¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

Adiós al “papá adoptivo” del perro más famoso del Chaco

Por El Litoral

Miércoles, 15 de diciembre de 2004 a las 21:00
Fernando Ortiz tenía 81 años. Fue un cantante de boleros que llegó de paso pero echó raíces en tierra chaqueña. En sus años mozos cobijó al perro al que cedió su nombre.
Por José Luis Zampa (*)

RESISTENCIA. El “padre adoptivo” del perro más famoso del Chaco murió a los 81 años, cerrando el círculo de una historia que le confirió identidad a esta capital: la de Fernando, un perrito andariego que fue protagonista de todos los hechos sociales de su entorno durante una década.
Fernando Ortiz llegó a Resistencia a principios de la década del 50 para ofrecer un show de boleros en el desaparecido bar “Los Bancos”, frente a la plaza 25 de Mayo, donde una noche se topó con su lanudo y vagabundo amigo, a quien acogió.
“Un mozo se me acercó y preguntó si el perro molestaba; le dije que no y seguí cantando”, relató en una de sus últimas entrevistas con la prensa local aquel cantante santafesino que sufriría un proceso de “chaqueñización” y cedió su propio nombre a la mascota que fue de todos.
Fernando Ortiz cuyo nombre real era Luis Fernando Ortega- salió aquella madrugada de “Los Bancos” y caminó las cuatro cuadras que separaban al bar del hotel “Colón” sin notar que el otro Fernando lo había seguido hasta el hall.
“Al día siguiente me lo encontré durmiendo debajo de mi cama, así que lo bañé, le di de comer y nos hicimos muy amigos”, recordó Ortiz en un reportaje concedido a la agencia de noticias DyN años atrás, cuando la fama del perro Fernando ya había cobrado trascendencia internacional.
“Su” perro, que con el correr del tiempo se tornaría un invitado excluyente a todas las reuniones sociales de la capital chaqueña, desde casamientos hasta bautismos, fue comparado con un can español que en los años 90 fue noticia por acompañar sepelios.
“Fernando era más que eso, era una persona y hasta tenía agenda: A la mañana desayunaba café con medialunas sentado a la mesa del gerente del Banco Nación y al mediodía tenía el almuerzo listo en el ‘Sorocabana’ o algún otro bar de la época”, resaltó Ortiz en aquella nota de archivo.
El “perrito que errando por las calles se ganó el amor de todo un pueblo”, como reza el epitafio del lugar donde descansan sus restos, en la vereda del centro cultural “Fogón de los Arrieros”, murió a en 1963, en el pico de una fama que para entonces su “papá adoptivo” había perdido.
Aquel animalito menudo, de pelo blanco ensortijado, quedó metido en los genes resistencianos como la demostración más cabal de que “el mejor amigo del hombre” es algo más que una frase hecha.
Fernando el perro- aprendió de Fernando el hombre- hasta el buen gusto musical, al punto que en los recitales nocturnos los artistas esperaban su aprobación final: si ladraba había que obsequiarle un bis, pero si se marchaba en silencio algo había andado mal.
El can tiene desde hace décadas dos monumentos en las calles de Resistencia: uno en su tumba, por la calle Brown, y un bronce en la esquina de la Casa de Gobierno.
Su primer amo jamás reclamó “derecho de propiedad” sobre su viejo compañero de tertulias.
Fernando Ortiz dejó, generoso, que el pueblo resistenciano se adueñara de aquel perrito hasta transformarlo en figura emblemática de la ciudad porque, después de todo, “él fue quien se ganó la amistad de la gente con su simpatía”, explicaba ante cada abordaje periodístico.
Con el tiempo cobijó a otros perros desvalidos en su humilde taller de la avenida Vélez Sarsfield, donde se instaló cuando la voz ya no daba para el bolero y comenzó a explotar su otra habilidad artística: la pintura.
Pintó desde carteles comerciales (como el escudo del legendario Chaco For Ever del que se hizo fanático) hasta cuadros costumbristas que cobrarán su verdadera dimensión a partir de su muerte.
La prolongada enfermedad que se llevó a Fernando el hombre- hizo lo suyo anteayer y dejó a los chaqueños sin un testigo privilegiado de la historia ciudadana, pero quizás haya dado al “papá” adoptivo la posibilidad de cumplir un sueño íntimo: reecontrarse con su “hijo” Fernando.

(*) Corresponsal de la agencia DyN en Chaco y Corrientes.

Últimas noticias

PUBLICIDAD