¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Escobillas, catangos y la diferencia entre el mejor o el peor viaje

Pocas veces se les presta atención a los limpiaparabrisas, 
hasta que llegan las lluvias y todo se complica con la visibilidad reducida por el spray de otros vehículos. Aquí van algunas recomendaciones sencillas, pero sin dudas atendibles para cuidar de propios y extraños.

Sabado, 09 de septiembre de 2023 a las 03:28

n Llegan las temporadas de lluvia y los automovilistas sorprendidos por un aguacero echan mano al único accesorio diseñado exclusivamente para mantener libre de agua el rango de visibilidad. El limpiaparabrias está ahí, al alcance de la mano y listo para entrar en acción siempre que haya recibido el mantenimiento básico e indispensable.
Y surge la pregunta: ¿Nos ocupamos de los limpiaparabrisas? ¿Y de sus principales aliados, los inyectores de agua o lavaparabrisas? La verdad es que solo un 10 por ciento de los conductores mantienen el ritmo de recambio de las escobillas, cuya durabilidad ronda los 12 meses siempre que no hayan sido expuestas a los rigores del sol, a las altas temperaturas o a un uso indebido.
Es que no solo el sol y la intemperie hacen de las suyas. Otro motivo por el cual se deterioran estos barredores de agua que tan indispensables se tornan en medio de un aguacero es la mala costumbre de utilizarlos para remover materiales abrasivos como los que el cristal de un auto puede incorporar en viajes ruteros de larga distancia, en especial los insectos del tipo coleóptero (cascarudos o catangos) cuyos exoesqueletos se transforman en afiladas cuchillas capaces de cortar la suave superficie de deslizamiento de las escobillas.
Muchas veces un viajero prefiere utilizar -licenciosamente- los rociadores (también llamados sapitos o zorrinos) en la creencia de que, combinados con el movimiento repetitivo de los limpiaparabrisas podrán despejar el cristal sin la incomodidad de detenerse en una estación de servicio. En general, se puede (a menos que los bichos hayan regado de grasitudes varias nuestro vidrio frontal), pero con el costo de que las escobillas terminarán melladas y dejarán de cumplir con su función antes de tiempo.


Hay que decir que los accidentes que puede ocasionar una mala visibilidad pueden ser realmente graves, con lo cual el recambio de las escobillas se convierte en una maniobra preventiva que llevará tranquilidad a todos los ocupantes cada vez que un chaparrón arrecie en pleno trayecto. Pero en el intertanto, el cuidado de estas constituye un procedimiento necesario pues, de lo contrario, comenzarán a aparecer otros efectos no queridos: los rayones semicirculares que se forman (muchas veces imposibles de borrar) a medida que las escobillas sucias o resecan van y vienen.
Los otros desperfectos que pueden afectar al sistema de limpiaparabrisas (y del limpialunetas en el caso de los vehículos bicuerpos o SUV’s) es el enlentecimiento de sus motores eléctricos. Es improbable que esto suceda con un vehículo nuevo o seminuevo, pero en los autos entrados en años se trata de un punto crucial a vigilar para que el mecanismo no se descomponga en el momento menos pensado.
¿Cómo? Los aceites en aerosol son un recurso positivo para salir del paso y prevenir la humedad, pero en general vale una revisión periódica por parte del electricista de confianza, quien se encargará de otro aspecto central del sistema: los fusibles y las conexiones eléctricas, de modo que la corriente de 12 voltios llegue sin inconvenientes para que nada falle cuando algún temporal se desate.
En tiempos de la llamada Corriente del Niño, fenómeno ocasionado por el calentamiento global que impacta en la estadística pluviométrica, cuidar los parabrisas del auto y mantener el reservorio de los inyectores lavaparabrias cargados con el líquido debido (agua o algún detergente suave de los que se comercializan en casas autorizadas) puede marcar la diferencia entre llegar a destino o interrumpir el viaje por un percance totalmente evitable.


Y eso sí: en caso de que la falla sobrevenga pese a las prevenciones recomendadas en este informe, jamás hay que seguir transitando con un parabrisas enturbiado por el barro, el spray de un camión o cualquier otro obstáculo que disminuya la adecuada visión del contexto. Hacerlo implica crear un peligro gravísimo cuyas derivaciones pueden ser fatales.

Últimas noticias

PUBLICIDAD