Era como tocar el cielo con las manos. Era el sueño del pibe. Era como el equivalente de popularidad en el tango, Juan D’Arienzo dirigiendo “La Cumparsita”.
Glenn Miller era una superbanda de 13 plazas en sus inicios, dirigida por un entusiasta joven trombonista, nacido en Clarinda, Iowa. Enrolado como voluntario con su orquesta para entretener a las tropas que luchaban en Europa.
El avión militar para trasladarlo a París era un UC-64 Norseman.
El avión en cuestión partió desde el Aeropuerto de Clapham, Inglaterra, desapareciendo sobre el Canal de la Mancha, salvándose la orquesta que había partido mucho antes en otra máquina perteneciente a la fuerza aliada. Eso ocurrió, un 15 de diciembre de 1944.
Pero en medio de todo esto, la leyenda de Glenn Miller creció debido a su aporte musical y al estilo logrado en uno de sus ensayos, el clarinete se sumó a los saxos en forma imprevista supliendo a la trompeta, y logró lo más difícil el sonido Miller de gran dulzura y fuerza arrolladora en los ataques de trompetas y trombones.
La banda estuvo integrada por artistas de solvencia profesional que Miller se aseguró la dirección y arreglos: Tex Beneke, Ray Anthony, Ray Eberle, Marion Hutton, Jerry Gray. Billy May, Paula Kelly, Chummy Mac Gregor, Moe Purtill, Al Klink, Wilbur Schwartz.
Su carrera previa la hizo trabajando para Ben Pollack, Benny Goodman, también con los hermanos Ray Dorsey Noble. En 1937, su primera formación lanza “Serenata a la luz de la luna”, que se convierte en un éxito mundial a través de las actuaciones radiales en vivo.
Cuentan los especialistas, que era un músico muy laborioso, con buen sentido de la oportunidad. Entre los años 1939 a 1943, colocó en el mercado 69 temas que rápidamente estuvieron en el top del “Hit Parade” del éxito.
Cabe mencionar que como ciudadano americano, inmediatamente se enroló para la guerra, para poder entretener con su banda a los soldados.
Bajo la denominación de The Army Air Force Band, se puso a disposición de las Fuerzas Armadas con diversas giras que partirían desde Londres, sede de las fuerzas aliadas.
Se manejaron miles de conjeturas sobre su muerte, ya que el avión que lo conducía a su escala en París, de pronto desapareció del radar. Algunos aludieron que pudo haber sido una confusión con otro militar para convertirse en atentado.
La cuestión es que nada ha quedado resuelto.
Con ella (la película) cobraba vida una de las grandes celebridades que el jazz supo brindar: Glenn Miller, una leyenda.
Pero lo que es cierto, que el estilo Miller se ha hecho tan popular y apreciado por quienes aman este tipo de música, sólidamente impecable, marcada pero a la vez de una finura exquisita.
A partir de allí, Glenn Miller ha sido una permanente leyenda, símbolo nacional y música de todos los tiempos.
En todo el mundo, tomaban los arreglos de su popular banda, para recordarlo y brindarle las mejores versiones como testimonio vivo de una popularidad bien ganada.
Existe en Noruega una banda exacta que interpreta su repertorio en conciertos memorables, la Novergiam The Glenn Miller Orchestra, con arreglos notables y hasta con propio cuarteto vocal como lo fue entonces.
Los temas que desde el comienzo en la cima de la popularidad, fueron: Serenata a la luz de la luna, In the mood, Kalamazoo, Patrulla americana, Tuxedo Juntion, Chatanooga Choo-choo- A string pearls. Litle Brown Jug, Pensylvania 6-500, sacado del propio teléfono del entonces famoso Hotel Pensylvania de Manhattan, Nueva York. La catapulta de la orquesta de Glenn Miller ha sido sin duda las transmisiones radiales en vivo que el exitoso director se había impuesto y que lo acercó al masivo público que de costa a costa de los Estados Unidos seguía celebrando cada tema.
Más aún si se tiene en cuenta el espaldarazo que significó el auspicio radial exclusivo a cargo de una de las empresas más famosas: cigarrillos Chesterfield.
Convengamos que su alistamiento en la Fuerza Aérea para que con su famosa banda entretuviera a las tropas, le asignó el rango militar de capitán como director de la misma.
La vida breve pero exitosa del joven trombonista se vio idealizada por los grandes medios, como el cine que toma su historia para construir un homenaje que lo fue a través de la productora Universal.
Recuerdo la fuerte cola para obtener localidades, lo que habla a las claras del buen producto que exaltaba a una de sus máximas figuras.
El 10 de febrero de 1954 fue estrenada como “The Glenn Miller story”, más conocida en castellano como “Música y lágrimas”, con la actuación relevante de James Stewart, June Allyson, Harvey Morgan, Charles Drake, elenco, y celebrados músicos invitados como el trompetista Louis Armstrong y el baterista Gene Krupa. Con la dirección de Anthony Mann y la música propia de archivo de Glenn Miller con el aporte de Joseph Gershenson y Henry Mancini.
Con ella, nuevamente cobraba vida una de las grandes celebridades que el jazz supo brindar: Glenn Miller, una leyenda.
El arraigo del baile está en la síncopa y la dulzura de su melodía envolvente.