En los años 70 estaba de moda que las concesionarias automotrices más aventuradas a la innovación sacaran versiones especiales basadas en modelos de serie que, por motivos diversos, no alcanzaban a conformar la expectativa de usuarios selectos que pedían más lujo, más confort, más potencia e incluso más exclusividad. Aparecieron así el Torino Lutteral Comahue (producido por concesionarias Lutteral), el Chevy Chevrón (producido por Grandío y López); y en esa tendencia se inscribió la agencia de autos Geramo, representante de la marca Peugeot y creadora del 504 coupé made in Argentina.
Cabe consignar que en Francia la casa del león había presentado por esos años una preciosa coupé 504 diseñada por Pininfarina (una de las cuales se encuentra actualmente en poder de un reconocido coleccionista afincado en Corrientes), pero en razón de que las comunicaciones de la época carecían de la instantaneidad global que hoy proporciona internet, los emprendedores locales se atrevieron a la aventura de modificar artesanalmente la carrocería del Peugeot 504 berlina (de fabricación nacional) para gestar una propuesta que llegó a quebrar cánones estéticos.
Importar la coupé europea estaba prohibido por las normas aduaneras de la época, pero tampoco hubiera tenido viabilidad económica en razón el abismal salto de costos existente entre el modelo tradicional y la edición francesa de dos puertas (con líneas muy diferentes a las conocidas en estas latitudes). Es decir que había campo libre para que la concesionaria Geramo diera el paso que finalmente dio: modificar todo lo posible la apariencia sin tocar ni la mecánica ni la silueta de base, hasta lograr diferencias notorias como la eliminación de la puertas traseras y el alargamiento de las puertas delanteras.
El 504 Geramo recibía además una prolongación de trompa mediante láminas adicionadas a sus guardabarros delanteros y un carenado de fibra de vidrio que incluía dos prismas de acrílico transparente dentro de los cuales quedaban alojadas las luces de serie, enmarcando una grilla frontal rediseñada. En la zona trasera también se observaba un nuevo desarrollo que eliminaba todo vestigio del modelo tradicional mediante la colocación de un importante alerón y micas procedentes del Fiat 1600 coupé (tres artefactos luminosos dispuestos en forma vertical por cada lado).
El interior era completamente distinto. El Geramo venía con un tablero de nueve instrumentos circulares (incluidos relojes horario, de presión de aceite y de todo lo que hubiera disponible), todo esto enmarcado en una plancha de madera en composé con el aro del volante y el pomo de la palanca de cambios, que no era redondo sino algo similar a la empuñadura de un bastón. Las butacas también eran mejoradas, la radio ofrecía opción FM y pasacasete, había espacio para instalar aire acondicionado y entre los asientos traseros estaba la (muy setentista) whiskera con petaca para disfrutar en el viaje (algo imposible en el presente).
Otra diferencia estética estaba en el parante trasero del techo, ensanchado para que coincidiera con la caída de la cola del auto, una solución que realzaba la idea de presentar una coupé más aerodinámica. La armonía del conjunto puede ser discutible para algunos, pero lo cierto es que en aquellos tiempos (medio siglo atrás) no era fácil satisfacer el deseo de los clientes más exigentes y el Geramo fue sin dudas un meritorio intento.
Todos esto datos aparecen escasamente en internet gracias a investigaciones realizadas en su momento por revista Corsa, por el historiador del motor Mauricio Uldane y se pueden conocer también gracias a la cuenta de “Autohistoria” tanto en su versión web como en YouTube, donde Gustavo Feder, editor del espacio y diseñador industrial, comparte detalles desconocidos de estos sorprendentes fuera de serie.