Dolores Etchecopar o “el barro impío rompiendo los abrazos”
El asaltante hará un recorrido por las voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acercará, además de poemas, su visión de la poesía.
Apuntes para una poética
Otra voz en constante actividad (pequeño volcán de un alma) no se detiene en un significado, escucha lo inefable, lo deja obrar en el lenguaje. En la pérdida del saber y de la intención acontece el poema, desesperada algarabía. La extrañeza de existir y morir descalza a las palabras de sus usos habituales. No hay reglas ni censuras para la poesía, pero lo inasible requiere de otra especie de rigor. Aún en el balbuceo y las fallas, el poema funciona como un artefacto de alta precisión. La gracia al nombrar de un modo inesperado resguarda el misterio, sorprende y sacude lo que estaba quieto, convencido.
Se trata de la infancia irreverente, de una lengua hechizada por los caballos y las nubes. Pura indefensión: el poema no salva ni conquista, apenas desarma, hospeda, ofrenda. Ni edificantes, ni ornamentales, el sobresalto y el parpadeo de unas imágenes deslumbradas por el abismo.
Quien habla en el poema se separa del yo y lo interpela, muere si permanece adherido a sus dictados. El poeta es un lector de lo que escribe y se devela ante él mientras escribe. Después ajusta, corrige. El poema no informa, por eso no se extingue en una sola lectura (pequeño volcán en actividad). Cada lectura, cada lector, reescribe el poema.
Elegíaca, aún cuando celebra el instante, vivo la poesía desde la finitud, por el soplo del fin ella habla con los muertos -también con la muerta que seré-. Hay un susurro que viene del fondo del mar y de los tiempos, giro los materiales de la herida que me trajo vivir hacia ese Susurro.
Dolores Etchecopar
Muestrario mínimo
**
en mi casa algo grave le sucedía al silencio
había hielo en un ojo un jardín aterrado era el otro
en la oscuridad nevaba los pasos de mi padre
rápidos llegaban en un día a todas mis edades y entraba
esa luz en mi oído esa luz que quieren los árboles
para tocar el día más allá de sus ramas
más allá de sus frutos heridos por el hielo
yo quería tocar la mañana de esa ciudad
que se iba en los trenes
**
al alba mataron una oveja los palos de la casa
tan pronto dimos a luz el grito
dentro de él comenzamos a vivir
se mataba cerca del agua que bebían los pájaros
¿te acuerdas?
algo imperioso que no existía
una gota de odio
descendió
horadó la gratitud
quienes vimos las patas del poema
quienes por un instante caminamos
sin defendernos del secreto infinito
quienes vivimos allá
en el viento
en su breve misericordia
¿te acuerdas?
vivíamos con algunas moscas
y un silencio en el corazón
que provenía de los caballos
**
una vez
escuché a la niña inca detenida en la montaña
sostuve su pequeña mano en la mía
su mano tocaba la hierba de un reino
y la posé sobre mi pecho
cada cosa anhelada irradia un silencio que protege
me fue concedido sostener una pequeña mano
en las sombras de la montaña
y cantar lo inusitado lo breve de un cielo
que se espanta con el pensamiento
**
y si ya no fueran sustento
estas flores por desventura
si el temblor de las hojas del tilo
ya no fuera sustento
si a partir de ahora
el aire que respiro
solo se desconsolara no se encaminara
al canto de salutación
si así resulta
si nada cuenta como abrigo
a la fragilidad de una gramática
si el rumor del bosque
da muerte a su animal
si así fuera perder pie
el pie iluso
y el otro sin nacer
pasos que desafinan el mundo
sobre una casa anegada
si así fuera vivir
un viraje en mi respiración
de allí me arrancaría
por amor a un sonido
primero y último sonido
de un alfabeto que insiste
en mover la arena de los vestidos
donde un niño ha llorado
de allí me arrancaría girando mis almas
hasta vaciarlas de toda espera
hasta el vacío que renueva
los tesoros sin habla de la noche
**
en alguna habitación se soltó la noche
desde entonces nunca es ahora
y la casa se mueve rápido
tan rápido que solo la lentitud se le nota
mientras aún tanteo en la oscuridad
un lugar donde vivir
el mundo se desliza
su velamen rompiéndose
en los ojos y los labios crueles
de las Personas Dormidas
**
ella quiso levar anclas de un entero corazón
y entonar un canto como un niño
desclavado de su cruz
pero antes las abejas
hallaron muerta a su Reina
las abejas nacidas a destiempo
depusieron su gracia su credo
se dejaron caer en la mácula
de un corazón inacabado
el corazón de quien quería levar sus anclas
de quien iba a cantar el canto fatal de la alegría
ahora ese corazón ahora su blasfemia
tierra adentro el barro impío rompiendo los abrazos
un verbo desconfiado avanza y retrocede
da muerte al canto y confunde a las abejas
madre nuestra madre arcabucera
abeja en peligro tu mortífera electricidad curvada por el amor
será la paga el nuevo sol
**
de mi pasado se disparó un caballo
y nadie supo más de él
a veces su bufido caliente
se hunde en mi pecho
como si fuera hierba deliciosa
para su hambre de caballo
que un día se disparó de mi pasado
y nadie
-ni yo-
supo encontrarlo
de toda mi vida se disparó
y sólo por amor
a veces
vuelve
**
crece con mi peligro un animal
desde arriba y desde abajo
crece su rumia
el aliento en mí
de un ángel que no vino
pero desaparece y desaparece
en la maravilla
¿Te gustó la nota?
Ranking
Comentarios