n En conmemoración del “Día del Ingeniero” y a la memoria de un ex Presidente de nuestra Institución, con una destacada trayectoria profesional, empresarial y docente, desde el Consejo Profesional de Ingenieros, Agrimensores y Arquitectos queremos rendir homenaje al Ing. Civil Eduardo Meyer, y en su figura a todos los Ingenieros de nuestro medio, con las palabras que le dedicara la Ing. Malkele Burijovich y que a continuación se transcriben. Ing. Luis Alberto Tello, secretario; Agrim. Caros Américo Jacobacci, presidente.
De entre los innumerables recuerdos que atesoro de mi paso por la escuela, quiero compartir aquel que dejó una huella profunda en mi vida. Mi relato nos trasladará al año 1982, cuando cursaba mi cuarto año de secundaria en un Colegio Técnico.
Para comprender plenamente mi historia, es necesario que les explique mi firme determinación desde la infancia de convertirme en arquitecta. Decidí ingresar a un colegio técnico, a pesar de la oposición de mis padres, en primer lugar, porque la mayoría de los estudiantes eran varones y, por otra parte, tuve que superar un riguroso examen de ingreso para ser admitida.
El evento crucial se sitúa en mi cuarto año, en la asignatura de Estática, impartida por el profesor Eduardo Meyer, un ingeniero de renombre en la provincia de Corrientes.
Aunque a mis ojos de estudiante de la época lo percibía como un caballero de edad avanzada, sus clases eran auténticos espectáculos de entusiasmo y pasión. Era un placer escucharlo y observar cómo abordaba cada lección con una energía inquebrantable. Lo que más me cautivaba era su habilidad para desentrañar con facilidad las complejas problemáticas planteadas en la materia.En aquel preciso instante, tomé una decisión que cambiaría mi vida: estudiaría ingeniería. Y así lo hice. En numerosas ocasiones, después de haberme graduado, me encontré con el profesor Meyer, y siempre le expresé que era el responsable de mi cambio de rumbo profesional. Él solía sonreír y me confesaba su satisfacción por haber tocado el corazón de uno de sus antiguos alumnos. Y, sin lugar a dudas, lo había hecho.
Hoy, desde el lado del aula como docente, aspiro a transmitir a mis propios alumnos esa misma pasión que el profesor Meyer irradiaba al enseñarnos. La influencia que él ejerció en mi vida es un faro que guía mis esfuerzos pedagógicos, recordándome constantemente el impacto que un educador apasionado y dedicado puede tener en la trayectoria de sus alumnos. Mi historia escolar se teje de recuerdos variados, pero este episodio, en particular, ocupa un lugar especial en mi memoria, ya que marcó el inicio de un viaje que me llevó a cumplir mis sueños y a seguir los pasos de alguien que me inspiró de una manera inolvidable.