¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Resiliencia

La vida nos pone a prueba como las pandemias cada tanto. Triunfar o salir de ellas, es un milagro que los gobiernos argentinos lo experimentan con frecuencia.
 

Sabado, 22 de junio de 2024 a las 19:06

“Proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas.”
Fuerza extra. Resto que se niega aflojar. Que en la prueba suprema, suma la contención necesaria para contrarrestar, inamovible, como fijado al suelo. Sin retroceder un centímetro, venciendo todas las contingencias.
Es ponernos a prueba. Esforzarnos. Predisponernos a conocer cuánto soportamos.
En esta Argentina diezmada por el agobiante ajuste, último recurso de un pueblo que toda su vida ha hecho un culto del “dolce farniente”, la libertad sin imposiciones, la alegría exagerada, y los feriados “engordados” que se parecen más bien a breves licencias por sus “puentes”, que nos encargamos siempre de acoplar, sumando como moneditas, unas sobre otras para acortar lo laborable.
Dicho de otra manera, país que no toma en serio sus graves percances registrados en nuestra historia por si alguien se olvida, y que por ello inconscientemente repite tal cual cayendo “siempre al mismo pozo.”
Seguramente, debemos ser especialistas en resiliencia, empedernidos a toda costa, para salir de una y meternos en otra por puro gusto, por ocio desmedido, por indiferencia exagerada.
Ahora, estamos transcurriendo una de ellas, tras cartón detrás de la Pandemia, a continuación de todos los problemas sin final; después que nos acostumbramos a fiestas por doquier, a firmar y en lo posible no concurrir al trabajo, a tener un plancito, de calzar marchas para aprovechar los viáticos que nos asegura la presencia y el choripán de “yapa”. Son verdaderas ventajas para no despreciar.  
Uno, trata de entender a sus congéneres, a sus compañeros de residencia territorial, que es ser uno mismo, porque lo que acontece tiene consecuencias para todos, y sin embargo no se encuentra explicación a tanta desidia por superar resiliencias desgastantes.
Salvo concluir que es como practicar masoquismo, infligiendo daño tanto a otras personas como a uno mismo, ya que comportamientos fuera de orden como practicamos los argentinos, siempre nos condenan a la hoguera.
Paralelo, como para concluir de una vez por todo este camino espinoso sin futuro, hay que poner en realidad visibilizando la verdad “de la milanesa”, que lo único que resta amén de honestidad de la “casta política”, que siempre ha manejado este país a diestra y siniestra, es ajustarnos el cinto.
Con el sacrificio, con la falta de disponibilidad económica, con encontrarnos frente a la realidad dura e inconmovible, que la sopa desde ahora será solamente agua, el resto se lo llevó la inflación que promete que baja mientras los precios suben, y los que subieron de antemano, no bajan ni a muerte.

El Senador del PJ, Edgardo Kueider, dijo que para el tratamiento de la Ley de Bases, la consigna de Unión por la Patria: era “que explote todo.” Y, estuvimos a punto. Aprendamos de una buena vez por todas: “Quien juega con fuego, se quema”.

Sincerarnos trae como consecuencia, enterarnos de cosas que no estaban en agenda, asombrarnos y ponernos a prueba que los remedios se han anotado en la misma carrera, por eso algunos prefieren comprar comida que adquirirlos.
Se viven días de fragor, de proyectos para restablecer orden y racionalidad, pero eso lleva su tiempo y mientras tanto hay que vivir, empeñar lo que no tenemos para tomar un colectivo, ya que la ciudad creció y la necesidad de trabajar es prioritario.
Salvo que nos dediquemos a robar, hoy que se delinque como un deporte nacional, sin importar personas, ancianos, mujeres y niños. Esto más bien se parece a un tango ambientado en las orillas, donde las urgencias crecen y los dolores no soportan.
Será que el ciudadano que nunca lo fue, ha aprendido la lección, salvo el orden, la disciplina y la preocupación verdadera que hoy se debe fomentar, cuidar y defender. El escepticismo murió. Nadie puede ser indiferente, el protagonismo de salvarlo que queda, es lo último que tenemos como la esperanza-pobrecita-que se cansó de esperar.
Tenemos que dejar para siempre esa vocación de ventajita que los argentinos hemos hecho costumbre, en desmedro de todos donde tampoco nos salvamos, en que celebramos nuestra propia muerte, porque somos todos o nada.
En este reordenamiento que se pretende, donde una vez más el mal político ha perdido la confianza, se comenzó a ver algunos protagonismos de gente “atornillada” al poder que cayeron en la facilidad de los fondos de papá estado.
En cuyo nombre las promesas vanas del querer pasajero, nos develan historias no consumadas, solo palabras vacías, “gastadas” como decía Julio Cortázar, despintadas”.
Cuando se pierde certeza, la desconfianza gana en dudas, y las palabras eliminan su capital más noble, la credibilidad, ese escudo concreto que hacía de la confianza su mejor elocuencia.
Lo único, que en el revisionismo diario uno se entera de cosas que son tristes y son causas de poner a prueba la obligada resiliencia, que tienen mucho que ver con la forma despiadada de hacer política.
El Senador del PJ, Edgardo Kueider, dijo que para el tratamiento de la conmocionada ley de Bases, la consigna de Unión por la Patria era: “que explote todo”.
Y, estuvimos a punto. Aprendamos de una buena vez por todas: “Quien juega con fuego, se quema.”

Últimas noticias

PUBLICIDAD