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Dolores Etchecopar o “el barro impío rompiendo los abrazos”

Nació en Buenos Aires, en 1956. Publicó los siguientes libros de poesía: Su voz en la mía (1982), La tañedora (1984), El atavío (1985), Notas salvajes (1989), Canción del precipicio (1994), El comienzo (2010), El cielo una sola vez (2016), El deslumbramiento (2019) y una antología de su obra: Oscuro alfabeto (2012); su poesía integra numerosas antologías colectivas, como 200 años de poesía argentina  (ed. Alfaguara), Antología Federal de Poesía (2020) , entre otras. Desde el año 2010 dirige hilos editora, sello de poesía, en las tapas de cuyos libros aparecen algunos de sus dibujos y pinturas.

Sabado, 17 de febrero de 2024 a las 19:39

El asaltante hará un recorrido por las voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acercará, además de  poemas, su visión de la poesía.

 

 

Apuntes para una poética
Otra voz en constante actividad (pequeño volcán de un alma) no se detiene en un significado, escucha lo inefable, lo deja obrar en el lenguaje. En la pérdida del saber y de la intención acontece el poema, desesperada algarabía. La extrañeza de existir y morir descalza a las palabras de sus usos habituales. No hay reglas ni censuras para la poesía, pero lo inasible requiere de otra especie de rigor. Aún en el balbuceo y las fallas, el poema funciona como un artefacto de alta precisión. La gracia al nombrar de un modo inesperado resguarda el misterio, sorprende y sacude lo que estaba quieto, convencido.
Se trata de la infancia irreverente, de una lengua hechizada por los caballos y las nubes. Pura indefensión: el poema no salva ni conquista, apenas desarma, hospeda, ofrenda. Ni edificantes, ni ornamentales, el sobresalto y el parpadeo de unas imágenes deslumbradas por el abismo. 
Quien habla en el poema se separa del yo y lo interpela, muere si permanece adherido a sus dictados. El poeta es un lector de lo que escribe y se devela ante él mientras escribe. Después ajusta, corrige. El poema no informa, por eso no se extingue en una sola lectura (pequeño volcán en actividad). Cada lectura, cada lector, reescribe el poema.
Elegíaca, aún cuando celebra el instante, vivo la poesía desde la finitud, por el soplo del fin ella habla con los muertos -también con la muerta que seré-. Hay un susurro que viene del fondo del mar y de los tiempos, giro los materiales de la herida que me trajo vivir hacia ese Susurro. 
Dolores Etchecopar

 

Muestrario mínimo
 

**
en mi casa algo grave le sucedía al silencio 
había hielo en un ojo un jardín aterrado era el otro 
en la oscuridad nevaba los pasos de mi padre 
rápidos llegaban en un día a todas mis edades y entraba
esa luz en mi oído esa luz que quieren los árboles 
para tocar el día más allá de sus ramas 
más allá de sus frutos heridos por el hielo 
yo quería tocar la mañana de esa ciudad 
que se iba en los trenes

                              
**

al alba mataron una oveja los palos de la casa

 tan pronto dimos a luz el grito 
dentro de él comenzamos a vivir
 
se mataba cerca del agua que bebían los pájaros
 
¿te acuerdas? 
algo imperioso que no existía 
una gota de odio 
descendió 
horadó la gratitud 
quienes vimos las patas del poema 
quienes por un instante caminamos 
sin defendernos del secreto infinito 
quienes vivimos allá 
en el viento 
en su breve misericordia
 
¿te acuerdas?
 
vivíamos con algunas moscas 
y un silencio en el corazón 
que provenía de los caballos

                        
**

una vez 
escuché a la niña inca detenida en la montaña 
sostuve su pequeña mano en la mía 
su mano tocaba la hierba de un reino 
y la posé sobre mi pecho 
cada cosa anhelada irradia un silencio que protege
 me fue concedido sostener una pequeña mano 
en las sombras de la montaña 
y cantar lo inusitado     lo breve de un cielo 
que se espanta con el pensamiento
                                      
**

y si ya no fueran sustento 
estas flores     por desventura 
si el temblor de las hojas del tilo 
ya no fuera sustento 
si a partir de ahora 
el aire que respiro 
solo se desconsolara      no se encaminara
al canto de salutación 
si así resulta 
si nada cuenta como abrigo 
a la fragilidad de una gramática 
si el rumor del bosque 
da muerte a su animal 
si así fuera perder pie 
el pie iluso 
y el otro sin nacer 
pasos que desafinan el mundo 
sobre una casa anegada 
si así fuera vivir 
un viraje en mi respiración 
de allí me arrancaría 
por amor a un sonido 
primero y último sonido 
de un alfabeto que insiste 
en mover la arena de los vestidos 
donde un niño ha llorado 
de allí me arrancaría girando mis almas 
hasta vaciarlas de toda espera 
hasta el vacío que renueva
los tesoros sin habla de la noche


**

en alguna habitación se soltó la noche
desde entonces nunca es ahora
y la casa se mueve rápido
tan rápido que solo la lentitud se le nota

mientras aún tanteo en la oscuridad
un lugar donde vivir
el mundo se desliza
su velamen rompiéndose 
en los ojos y los labios crueles 
de las Personas Dormidas


                       
**

ella quiso levar anclas de un entero corazón
y entonar un canto como un niño 
desclavado de su cruz
pero antes las abejas 
hallaron muerta a su Reina
las abejas nacidas a destiempo
depusieron su gracia    su credo
se dejaron caer en la mácula
de un corazón inacabado
el corazón de quien quería levar sus anclas 
de quien iba a cantar el canto fatal de la alegría

ahora ese corazón    ahora su blasfemia
tierra adentro el barro impío rompiendo los abrazos 
un verbo desconfiado avanza y retrocede 
da muerte al canto y confunde a las abejas  
madre nuestra     madre arcabucera 
abeja en peligro     tu mortífera electricidad curvada por el amor
será la paga    el nuevo sol 


**

de mi pasado se disparó un caballo
y nadie supo más de él
a veces su bufido caliente
se hunde en mi pecho
como si fuera hierba deliciosa
para su hambre de caballo 
que un día se disparó de mi pasado
y nadie
-ni yo-
supo encontrarlo
de toda mi vida se disparó 
y sólo por amor
a veces 
vuelve

**

crece con mi peligro un animal 
desde arriba y desde abajo 
crece su rumia 
el aliento en mí 
de un ángel que no vino 
pero desaparece y desaparece 
en la maravilla
 

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