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Pirogénesis en una casa de Curuzú Cuatiá: el síndrome de combustión espontánea

Los incendios aparecían espontáneamente en colchones, el techo y las paredes de barro.
 

Por El Litoral

Domingo, 21 de mayo de 2023 a las 01:00

Una vivienda de precaria construcción, con techo a dos aguas y paredes de barro, cubierta de chapas de cartón y zinc, ubicada en la calle Isabel La Católica 1899 del barrio Villa Belgrano de la ciudad de Curuzú Cuatiá, localizada a 360 kilómetros de la capital de la provincia de Corrientes, Argentina, ha sido centro de actividad paranormal a causa de un número de combustiones espontáneas que se produjeron en torno al grupo familiar compuesto por una joven pareja, Sebastián Torres (29) y Eugenia Canteros (31), quienes conviven con sus cinco hijos, Lucas (12), Cristian (10) y Rosario (8), hijos de tres diferentes parejas de Eugenia, y Gisela (3) y Mario (2) provenientes de la unión con Sebastián, todos nacidos en Curuzú Cuatiá.
El primer incendio ocurrió el jueves 14 de julio de 2022 por la mañana, en forma aislada, en el colchón de la cama matrimonial, que Sebastián extinguió rápidamente. El lunes 18 la familia, ya desesperada, pidió el auxilio de los bomberos, nuevamente afectada por extrañas combustiones. Acudieron al llamado los bomberos Héctor Gil Soto, Néstor Sánchez y Gustavo Claús quienes pudieron observar los daños causados por pequeñas combustiones en los tirantes de metal de una cama y su respectivo colchón, y en el techo de un gallinero de paja en la parte trasera de la casa. Luego de ayudar a la familia, los bomberos realizaron un intensivo control de la vivienda, pero curiosamente no pudieron hallar las causas que originaban el fuego. Ese día la finca tuvo pérdidas materiales, pero sin que ningún miembro de la familia sufriera daños.
Los bomberos realizaron tareas de enfriamiento preventivos en sectores de la vivienda, debido a que los propietarios manifestaban que allí aparecían distintos focos de humo sin que fueran provocados por ellos o por accidentes. Las combustiones aparecían espontáneamente en colchones, el techo y las paredes de barro. Ese mismo día, la propietaria de la vivienda, Eugenia Canteros fue trasladada a un centro asistencial al presentar un cuadro de presión nerviosa severa.
Osvaldo Romero, Jefe del Cuerpo de Bomberos, reconoció que es un hecho curioso. Además, cuando el lunes por la tarde Sebastián regresó a su hogar, desconcertado por lo que estaba sucediendo, en un estado de desesperación, comenzó a destruir parte de la precaria vivienda. “El propietario tenía miedo de que le pase algo a sus hijos” -comentó Romero. Y agregó: “Se observaron distintos focos ígneos que súbitamente aparecían fuera de nuestro control. Esto ocurrió incluso en momentos en que estaban mis hombres trabajando. Mientras se encontraban extinguiendo el fuego en una pared, apareció un segundo foco en el techo de paja de un pequeño gallinero, a unos cuatro metros del lugar, sin que hubiera viento, ni que hubiera volado siquiera una chispa”. Luego, ocurrió una súbita y espontánea combustión dentro de un ropero, en un montículo de ropas sin observarse acelerante alguno luego de extinguirlo. Solo se vio humo que salía del ropero. El Acta de Intervención del Cuerpo de Bomberos local expresa claramente que “no se estableció y se desconoce la probable causa de los distintos focos ígneos”. “No podemos decir si hubo o no una intervención de tipo sobrenatural -sostiene Romero- pero descartamos la posibilidad de fraude por parte de un pirómano oculto u otras causas naturales o accidentes, ya que, de ser así, lo hubiéramos descubierto”.
De hecho, el Juzgado a cargo de la Dra. Recalde, y la Comisaría Segunda de la ciudad a cargo del Crio. Jorge Alberto Benítez, que tomaron intervención, derivaron el caso al Departamento de Acción Social de Curuzú Cuatiá, cuyo personal trasladó preventivamente a la familia a un albergue, donde también ocurrió un nuevo foco ígneo nuevamente en el colchón matrimonial.
Los focos habían tenido lugar en diferentes lugares de la precaria casa, debajo del colchón, detrás del ropero, en la paja del techo del gallinero y en un árbol. En principio, según Eugenia -una de los principales testigos- “se puede percibir olor a humo. He visto surgir una llama de color rojo intenso que se transformaba en dorado y se extinguía”. Eugenia manifestó que cuando pidió auxilio al cuerpo de bomberos, otro fuego pequeño apareció detrás del ropero; los bomberos lo extinguieron, y otro apareció espontáneamente en un árbol, fuera de la casa”. En otras ocasiones solo fue humo en el ropero. El último fuego apareció en el colchón de la cama matrimonial del albergue donde ahora viven provisoriamente. En síntesis, las combustiones se presentaron a lo largo de tres días en su casa, y luego una sola vez en el albergue. Ninguna de estas combustiones se produjo ante otros testigos. Tampoco ocurrieron con mayor intensidad o frecuencia en determinados momentos del día o de la noche, pero en todos los casos ocurrieron frente a Eugenia y los niños.
Por otra parte, Sebastián ha estado experimentado sensaciones extrañas en donde, por ejemplo, “era frecuente ver una figura humana vestida de blanco, caminar de un sitio a otro de la casa y los días de lluvia, también escuchamos claramente el llanto de una niña”. Recientemente, la aterrada familia, a causa de estas extrañas sensaciones, había convocado a un sacerdote quien bendijo la casa con agua bendita y oraciones. Luego, manifestaron haber sentido un olor nauseabundo intenso. Eugenia también tuvo un extraño sueño relacionado con su hermana, ya fallecida. Soñó que la desenterraban de la propia casa. Aunque los testimonios de los padres son a menudo algo contradictorios, ellos manifestaron que Lucas, uno de los niños de la familia les dijo que él mismo originó el fuego, y ciertamente es el primero en percibir el humo cuando todos los demás no.
Aunque no se ha observado ningún tipo de comportamiento anormal entre los miembros de la familia (cambios de estado de ánimo, costumbres, o en el ritmo de vida cotidiano) a raíz de la aparición de estos fenómenos, sin embargo, la familia toda ha entrado en un cuadro de alta presión emocional y dificultades para conciliar el sueño. Precisamente a falta de un consejero, psicólogo o médico que los acompañe o contenga, han buscado ayuda en cultos religiosos. Concurren habitualmente a una iglesia evangélica donde ambos padres manifiestan sentirse mucho más aliviados. El padre también es devoto de un culto popular local (San La Muerte). Sebastián ha atribuido las extrañas combustiones como “mensajes”. Varios medios periodísticos locales también tomaron la atención del caso, como radio Horizonte (www.curuzucuatiaaldia.com.ar) y otras emisoras.

Una interpretación psicodinámica
El investigador Carlos Lorenzano en Curuzú Cuatiá entrevistó en varias ocasiones a la familia y el psicólogo Alejandro Parra, en Buenos Aires, examinó algunas de las principales características psicológicas de los integrantes de la familia en cuestión con material psicodiagnóstico de Parra administrado por Lorenzano. Según Lorenzano: “No tengo ninguna duda (y ahora tampoco la familia) que Lucas, quien fue abandonado por su padre biológico, y vivió varios años con una tía que jamás le hizo faltar nada pero que regresó con su madre en la absoluta pobreza a causa de problemas de relación entre la tía y su madre, sea el agente epicentro de los focos ígneos producidos, de alguna manera, como una agresión inconsciente proyectada hacia los padres por la condición precaria por la que se ve obligado a pasar”. Lorenzano cree que es posible que Lucas descargue su resentimiento y celos contra su padrastro. “Para evitar mayores conflictos -sostiene Lorenzano- recomendé a Eugenia que permita concurrir a Lucas a un culto evangélico cuyo pastor representa una figura paterna con la cual el niño se siente a gusto”. Este cambio tuvo consecuencias favorables para Lucas, ya que “desde entonces se muestra menos incordioso, mucho más calmo y tranquilo” -reflexiona Lorenzano. “De hecho, cierto día Lucas no pudo visitar la iglesia, ni ver al pastor, y se sintió molesto y agresivo”, agregó.
Afortunadamente para la familia, desde entonces, no ha habido nuevos incidentes. Esto confirmaría -según Lorenzano- que el causante de la actividad pirómana paranormal podría ser Lucas. Lorenzano se pregunta si es o no correcta la indicación de remplazar la pésima imagen paterna y la mala relación con su padrastro por un tío con quien tiene muy buena relación y confianza. “Hasta ahora hicieron eso -dice- además de darle más afecto, como una forma de contener y comprender al niño”.
Con todo, el resultado del examen psicológico reveló un rasgo característico de ambos, como inestabilidad emocional en ambos padres y un alto grado de hostilidad con que enfrentan su entorno. En efecto, Eugenia demuestra mayor irritabilidad, resentimiento, recelos y sentimientos de culpa. Parra evaluó su personalidad empleando el test de Eysenck (EPQ-A), la agresividad mediante el Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee, y las tendencias a la fantasía y la disociación (cuestionarios de propensidad a la fantasía y experiencias disociativas). Todos los puntajes indicaron alta inestabilidad emocional e hiperactividad, hipersensibilidad, así como dificultades para recuperarse después de una situación emocional, estados de preocupación, ansiedad, y otros sentimientos desagradables. Básicamente, no son propensos a fantasear y sus niveles de disociación no son más altos que el promedio normal. Los niños fueron examinados con pruebas proyectivas de dibujos (test de Dibujo Libre y test de la Familia), que indicaron alta propensidad a la fantasía, dificultades para establecer relaciones interpersonales, de sentimientos de inadecuación a su entorno, inestabilidad e inseguridad emocional. Estos indicadores se presentan más acentuados en el resto de los niños que en Lucas mismo. De hecho, los dibujos de Lucas indican egocentrismo y narcisismo. Para Parra, al menos desde el punto de vista psicológico, hay poca evidencia que sugiera que Lucas pueda ser el epicentro de los focos ígneos.

Interpretaciones normales y paranormales
El fuego y su vinculación con presuntos eventos paranormales ha sido tema de interés para numerosos investigadores. Estos varían desde proezas fisiológicas y caminantes sobre carbones ardientes (firewalkers) hasta combustiones sin causa aparente, como los casos de cuerpos humanos que arden súbitamente (Combustión Humana Espontánea, CHE) e igniciones espontáneas en sitios de actividad poltergeist.
En efecto, la parapirogenia o psicopirosis es un evento paranormal característico de actividad poltergeist asociado, por lo general, a un epicentro (“agente”) de actividad PK espontánea. El fenómeno aparece ampliamente descrito en todas las épocas y sociedades, pero atribuido tanto a la acción de espíritus -hay reportes que datan desde 1660 hasta inicios del siglo XIX- hasta eventos diabólicos, tal como los describe G. Sinclair en su obra de 1685 Satan's Invisible World Discovered. Sin embargo, una visión menos aterradora la presenta el teólogo Helbert Thurston (1951) quien clasifica un buen número de casos mejor atribuidos a causas psíquicas. Por su parte, el gran compilador de eventos “malditos” Charles Fort (1941) recoge al menos 100 de ellos. Harry H. Price (1945), el célebre investigador psíquico inglés, también investigó y coleccionó un formidable número de combustiones espontáneas inglesas. Se pueden encontrar evidencias de combustiones espontáneas, aunque presumiblemente fraudulentas, en la quemadura de libros del Museo del Purgatorio en Roma.
El parapsicólogo británico A.R.G. Owen recopiló un gran número de casos de poltergeist de fuego (Owen, 1964) para su colección de casos de psicokinesis espontánea. Según Owen, existen casos que sugieren que la ignición espontánea es típica de -al menos- un pequeño porcentaje de casos poltergeist, incluso en sesiones espiritas, pero atribuye el fenómeno a causas psicógenas. En su estudio del caso de la medium Virginia Campbell quien de alguna forma operaba sobre objetos aplicando una fuerza psicokinética (también conocida como telergia), Owen sostiene que esta fuerza puede producir sonidos por vibración del aire o de los sólidos, y no es descabellado pensar que la misma telergia pueda incrementar la temperatura de un sólido produciendo un aumento interno de la agitación molecular del objeto. Cuando se calienta lo suficiente en contacto con el aire puede generar una ignición espontánea. Owen advierte que se debe tener en cuenta como mera hipótesis, aunque puede ser útil para explicar cómo el fuego es parte del repertorio de un típico caso de poltergeist. Fort, anteriormente mencionado, sugirió la idea de ataques piromaníacos a causa de agentes desconocidos, y presenta una lista de casos de “combustión espontánea” de los registros de la medicina forense.
Una teoría que puede ser coherente con tales combustiones es la teoría del fuego por descarga estática. Bajo ciertas circunstancias la electricidad estática sube hasta niveles tan peligrosos en el cuerpo humano que una descarga en forma de chispa puede prender las ropas. Un shock eléctrico estático perceptible creado al realizar ciertas actividades mide típicamente 3000 voltios. La carga eléctrica puede subir a niveles muchos más altos dependiendo de otras condiciones tales como la humedad. Caminar por una alfombra puede crear una diferencia de potencial de 1500 a 35.000 voltios. El 70% de estos sucesos ocurren en un clima frío y seco, lo cual favorece la carga de electricidad estática. El fenómeno de enormes cargas estáticas en cuerpos humanos fue advertido por primera vez por Robin Beach del Instituto Politécnico de Brooklyn. El profesor Beach creía que algunas personas podían llegar a acumular suficiente carga estática como para prender materiales inflamables al contacto con su cuerpo, o incluso a distancia.
El psiquiatra Ramón de Aguilar Merlo clasifica en cinco categorías las combustiones espontáneas a las que llama el “síndrome de la psicopirosis”: (a) ignición salteada, que consiste en una secuencia desordenada de combustiones espontáneas, por ejemplo, en el caso de Curuzú Cuatiá arde el colchón, el techo de paja, la pared y el árbol; (b) ignición reiterativa, que consiste en la combustión repetitiva de objetos o lugares que se incendiaron con anterioridad, como el caso del colchón que ardió en -al menos- en un par de ocasiones; (c) ignición selectiva, combustiones que “atacan” exclusivamente a un objeto (a menudo respetando otros que debían haberse quemado por su proximidad); (d) ignición simultánea, que consiste en la aparición de focos ígneos en diferentes lugares al mismo tiempo, tal como ocurrió frente al cuerpo de bomberos; y (e) ignición limpia, que consiste en la combustión -incluso completa- de un objeto sin dejar residuo alguno en el sitio de la incineración, como ocurrió en el ropero. Aguilar también recuerda una categoría más rara, el “Fenómeno de Elías” que consiste en el surgimiento espontáneo de llamas en objetos no combustibles, por ejemplo, piedras o metales, conocido así a causa de las llamas en las piedras del profeta Elías (I Reyes, 18:38). Sin embargo, para Aguilar Merlo, un aspecto clave para el tratamiento de estas personas, presumiblemente causantes de psicopirosis, está condicionado a los conflictos neuróticos que padezcan. En el caso de los conflictos intensos puede aplicarse una psicoterapia de apoyo. “La hipnosis da buenos resultados y los tranquilizantes benzodiacepínicos también, pero -advierte- siempre se aplicará un tratamiento específico”. También señala la importancia de la psicoterapia al grupo familiar. Las complicaciones más frecuentes pueden resultar en quemaduras (al tratar de extinguir los incendios), o asfixias, aunque también debe considerarse la posibilidad de una psicopirosis centrífuga, esto es, objetos circundantes que entren en combustión y pueden dañar o incinerar a los habitantes de la casa, como ha ocurrido en algunos casos en el pasado.
La condición socioeconómica precaria es un patrón común en el entorno psicosocial de los individuos afectados por estos fenómenos. El caso poltergeist de Suzano examinado por Hernani Guimaraes Andrade (1970) quien sugirió un daño a distancia mediante prácticas mágicas realizadas en un “terreiro” por la ex amante del Sr. Jeziel a causa de espíritus, ocurrió en una humilde casa en las afueras de São Paulo. Michael Harrison (1980) destaca la frecuencia de ambientes de adopción: “La presencia de niños adoptados es un lugar común en los ataques imprevistos y de múltiples fuegos poltergeists”.
Al menos desde una perspectiva psicológica, no hay suficiente evidencia de que Lucas pueda ser el sujeto epicentro de actividad pirogenésica, según Parra. Si bien hubo algunos comportamientos antisociales (robos reiterados, agresión verbal), tal como aparece en uno de los dibujos como indicador, quizás en este caso sea un error atribuir la agencia PK solo a un individuo. En algunos casos, al menos, parece interesante la hipótesis sistémica, que sostiene que la actividad PK no estaría focalizada en un individuo sino distribuida “sinérgicamente” entre los miembros del grupo familiar, en otras palabras, todos son coeficientes en la descarga psíquica que podría contribuir a la ignición paranormal. Futuras investigaciones tendrán la última palabra.
Los nombres de los/as integrantes de la familia fueron modificados para esta publicación, con el propósito de respetar su privacidad. Los nombres de los bomberos, del personal policial, los medios de comunicación y de la jueza interviniente fueron reproducidos tal cual como en el reporte original. Alejandro Parra es psicólogo y fue presidente del Instituto de Psicología Paranormal de Buenos Aires. Carlos Lorenzano es investigador independiente.

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