En una sesión de trámite que duró 25 minutos, lo previsto se cumplió a rajatabla. Cumplida la media hora de espera que establece el reglamento, y ante la ausencia del jefe natural del cuerpo, Lilian Caruso subrogó a Díaz según sus facultades de vicepresidenta y la sesión especial preparatoria se puso en marcha.
Sin tiempo que perder, Dora González (Panu) tomó la palabra y tildó el primer punto de la rutina: propuso a Gustavo Moliné como presidente del Concejo Deliberante capitalino para el ejercicio febrero-diciembre. Ocho manos en las alturas, convirtieron en norma, en cuestión de segundos, esa primera moción.
Cinco minutos después de las 20,30, el ex coordinador de Municipios, el bendecido ex secretario privado de Raúl Romero Feris, Gustavo Moliné, juró por los Santos Evangelio desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de presidente que dejó “Tibucho” Díaz, ausente en la reunión por presentar un cuadro de “crisis hipertensiva” que lo mantendrá en reposo 48 horas, según la prescripción de su médico, Horacio Loveccio.
Lo que pasó después pudo haber sido una anécdota, pero abandonó ese rango por su fuerte connotación política. El justicialista Alberto Fernández, tras haber solicitado la palabra al flamante mandamás legislativo, propuso a su “compañera” Lilian Caruso para que, por voluntad manifiesta del cuerpo pero, sobre todo, por “expresas instrucciones partidarias”, mantenga su lugar de vice-primera en la mesa directiva del HCD. Tras la votación, la jura.
El trámite se repitió luego. Esta vez, la concejal Nidia Miérez, en uso de la palabra, solicitó a sus pares el acompañamiento para que el tercer casillero presidencial sea cubierto por su correligionario nuevista el doctor Juan Carlos Benítez Suárez. La unanimidad de los presentes convirtió la proposición en orden, dejando constancia del cumplimiento irrestricto del entendimiento que hoy mantiene en la misma trinchera al Panu y al PJ.
En el mismo acto, no obstante, el nuevismo se aseguró otra victoria tal vez eclipsada. Es que al designar a Benítez Suárez, el oficialismo recuperó una pieza clave; recobró la llave que en su momento abrió la puerta para que la regularización laboral de los trabajadores de los jardines maternales Mitaí Roga sea hoy un hecho de cumplimiento obligatorio y en marcha.
Quedó para después una sugerencia que buscaba oficializar la convocatoria de una futura sesión que sirva de marco para que el Concejo, en coincidencia con la reanudación de sus actividades, vote la prórroga de la adhesión a la Ley de Emergencia Económica que en la Comuna vence el lunes. El ensayo de Fernández (fue el autor de la propuesta), consustanciado con la causa del oficialismo municipal, quedó sin efecto. En cambio, el cuerpo instó al presidente a que realice un llamamiento amplio para que todos los bloques trabajen el lunes en el asunto. Así quedó. Fue lo último de una sesión con final anunciado.
Gustavo Moliné desde anoche preside el Concejo Deliberante y eso adquiere relevancia doble si se tiene en cuenta la borrasca en medio de la cual se fogonearon intentos desestabilizadores en su contra. No le alcanzó a “Tibucho” Díaz el esfuerzo denodado de Lucía Ortega para mantenerlo en el cargo. Tampoco los que probaron distintos operadores gubernamentales de primera línea, grupo que incluye a referentes del Partido Justicialista. Nadie pudo resquebrajar la alianza que el Panu cimentó con los alfiles peronistas, al menos por ahora.
Fue así como al interbloque, hoy compuesto por cuatro radicales y dos liberales, no le quedó más que aliviar con un café la amargura de la derrota. Desde la esquina de Mayo y Mendoza siguieron los concejales la sesión que consagró a Moline, y desde allí pergeñaron una excusa por su ausencia: “No asistimos porque no se avanzó con la reforma del reglamento interno que iba a permitir la creación de una comisión de administración que aportaría previsibilidad y transparencia a la ejecución del presupuesto del Concejo”. Por lo bajo se supo que su actitud más bien pretendía dejar en evidencia a los justicialistas, pero esto poco cuenta ya.
“Agradezco a “Tato” por haberme propuesto; a mi bloque por su acompañamiento y a mis amigos “Beto” Fernández y Lilian Caruso por su confianza. Las puertas están abiertas, por lo que creo que pronto dejaremos de ser ocho y volveremos a ser quince”, dijo un Moliné dolido (por que su nombre no fue propuesto, como correspondía, por Aurelio Díaz), segundos antes de que caiga el telón y se apague la luz.