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El misterio Schumacher y la necesidad de un regreso que reviva la mística de la F1

Los ases de la Fórmula 1 de los años 50 tuvieron como sucesores a los arriesgados gladiadores de la década el 60, quienes a su vez fueron reemplazados por los aguerridos pilotos de los años 70, cuando cada carrera implicaba un riesgo de vida. Entrados los 80 llegó un tal Ayrton Senna y en los 90 fue el tiempo del gran campeón alemán Michael Schumacher. Desde entonces, la máxima categoría perdió carisma y se tornó fría.

Michael Schumacher es sinónimo de automovilismo. Rey de la Fórmula 1 entre los años 90 y los años 2000, el heptacampeón en su momento imbatible con Ferrari, cumple 10 años en una situación de salud que resulta un misterio para los millones de admiradores que esperan volver a verlo interactuar.

La afición quedó con ganas de más el día en que Schummi tuvo el accidente de esquí que le causó daños cerebrales. Desde entonces, los apasionados de este deporte mantienen viva la ilusión de un regreso, sino al volante de un auto, como fuente de conocimientos para saldar una deuda pendiente de la máxima categoría: recuperar la popularidad que las tecnologías híbridas y la hipertecnificación le fueron quitando a los monopostos donde alguna vez brillaron Fangio, Senna y Prost.

¿Pero cómo está Michael Schumacher? Su esposa, Corina, se encargó de construir una muralla infranqueable que impidió (con buen tino) que su esposo fuera víctima del morbo. Jamás se conocieron fotos o imágenes de Michael después de aquel desgraciado golpe contra las piedras en la estación Meribel de los Alpes franceses.

Algunas personalidades de la Fórmula 1 pudieron ir a visitarlo a su mansión de Suiza, donde su familia montó una clínica con toda la tecnología médica más avanzada para mantenerlo con vida y apostar a una chance de recuperación que pareciera alejarse cada vez más. Jean Todt, el exjefe de la escudería Ferrari en tiempos de los 5 títulos que el alemán logró con la casa de Maranello, declaró que pudo compartir con el multicampeón momentos durante los cuales “miramos carreras de Fórmula 1 por televisión”.

Hace algunas semanas una amiga de la familia admitió que la hija de Schumacher expresó en la intimidad su deseo de “volver a hablar en algún momento con mi papá”. La frase resonó en el ámbito automovilístico como una señal negativa, recientemente refrendada por ex manager del equipo que hizo debutar a Schumacher en la F1, Eddie Jordan, quien confesó: “Michael está, pero no está”.

Es lógico que cueste un gran esfuerzo terapéutico recuperarse de las lesiones cerebrales producto de traumatismos de cráneo tan severos como el que sufrió el gran piloto alemán mientras vacacionaba con su familia en Francia. Pero a una década de aquel episodio por nadie querido, las novedades sobre la mejoría del siete veces campeón del mundo han sido prácticamente nulas.

La única buena noticia conocida se produjo en 2014, cuando Schumacher fue despertado del coma farmacológico en el que permaneció durante seis meses para permitir la desinflamación de los tejidos afectados por el impacto. A partir de allí, dejó el hospital de Grenoble y se radicó en su casa de Suiza, lejos de los curiosos y los paparazzi.

Hoy su ausencia en el gran circo de la F1 se siente más que nunca ante la ausencia de ídolos. Lewis Hamilton lo igualó en cantidad de coronas, Max Verstappen es considerado el mejor de la actualidad, pero el más requerido y carismático de los pilotos en actividad es Fernando Alonso, un piloto de 42 años que pertenece a la generación de Schumacher y que supo dominar los bestiales motores turbo (o aspirados) sin las superprotecciones que hoy impiden ver al piloto en acción desde las gradas.

Hace ya unos años que falleció el legendario Niki Lauda, en 2021 partió hacia la eternidad Lole Reutemann y no hace falta revisar demasiado los archivos para notar que los heroicos gentleman drivers que se destacaron entre los años 50 y los años 90 no tienen sucesores en lo que se refiere a feeling con el gran público.

Hoy la F1 es un deporte de nicho, seguido por miles de fanáticos, pero con el déficit que implica la carencia de una superfigura querida y admirada por todos, desde amas de casa hasta esos niños que alguna vez llevaron el rostro de Ayrton Senna en sus remeras. Por eso, desde esta columna, hacemos votos por la recuperación de Michael Schumacher, el último intocable del automovilismo mundial.

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