El investigador independiente Eduardo Raúl De Lucca registró en Corrientes un extraño comportamiento de las aves rapaces, que aprovechan los incendios para alimentarse. Utilizó el término “carnivoría pírica” para comprender este fenómeno, y lo comparó con los comportamientos de otras especies del mundo.
“La atracción de las aves de presa por los incendios, con la finalidad de predar sobre animales que escapan o que perecen en las llamas, es un fenómeno ampliamente descrito a escala global, siendo numerosas las especies señaladas como pirófilas (“amigas del fuego”)”, explicó De Lucca, y aseguró que los chimangos (Milvago chimango) son los protagonistas locales en estos casos.
Destacó que las especies registradas en este foco de incendio ya habían sido mencionadas en frentes de fuego por otros autores. Juntos señalan como especies atraídas por las quemas al aguilucho colorado y al aguilucho alas largas, al chimango y al carancho (también al caracolero, Rosthramus socialbilis) en Corrientes.
“La atracción del chimango (ver foto) por el fuego es innegable, con 190 ejemplares contabilizados en los dos kilómetros del incendio del total de 300 detectados en los 179 kilómetros relevados”, especificó el investigador. El chimango es una especie oportunista, de demostrada plasticidad y aptitud de aprendizaje. Se presume que una historia evolutiva de casi dos millones de años en sabanas pudo brindarle a esta ave sobradas oportunidades para aprender a obtener alimento aprovechando tanto incendios naturales como aquellos provocados por el hombre. De Lucca consideró al chimango como la especie en la cual focalizar este tipo de estudios, del fenómeno de carnivoría pírica, en el cono sur de Sudamérica. “Los chimangos y otras especies pueden predar durante el incendio o carroñear en áreas quemadas o ver facilitada su caza porque se despejó la vegetación”, explicó.
Debido a la catástrofe de los incendios en el verano pasado, recordó unos viejos registros y los analizó para publicarlos con el título “Rapaces en un incendio de pastizales: un caso de carnivoría pírica en el Norte de Argentina”, en la revista de ciencia “Historia Natural”. Allí también se publican trabajos en las áreas de geología, paleontología, botánica, zoología y ecología.
Relevamiento
Para analizar sus observaciones de aves rapaces, De Lucca tuvo en cuenta un reciente estudio realizado en Norteamérica, que habría evaluado este fenómeno por primera vez y en donde se observó un incremento significativo de aves de presa en áreas incendiadas con fuegos prescritos. Se acuñó el término “carnivoría pírica” (pyric carnivory), para dar un nombre a la respuesta de predadores carnívoros al fuego.
El 18 de enero de 1994, entre las 08.40 y las 17.30, se efectuaron un total de 179 kilómetros de conteos de rapaces a lo largo de la Ruta Nacional 12, abarcando una porción del sudoeste de Misiones y del nordeste de Corrientes.
En el área relevada, esta ruta se extiende al sur de laCentral Hidroeléctrica Yacyretá-Apipé (inaugurada unos seis meses con posterioridad al presente estudio).
Los conteos los realizaron tres observadores desde un vehículo a baja velocidad (De Lucca, junto al experto en rapaces selváticas Jean Marc Thiollay, recientemente fallecido, y Sergio Seipke). Entonces registraron todas las aves de presa vistas, deteniéndose en caso de ser necesario para efectuar alguna identificación y empleando binoculares para tal fin.
Publicación
“A principios del año pasado me acordé de estas observaciones al leer un artículo que acuñaba el término “carnivoría pírica” para denominar la atracción de rapaces por incendios para hacerse de presas y otro, que mencionaba que tres especies de aves de presa de Australia propagarían fuegos adrede (los han llamado 'firehawks') como estrategia para procurarse alimento”, contó De Lucca.
“Así fue que busqué en viejas libretas de campo y afortunadamente allí estaban, resistiendo el paso de las décadas, las anotaciones de ese suceso. Surgió así esta sencilla nota (publicada con varios meses de atraso por cuestiones editoriales) cuyo “actor principal” es nuevamente el Chimango (como en los últimos dos artículos que me han publicado- uno junto a coautores)”, detalló el investigador, y recordó que “el mencionado retraso llevó a que el artículo se publicase justo ahora, estando tan candente el tema de los incendios en esa provincia”.
Su interés en esta publicación científica se debe a que se encontró con “un fenomeno que debe ser muy común pero que no habia sido muy destacado en articulos de ciencia”.
“Por eso me pareció que podría ser interesante dar una especie de punta pié inicial en Argentina”, manifestó De Lucca.
Pastizal quemado
El fotógrafo de vida silvestre, Carlos Pantaleone, apoyó la propuesta descriptiva de De Lucca. “El 28 de febrero fui a Colonia Carlos Pellegrini a llevar unas donaciones y al salir de Rincón del Socorro, donde las entregué, fui foteando como hago siempre, hasta llegar al pueblo. Ni bien comencé a rodar por la ruta en la zona quemada, me llamó poderosamente la atención, algo que en mis viajes anteriores jamás había visto: una alta concentración de chimangos, posados en árboles, alambres y cables a lo largo de algunos kilómetros, pero siempre en la parte de pastizal quemado”, relató. “Me acuerdo de haberle dicho a mi mujer: ‘algo raro está pasando’... Jamás he visto tantos chimangos en una área así, y casi desaparecidas las demás especies rapaces, que abundan en esta zona”, agregó el fotógrafo.
Resultados
En ese frente de incendio de dos kilómetros de extensión se contabilizaron 213 aves de presa pertenecientes a cinco especies a saber: 190 chimangos (Milvago chimango), 13 caranchos (Caracara plancus), cuatro aguiluchos colorados (Buteogallus meridionalis), tres aguiluchos alas largas (Geranoaetus albicaudatus) y tres halcones plomizos (Falco femoralis).
Esa concentración de aves de presa en el siniestro ígneo fue de tal magnitud que superó al número total de ejemplares contabilizados ese día, en sectores libres de incendios (191 rapaces/177 km).
(IB)