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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

El bombardeo de Alvear

Por el profesor Miguel A. R. Villalba.Especial para El Litoral.

El acontecimiento que paso a relatar envolvió a las ciudades de Itaquí y Alvear, allá por el mes de junio de 1874.

    Para ubicar al lector en la época, porque como dice el dicho, “el texto, sin contexto es un pre-texto”,  recordemos que en marzo de 1870, en Cerro Corá, 400 paraguayos  sucumbieron ante 2600 guerreros argentinos, brasileros y uruguayos, aliados,  que enseguida  dieron cuenta de Francisco Solano López, con lo cual terminó la fase armada de la guerra del Paraguay, iniciándose las conversaciones de paz, que duraron tanto o más que los combates, hasta 1876. 

 Y fue en ese período de discusiones  diplomáticas,  en oportunidad en que la escuadrilla brasilera Alto Uruguay, compuesta por los monitores “Alagoas” y “Pará”, cañoneras “Tramandahy” y “Vital de Negreiros” y las chatas “Europa” y “América” y una lancha armada,  se encontraba fondeada  en el puerto de Itaquí, Río Grande del Sur, a cargo del Capitán de Mar Estanislau Presowodowsky (de origen Polaco) oficial convicto y  celoso de la honra de sus comandados, cuando sucedió el hecho que nos ocupa. Corría el mes de junio de 1874. 

    El día 18, conforme la versión  que circuló en Itaquí,    en ocasión  que el médico-jefe del Cuerpo de Salud de la Armada Imperial, Dr. Pamphilio Manoel Freire de Carvalho se trasladó a la vecina Villa de Alvear, a solicitud de un paciente suyo que, por lo demás, había atendido ya anteriormente y medicado,  no bien puso  los pies en tierra argentina, fue retenido y golpeado duramente por unos desconocidos.

    Del  lado argentino se difundió el rumor, con mas detalles, de  que ese día  el galeno  se encontró, en un momento entre las 4 o 5 de la tarde,  con dos colegas italianos, los Doctores Guido Beratti y Vicente Logatto, sentándose a un bar del puerto a tomar unas copas. La charla, que en principio fue amena,  mezclada con el alcohol  degeneró enseguida en áspera discusión  que  más tarde derivó en una fenomenal golpiza en la cual el portugués, inferior dos a uno, llevó la peor. No podía ser menos, la crónica brasileña tal vez con alguna exageración, describe que el Dr. Pamphilio tenía apenas un chicote, mientras que los “acelerados”, como los define, portaban “espingarda, cuchillo y revólver”. 

Los malechores, después de dejarlo caído gravemente herido, siguieron su camino lo mas campante, sin que nadie intentara detenerlos, ni siquiera el guarda del puerto, quien habría asistido  indiferente al suceso. 

Como el episodio se desarrolló  a la vista de las embarcaciones brasileras, algunos de sus tripulantes corrieron en ayuda del infelíz médico, llevándoselo a duras penas a bordo. 

    La tunda, que apareció como sorpresiva y  gratuita, habría tenido sin embargo, su origen en un episodio ocurrido días atrás,  cuando los médicos italianos Beratti y Logetto, que se hallaban radicados hacía un tiempo en Itaquí, tuvieron que abandonar la localidad y pasar  al territorio argentino, después de desacatar a la  autoridad  local, que los prohibiera de ejercer la medicina en la ciudad, en razón de que no estarían  habilitados para ello. Es probable que supusieran -o fuese verdad-, que el 1er. Cirujano de la Armada Imperial, Dr. Pamphilio tuviere una intervención decisiva en el dictado de tal ordenanza, por lo menos así lo destaca el Jornal de Commercio de Pelotas RS , (01).    

Aún maltrecho, el médico se entrevistó al día siguiente, bien temprano, con el Cmdte. Presowodowsky,  relatándole lo acontecido, de los golpes y heridas recibidos, informándolo, en fin,  del acto de  violencia sufrido. El Cmdte. profundamente indignado con el procedimiento de las autoridades locales, concretamente, la guardia del puerto,  que parecía haber protegido el ataque llevado contra uno de sus oficiales, puso en conocimiento del hecho al  cónsul brasileño en Alvear, Santiago Barreiro, quien ofició de inmediato  al Juez pedáneo de la localidad argentina, don Cirilo Leiva, (02)  exigiendo un informe de lo sucedido y la entrega de los culpables del atentado, pedido que el Juez ni se molestó en contestar, entretanto, como circuló, los agresores merodeaban por el puerto, dirigiendo provocaciones a la tripulación de la escuadrilla (03)  

En razón de que transcurrieran tres días sin que el Juez de Alvear  se pronunciara en algún sentido, el 21 de Junio el Comandante Presowodowsky, asumiendo la responsabilidad, dirigió un violento ultimátum a las autoridades argentinas. “La fuerza brasileña no vino a estos confines a hacer el ridículo y presenciar el insulto hecho a ciudadanos súbditos del Imperio de Brasil. (04) Me entregan a los doctores Beratti y Logatto  o me veré obligado a abrir fuego sobre la villa”. 

Según versiones otorgó un plazo de cuatro horas para la entrega de los culpables. Cumplido el cual y apersonado el capitán brasileño al Juez Leiva,  éste  nuevamente se negó a la entrega de los sujetos, “con un maquiavelismo que  igualaba al cinismo con que se había perpetrado el crimen” según la prensa brasileña. La negativa del  funcionario indignó profundamente al Cap. Presowodowsky, quien reaccionó  dándole un plazo de 24 horas para hacerlo, bajo pena de bombardear la ciudad,   “si  hasta mañana al mediodía no estuviesen presos los criminales”. Se retiró ofuscado, a media mañana, dando un portazo  al despacho del juez. 

La respuesta del Juez al ultimátum recibido fue abandonar precipitadamente la Villa hacia el interior, quizá porque los agresores ya  habían hecho lo propio, según se dijo.  El gesto habría sido imitado  por las otras autoridades, incluido el comandante y los hombres que tenía, dejando el pueblo a su suerte, sobre todo cuando las naves comenzaron a tomar posiciones.  

Al mediodía de ese 22 de junio de 1874, tres cañoneras  de mediano porte de la armada Imperial se dispusieron frente al puerto. Desde el buque insignia “Lamego”, el Comandante ordenó abrir fuego. 

Los cañones de los monitores iniciaron la andanada de Diez disparos previstos,  hasta que al 4to estampido, se dejaron ver unas personas portando una bandera blanca que se avecinó a la playa. Era una comisión de negociantes, los cuales, secundados por otros de la misma Itaquí, hicieron ver al exaltado jefe brasilero la imposibilidad de entrega de los criminales, en razón de que los mismos, dijeron, se  habían dado  a la  fuga.  La población argentina soportó el ataque indefensa e indignada, pero afortunadamente, sin víctimas. Es que, caballerescamente, Presowodowsky había ordenado dirigir los disparos por elevación, tal  que fueron a estrellarse fuera del radio urbano, sin ocasionar daño a la población. La acción, al parecer, estuvo dirigida nada mas que a lavar la afrenta, antes que matar gente inocente.

Del lado argentino del río se comentó que los verdaderos culpables serían las  propias autoridades de Alvear que hicieron causa común  con los improvisados médicos italianos, sus protegidos. Y más, aún cuando se tratara de un hecho reprochable, que merecería sin duda la cárcel de los actores, era necesario que el Comandante brasileño aceptara la disculpa, para terminar con lo que se había convertido en -y lo era-, una cuestión internacional que podría acarrear graves y  serias complicaciones a los dos países.

En ese orden recién el 5 de julio, el Juez del Crimen recibió por un chasque del  Jefe Militar de la Cruz, la noticia que “el pueblito de Alvear había sido bombardeado por la escuadra brasilera”,  que el Juez ignoraba, por lo que “despaché un Sargento, el mas inteligente, para cerciorarme del hecho” sabiendo “de modo positivo que no fueron mas que cuatro cañonazos que tiraron sobre el pueblo sin haber causado destrucción”, con el agravante, informa el Juez, que  la contestación del Jefe de Alvear “nada dice” para que este Juzgado pueda tomar medidas de precaución”. (05)  

Un tal Juan Carlos Leiva, presunto pariente del Juez, que en principio confirmaría su  alejamiento de la ciudad,  hace conocer el 6 de julio, nota presentada el 3 por el Vicecónsul brasileño, informando que –ante lo sucedido- había pasado a residir en Itaquí, tal como también había puesto en conocimiento del Juez de 1ª. Instancia de Paso de los Libres, para agregarse a los actuados iniciados con motivo del bombardeo del 22 de junio.

Este Leiva que actúa en forma poco ortodoxa,  ni al parecer legalmente, aparentemente sorprendido, se permite “consultar sobre la legalidad del hecho, completamente nuevo, de la residencia en Brasil del Vicecónsul,” y pide al Gobernador “se sirva darme las instrucciones precisas sobre la conducta que en su virtud debo observar”. La severa respuesta del Gobernador,  el 20, de que “la conducta que debe observar es la de la mejor armonía con el Vicecónsul brasilero”, debe haberlo orientado. (06) 

El Juez de La Cruz, José Domingo Alvares, el 7 julio, responde ante requerimiento en ese sentido, que  “el Sumario del hecho entre el Dr. Pamfilo (Brasilero) y los Dres Brunatti y Legatto (italianos) fue instruido oportunamente y remitido al Sr. Juez de 1ª Instancia de Paso de los Libres, entonces don Ramón Saráchaga, de conformidad a lo establecido en el Reglamento Orgánico de Administración de Justicia de la Provincia, por lo que ante dicho Tribunal pende la Resolución de esta Causa, procedimiento que  el Gobernador Cabral y Melo aprueba (07) 

La cuestión también llegó a la Presidencia. A lo que parece, el 02 de julio  habían elevado al Dr. Carlos Tejedor una carta fechada en  30 de junio,  con 5 documentos sobre el acto de barbarie ejecutado por el comandante Brasilero sobre Alvear, asegurando que se habían impartido las órdenes para establecer los hechos que dieron pretexto al atentado mediante una información sumaria.

El presidente, con fecha 10 de julio pone en conocimiento del Gobernador provincial estos hechos y además, expresa que “cualquiera que hubiera sido el delito convertido en territorio argentino por los individuos Binale (Brunatti) y Legatto, su conocimiento y castigo  corresponde a las autoridades de Alvear y éstas procedieron perfectamente negando la entrega de los autores, no obstante cualquier amenaza”.

Aunque  había escrito al gobierno  Imperial brasilero exigiendo reparaciones, el Dr. Tejedor hace notar, sin embargo, que “las leyes argentinas que protegen a todos, obligan por nobleza y nos imponen el deber de ser igualmente prontos en el esclarecimiento y castigo, si hubiere lugar, de las violencias infringidas al médico brasilero que además vestía, según se dice, en esos momentos, el uniforme militar brasileño y este Gobierno confía que las autoridades competentes no dejarán nada a desear a este respecto. (08) No hemos encontrado constancias del sumario iniciado, ni de su finiquito, pero tenemos serias dudas de que se haya punido en alguna forma a los médicos agresores.    

La prensa brasileña, por su parte, se preguntó si el Oficial, de honrosos antecedentes, se había excedido al ceder a un noble sentimiento de indignación y no supo guardar la debida prudencia. Es posible. Por lo que sabemos, no dudamos reconocer que el joven Cmdte. obró contra derecho e imprudentemente. Será que puede repercutir contra el gobierno por este acto?  Conociéndose los hechos pensamos que el Gobierno Imperial sabrá conciliar la dignidad nacional con el espíritu de justicia en la solución del conflicto. (09)

La justicia brasilera obró y  el Capitán terminó por pagar los costos de su actuación desmedida. Sobretodo  después y con motivo de  la nota de queja enviada por el presidente argentino al Gobierno Imperial Brasileño, exigiendo la debida reparación del atentado. El marino, fue exonerado del Comando, preso y sometido a consejo de guerra. 

El caso tuvo un desdoble geopolítico. En la época, luego de la sangrienta guerra de la Triple Alianza,  el Brasil  al parecer, abrigaba algunas intenciones de anexionar el Paraguay, observa el Historiador Miguel Angel Scenna. De hecho, al diplomático brasilero, el “Juca” Silva Paranhos,  Barón do Río Branco, le llamaban el Virrey del Paraguay, de manera que el hecho que relatamos, podía derivar en un “casus belli”,  pero el gobierno argentino, dice, apretado entre elecciones presidenciales y nubes revolucionarias se limitó a una protesta protocolar, desentendiéndose del grave asunto. En la percepción del historiador citado, existirían razones bastante poderosas para creer que  ese acto unilateral de fuerza  habría sido un puntazo sabiamente calculado por el canciller Silva Paranhos, para calibrar la capacidad de reacción de la Argentina. Si soportaba que le bombardearan una población, con mas razón y sin muchos problemas bien pudiera ser que tolerara la incorporación del Paraguay, por parte del  Brasil.(10)

Hemos visto que la protesta argentina no fue apenas protocolar, sinó que se exigió una congrua reparación y el autor fue debidamente condenado, por lo que entendemos  excesiva la posición del Historiador. 

Andando el tiempo, la paz volvió al punto fronterizo. En Alvear, como recordatorio,  una calle ostentó durante mucho tiempo el nombre de “22 de Junio”, mientras que en Itaquí, la comunidad, consciente de lo sucedido y reconociendo la conducta patriótica exhibida por el Capitán,   lo veneró como un héroe, imponiendo su nombre al único teatro de la ciudad.

 Algún desprevenido transeúnte que se detiene al costado de la plaza principal de la ciudad y admira la fachada neoclásica del monumental edificio que se alza enfrente,  denominado “Estanislau Presowodowsky” seguramente  asociará su nombre con algún representante del teatro o de la danza.  No pocos se sorprenderán, seguramente,  cuando se enteran de la acción y el personaje. Y del homenaje. Merecido sin duda, pero poco común, indudablemente. 

01  CFS  Periódico “Jornal de Commercio”, Pelotas, edición del  24 de junio de 1874 

02  Cirilo Leiva,   fue uno de los primeros pobladores de Alvear, donde se hallaba  afincado desde 1862. 

03 CFS Periódico “A Regeneração”, de Desterro (Florianópolis), edición del 09 de Julio  de 1874, que  reproduce un artículo de  “La Patria”, de Uruguay. 

04  No olvidemos que recién en 1889 el Brasil adoptó  la forma republicana. 

05  CFS AHPC, Correspondencia Oficial T. 296, p 131

06 CFS  AHPC Correspondencia Oficial, T 296, p 135

07 CFS  AHPC Correspondencia Oficial, T 296, p 136

08 AHPC Correspondencia Oficial  T 296 p 167/8.

09 Periódico “A Nação, Político, Comercial e Literario”, Pelotas, edición del 07 de Julio de 1874. 

10  MIGUEL A. SCENNA,  “Argentina-Brasil, el equilibrio”, artículo publicado en revista Todo es Historia, n° 79, Diciembre/1973

 

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