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/Ellitoral.com.ar/ Especiales

ArBra, un proyecto de integración cultural que desafía las fronteras

Por Carlos Lezcano y Gabriela Bissaro

Especial para El Litoral

n Con la llegada del Mercosur y sus políticas diseñadas desde las metrópolis, Alvear quedó entre dos ciudades con las que comparte pasado pero que fueron bendecidas con puentes internacionales y se disputan el protagonismo de la zona de integración comercial: Santo Tomé y Paso de los Libres. Esta reconfiguración hizo que aquella localidad hermanada con Itaquí, Brasil, desvaneciera su horizonte intercultural. 

En 2015, un par de profesoras de música y artes plásticas emprendieron una actividad destinada al intercambio y el enriquecimiento de la experiencia pedagógica. No imaginaban entonces que siete años después el proyecto se convertiría en un motor central de integración cultural de toda la costa del Uruguay. 

Con el correr de los años se sumaron personas e instituciones del sector público y privado que colaboraron para impulsar ArBra. De evento a programa, el trayecto de esta experiencia está hilvanado por el deseo de sostener el patrimonio cultural de la zona común que trasciende los límites normativos.

En la actualidad ArBra tiene como misión crear un circuito de exhibición internacional que fomente el conocimiento mutuo y la interrelación para generar nuevas maneras de integración y beneficios mutuos entre ambos países. Mercy Gervasoni es una de las creadoras e impulsoras de ArBra, este evento que intenta unir Argentina y Brasil.

—¿Qué fue lo que las movió a vos y a Marisa a poder iniciar ArBra?

—La verdad es que al mirar un poco hacia atrás y ver el camino recorrido, me emociona. Hace poco días estuvimos cumpliendo el séptimo aniversario. Lo hablamos con el equipo, y creo que siempre nos reconocimos como fronterizos, es una palabra que utilizamos mucho aquí en la zona, pero con un sentido tal vez un poco diferente a su significado real. Entonces, siempre había ese reconocimiento, tanto del lado brasileño como nuestro, esa inquietud de profundizar el conocimiento mutuo de ver esa curiosidad de cómo era del otro lado, cómo vivían, sus costumbres, tradiciones, y creo que ese interés mutuo la verdad es lo que los trae hasta aquí.

—Si pudieras definir ese ser fronterizo, ¿qué características le pondrías?

—Ser fronterizo no distingue ser argentino y ser brasileño, tenemos cosas en común al compartir la cultura, el lenguaje obviamente es diferente, pero desde las propias actividades diarias, necesito tal cosa y me pego el cruce (es un término muy usado en las fronteras), el tener amigos de un lado y del otro, familias que estás conformadas por inmigrantes brasileños, o lo mismo argentinos allá, es algo muy común que se vive en la región de frontera.  

—¿Cuáles fueron las primeras acciones o hechos que comenzaron ese camino?

—Dentro de ArBra iniciamos con un proyecto de intercambio. En mi familia tenemos conservatorio de arte y música, entonces, en una primera instancia tuvimos la idea poder acercar a nuestros alumnos a que pudieran conocer la ciudad vecina, que es Itaquí, en esta ciudad hay un teatro, que es el teatro Prezewodowski, es el segundo teatro más antiguo de Latinoamérica. Nos pareció extraño que las personas y los alumnos que concurren al conservatorio no lo conocieran y entonces, nosotros siempre amantes de la cultura, del arte, queríamos justamente querer proveerles de esa experiencia.

Así que, la inquietud partió de poder ver cómo lo podíamos realizar, cruzamos, hicimos la travesía ya que entre estas ciudades no existe un puente físico, entonces, se atraviesa el río Uruguay a través de una balsa y al llegar a otro lado que está a escasos 350 metros, es un viaje en balsa muy corto. Uno llega a la ciudad de Itaquí y bueno, literalmente compartimos la idea de poder, junto con la Secretaría de Cultura y Educación de ese momento, ver cómo nuestros alumnos pudieran conocer y vivir esa experiencia, tanto de la travesía, de conocer el lugar, de hacer como una miniexcursión. Y eso se transformó en una recorrida turística de conocer otros puntos en temáticas de la ciudad, la historia, tratarlo también a través de la música, del folklore, desde experiencias activas donde pudieron participar junto con profesionales de la danza.

La verdad que fue una experiencia muy enriquecedora para todos los que vivieron. Empezamos con un grupo de 20 y terminaron cruzando casi 80 personas. Y así esto fue sumando año tras año.

Todas las localidades cambiaron con el tiempo, pero aún así se mantuvo un lazo inquebrantable que las continuó uniendo hasta nuestros días. Y fue esta la razón, que nos motivó a aportar desde nuestro lugar el seguir tendiendo puentes; que permitieran conectar a las nuevas generaciones y así favorecer al crecimiento de cada una. Este proyecto tiene como finalidad a través de las distintas áreas que promueve, un conocimiento mutuo, interrelación, promoción y generación de nuevas posibilidades: educativas, económicas, de trabajo y culturales.

—Pensar la integración necesariamente tenemos que pensarnos distintos o diversos en todo caso, y ahí hay una potencia. Si fueran todos iguales a un lado y otro lado del río no habría novedad; sin embargo, lo interesante radica justamente en poder mirar los puntos en común pero también reconocerse en la diversidad, en los distintos. Vos señalabas la lengua. ¿Cuáles son esos puentes que sí existen entre Alvear e Itaquí y su gente?

—Como bien señalabas, cuando comenzamos con todo esto estábamos absolutamente conscientes de la realidad que teníamos. No quisimos pararnos en lo que no tenemos o en lo que hace falta, sino en ver qué era eso que nos podía unir. Sabemos que, vuelvo a reiterar: cultura, arte, tradición, nos acercan, nos hermanan, son parecidas entre sí. Obviamente, con sus diferencias que hacen a este proceso que hubo a principios del siglo XX migratorio de un lado y del otro, y enriquecerlo. Entonces, partimos de esa base de “vamos a conocernos un poco más a ver qué encontramos del otro lado y ellos también desde el nuestro”, y la verdad es que hemos construido ese camino y esos puentes de integración que se han dado en los inicios a través del arte, cultura y patrimonio que es una de nuestras categorías de hoy en día, pero también a través del desarrollo económico, del turismo del medio ambiente. Reconocer ese medio ambiente no como dos realidades completamente separadas, era uno de los temas que se trató esta semana que pasó, sino compartirlo el mismo río; entonces, desde tantas áreas podemos trabajar esta integración.

—En alguna conversación que tuvimos, vos me dijiste que la integración se fue perdiendo con los horarios de la balsa. ¿Cuáles fueron esos hitos que marcaron esa desintegración, si pudiéramos llamarlos de esa manera?

—Sí, una de las cosas que te comentan una vez que llegas a esta zona es que se implementó lo que se conoce hoy en día como el Mercosur, las cosas cambiaron rotundamente. El pase era algo muy habitual, hay miles de historias de familias que se formaron entre los bailes de un lado, los bailes del otro lado, como cruzaban tanto en lanchas, la balsa que ya existía obviamente. Cuando se instauró el Mercosur, aquí lo que sucedió fue que obviamente reglamentó una serie de cosas que me parecen que son correctas, pero eso mismo fue alejando a través de la normativa el poder cruzar desde las mercaderías propias, los horarios que se instauraron, que permanecen hasta el día de hoy, y que es un reclamo en ese caso puntual de la gente de aquí de poder flexibilizar un poquito más o ampliar esos horarios que realmente restringen mucho el poder de la integración. Por ejemplo, nosotros para los eventos que son fines de semana tenemos que solicitar permiso de habilitación de puertos especiales porque no funcionan.

—Y si no cruzan por la balsa Alvear-Itaquí, ¿cuál es el recorrido para poder pasar al otro lado? ¿Tienen que ir hasta Paso de los Libres?

—Exactamente, o Santo Tomé. Se conoce como dar la vuelta.

—Quiere decir que por un lado están los grandes objetivos del Mercosur y por otro lado las prácticas cotidianas de dos pueblos que viven en comunidad.

—Exacto. Es una de las cosas que siempre se plantea aquí en la costa. Tiene que ver con el hecho de que el Mercosur dio un gran beneficio a nuestros países como desarrollo macroeconómico, benefició a Buenos Aires y Sao Paulo, pero al de frontera; es decir, al intercambio de fronteras le perjudicó y principalmente a las ciudades que no tenían puentes entre sí. Entonces, una de las cosas y de los objetivos que nos propusimos desde ArBra era, justamente, poder traer ese Mercosur de hecho, a nuestra región de frontera.

—¿A qué se debe que ArBra haya sumado tantas personas e instituciones? 

—La verdad es que es una pregunta que nosotros también nos hacemos, porque realmente ArBra se compone de gente buena y de profesionales que han encontrado en este proyecto de integración un camino para poner esas ideas y esos sueños que muchas veces las tenían y no sabían cómo encauzarlas. Porque el fronterizo siempre vive con esa conciencia de mirar al vecino; entonces, encontrar ese canal de comunicación y de poder realizarlo es lo que atrajo a la mayoría. Creo que el trabajo con responsabilidad, el saber que desde el día uno ArBra plantea un trabajo en equipo, un trabajo colaborativo hace justamente que las personas puedan sumar desde el compromiso hasta la experiencia y poder llevar a cabo tantos los proyectos como las actividades y los eventos que se realizan.

—¿Cómo fue la última reunión en Uruguayana?

—El día 5 de agosto se realizó en Uruguayana el lanzamiento de la edición 2022 del ArBra y una de las cosas que lo tornó especial es que pudimos contar con representantes de todas las ciudades que participan, en la actualidad son 14 en total, son tres provincias y 14 ciudades, y poder ver en esa sincronía el trabajo que también se realizó dos años en pandemia a través de la virtualidad, nos pudimos conocer en persona con muchas de las ciudades que habíamos trabajado a distancia. Creo que después, pasados los días, todos comenzamos a caer en lo importante que había sido, porque realmente ArBra es un proyecto de integración que trabajamos a pulmón.

—Quiero que puntualices algo que es importante. En general, las críticas a este tipo de eventos es que son muy generales y no generan actividades. ¿Querés contarnos cuál es? Hay una agenda hasta fin de año... 

—Así es. La agenda oficial inicia este viernes con la categoría deportes, la ciudad anfitriona es Alvear, Corrientes, donde inicia con un torneo internacional de ajedrez, donde todas las ciudades han confirmado sus delegaciones que van a venir a competir a la ciudad de Alvear y, a partir de allí, en cada semana se van sucediendo de acuerdo a las siete categorías generales distintos eventos y actividades que corresponden a, por ejemplo, el área de desarrollo, educación, área empresarial, cultura, gastronomía, turismo y demás.

—¿Qué soñás para ArBra? 

—La verdad es que esperamos y trabajamos en pos de que ArBra pueda seguir creciendo, que cada una de las categorías se siga fortaleciendo, porque ese es uno de los adjetivos, con esta vuelta a la presencialidad también tenía que ver con eso, con priorizar las teorías por actividad. Y en las categorías que, todas en sí, pero tenemos como desarrollo económico-turístico-gastronomía, son categorías nuevas que favorecen al desarrollo regional; entonces, nuestro objetivo es que puedan seguir creciendo, que más personas puedan seguir sumándose a este proyecto y traer, como este año por ejemplo, en la categoría desarrollo, traer la parte de innovación y capacitación es que no se tienen acceso en esta región y también en nuestra provincia. Entonces, la idea siempre seguirá apuntando a la mejora y a que esa mejora sea sostenible en el tiempo.

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