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El cine como gesta artesanal

Domingo, 09 de abril de 2023 a las 01:00

Por Carlos Lezcano
Especial para El Litoral

Lucia Sbardella obtuvo la beca Talents BA, que le permite continuar trabajando su película en desarrollo “La distancia sensible” que ya participó de las tutorías de la Bienal de Arte Joven 2021- 22. El proyecto se inició en pandemia con la tutoría de Gustavo Galuppo y, además, asistió a la residencia Inve de Video Experimental en Chile donde continuó trabajando con el proyecto en talleres de rotoscopia y animación en 3D.
Recordemos que Talents es un foro de discusión integrado por profesionales de la industria cinematográfica sudamericana, organizado por la Universidad del Cine en colaboración con el Festival de Berlín - Berlinale Talents, el Goethe Institut y el Bafici (Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente). La película explora distintas formas del retrato y autorretrato a partir de la imagen de su abuela, Celia. ¿Cómo se construye un retrato a través de toda una vida? Estas son algunas de las preguntas que trabaja en el cortometraje y además a lo largo de la película, va ensayando un encuentro de cercanías y distancias. 

—Hace mucho que no tenemos noticias tuyas, pero sé que estás trabajando en una película.
—Sí, se trata de un proceso bastante largo. Es un proyecto de cortometraje en el que estoy trabajando desde finales de 2019.  
—Coincidió con la pandemia.
—Claro, la verdad que todo este tiempo estuve trabajando muy focalizada en la película. Tal vez por entonces, quizás por eso no hay muchas noticias mías.
—¿Qué tipo de película?
—Como toda mi obra anterior, tiene que ver con la memoria. Se trata de un ensayo sobre las distintas formas de hacer un retrato. En este caso, el retrato de mi abuela. De manera que buceo entre distintas texturas visuales, desde registros analógicos hasta imágenes en 3D, o imágenes de mi archivo personal en mi primer celular, o los retratos de pintura al óleo casi hiperrealistas que hice de ella. Una de las preguntas que me interesa responder a lo largo de la película es cómo se construye un retrato durante toda una vida. 
—¿Y por qué haces ese retrato de otro? 
—Es la pregunta que me hago, y que también se la hicieron otros. Es lo que pretendo decir cuando incluyo anécdotas como la de Mary Shelley y su obra sobre Retrato de Rousseau y Madame D’Houdetot. Es decir, ¿por qué alguien haría un retrato de una persona que ya decidió contarse a sí misma? Digo, Rousseau ya había escrito sus confesiones antes de que Shelley escriba su retrato. Finalmente, la hipótesis poética que se entrevé en la película es que el gesto de hacer un retrato es el intento de conservar la imagen de alguien que ya no está, pero también decir algo de la representación, que es su condición de agotabilidad. Es decir, por más obsesión del pintor y del escritor por la precisión del retrato, la representación agota sus formas.
—Tenés distintas herramientas: lo audiovisual, la memoria, el dibujo. ¿Cómo se combinan todas estas cosas?
—En ese sentido es interesante este proyecto porque es bastante artesanal. Si bien es un trabajo con imagen digital, muchos de ellos están intervenidos a la manera de una niña como el resto de los archivos que incorporo en la película, es decir, los retratos que había hecho en la infancia. En general, juego con una variedad bastante amplia de texturas e incluso el año pasado en el marco de una residencia en Chile descubrí cómo trabajar con rotoscopia, una técnica muy oportuna para la estética del proyecto. 
—¿Qué es la rotoscopia?
—La rotoscopia es la clásica y antigua técnica de animación a partir de la creación consecutiva de imágenes, frame por frame. Por mencionar un ejemplo que conoceremos todos, originariamente las películas de Disney fueron animadas con rotoscopia. 
—Qué increíble que en este momento de alta tecnología se regrese a estas formas manuales.
—Sí, bueno, el proyecto carga con nostalgia de otras texturas, combinando distintos materiales, por ejemplo, pictóricos. Al proyecto lo voy a seguir trabajando en el marco del Talent, a partir del 18 de abril. Me parece que va a ser una instancia interesante también para afinar algunas cuestiones del montaje.
—Hay algo en la creación y específicamente en esto que estás haciendo ahora. Algo de la imagen que no se puede controlar, que aparece y que no estaba previsto, ¿te pasa?
—Sí, ese margen de error, o la rebeldía de la imagen, llamémosle, siempre está, pero forma parte de la decisión de cada quien aprovechar su potencial creativo. En este caso, me parece que justamente el ensayo con el error es lo que me motiva a hacer la película. Es decir, la imposibilidad de generar una imagen íntegramente fidedigna o fiel a la persona retratada. 
Podría ser, también, la obsesión con el error o lo inacabado, como aquello que una vez escribió María Negroni equiparando el proceso de escritura de un libro con una obsesión. Ella dijo entonces que, a cada libro, o a cada obsesión, por tanto, le corresponde una forma y que uno escribe hasta dar con esa forma e intentar la calma de lo que no entendemos. Entonces, lo que le sigue a cada obsesión es la larga espera de dar su forma. 
—Hay algo también que el tipo de cine que llevas adelante, que es tratar de salirse del dispositivo aceptado, tratar de ir por otro lado del que marcan las modas, las tendencias, la industria. Es una búsqueda que tiene otros caminos. ¿Es así o me equivoco?
—Sí, me parece que también tiene que ver con la decisión del realizador. Mi película es más bien una gesta artesanal. Desde la estética que me interesa, hasta el tiempo de producción, creo que es un proyecto que no piensa en la tendencia o en la industria como decís vos, más allá de que luego pueda participar de espacios en los que sí comulgue otras propuestas afines a otro estilo. 
—Es un proceso.
—Es un proceso largo, sí. Sin embargo, me gustaría concluir este año luego de ajustar el montaje sonoro de la película para lo cual, por ahora, la intención es conseguir fondos de financiamiento. 

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