez sobre el puente, conduciendo una unidad de la antigua e histórica línea 8, interno 51.
Un informe realizado por un equipo de investigación histórica del Chaco indicó algunos datos sobre la emblemática obra: su altura desde el nivel del agua del río hasta la cumbre de los pilones es de 92 metros, igual a la altura de un rascacielos de 31 pisos; con el hormigón usado en la construcción, se podría realizar un edificio de mil pisos, 5.000 casas de cuatro piezas o se podría pavimentar una ruta de 70 kilómetros.
Tras siete años de trabajo de más de mil personas, sobre cantidades enormes de piedras, tierra, arena, cemento y acero, sin dejar de lado el recuerdo de aquellos que fallecieron por el sueño de la megaobra y detrás de cada cruce en El Vaporcito, ya no realizado, vive el puente interprovincial General Manuel Belgrano.