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Edificios abandonados, gigantes a un lado de la historia capitalina

Por El Litoral

Martes, 11 de abril de 2006 a las 21:00
La Casa Martinez, una joya arquitectónica demolida por el tiempo y la desidia.
El boom de la construcción, la dispersión de los terrenos en la urbe, la inversión inmobiliaria e incluso la llegada de nuevos habitantes son algunos factores que marcaron una tendencia en la ciudad, dirigida a las alturas de las torres de departamentos. Aun así, resguarda Corrientes grandes edificaciones, sin destino ni futuro, pero con pasado y en algunos casos, familias enteras adentro.
Pudieron haber sido construidos hace 25 años o en 1900. Como el caso de la vieja terminal del tren “El Económico” (ubicada en la esquina de Bolívar y San Martín). Si bien el lugar dejó de funcionar como estación en 1970, actualmente el sector sobre calle Ituzaingó y Bolívar alberga a dos familias, que disputan su posesión con la Nación.
El Litoral dialogó con uno de sus habitantes, Francisco Monzón, quien recordó que “vivo acá desde los cinco años, es decir hace 37 años”. El hombre llegó al lugar junto a su padre -Antonio- y su madre, Genoveva Cardozo, quien “alcanzó a conducir uno de los trenes”, recordó su hijo.
La familia Monzón llegó -un año antes de que el ferrocarril dejara de funcionar- con el motivo de que Antonio Monzón se desempeñaba como sereno de la estación de trenes, que depende de la Nación. Desde esa fecha la familia se instaló en el lugar.“Estamos esperando la orden de la jueza para tener todos los papeles que nos permitan seguir viviendo acá”, dijo uno de sus moradores, quien recuerda su infancia entre vagones.
“Acá vivimos dos familias y en total somos nueve personas, de las cuales dos son discapacitadas”, subrayó en su explicación.
Hoy el edificio aún conserva los espacios reservados para el resguardo de los vagones. Aunque el correr de los años generó gruesos agujeros en los techos del edificio, huecos que comparten espacio con distintos nidos de aves, afincadas en las vigas.

MOZAICOS Y BALDIOS

Durante un recorrido El Litoral pudo identificar también un estableciemiento que no funciona hace unos diez años por cuestiones legales, constituido por dos edificios separados por un baldío, ubicados sobre la avenida Chacabuco al 1200. Si bien la construcción se presenta unificada, se puede distinguir, en la primer edificación, sobre la calle Estado de Israel (continuación de Bolívar) una antigua fábrica de mosaicos.
A su lado hay un sitio baldío -ocupado por maquinaria en desuso, malezas y escombros- y a continuación se levanta el segundo edificio donde, según comentaron vecinos de la zona, funcionaba una fábrica metalúrgica. En dicho lugar “se reúne la comparsa Ará Berá para realizar sus ensayos”, recordó un habitante sobre Chacabuco.
Si bien su apariencia de abandono lo presenta como deshabitado, entre sus paredes vive una familia compuesta por cinco personas (una pareja con tres hijos), que se encargan de cuidar el lugar, según relató Héctor Echeverría. El hombre, que vive en la zona hace más de 20 años, explicó a este medio que “esa fábrica pertenece a los hermanos Carabajal pero hoy se encuentra con un embargo judicial”.
A través de sus aberturas se puede distinguir la presencia de unos pocos mosaicos que marcan el objetivo de la edificación viejo propósito que genera el lamento de los vecinos, “cómo no aprovechan el espacio para traer a los puesteros, por ejemplo”, cuestionó uno de ellos.
Por el momento, “el lugar es una mugre, repleto de ratas”, según comentó Echeverría. El inmueble ocupa cerca de 3600 metros cuadrados, divididos en tres parcelas de 20 metros de frente por 60 metros de largo. Sus paredes aún se encuentran en pie pero el paso del tiempo -inevitable- dejando ladrillos sueltos, puertas y ventanas quebradas, allí donde aún hay señales de trabajo.

CASA MARTINEZ

El primer edificio se encuentra en el barrio Libertad mientras que la vieja fábrica se ubica en el Belgrano, pero el deterioro no dejó de lado al centro. En calle Quintana al 971 se encuentra la tradicionalmente conocida como “casa Martínez” que pasó de ser un lugar declarado Patrimonio Nacional Histórico (puesto que allí descansó José de San Martín) a un baldío, donde las semillas de lapachos y gomeros de la india sobrevolaron hasta instalarse en las casas de enfrente.
Residentes de la zona explicaron a El Litoral que “todos los días tenemos que estar llamando a la Municipalidad para que vengan a limpiar pero nunca vienen”, se quejaron. En la zona la naturaleza y los residuos dominaron el edificio hasta llegar a provocar prejuicios en casas aledañas, por ejemplo con la invasión de raíces por debajo de las paredes.
Según recordó una de las vecinas, “hace ocho años que no vienen a podar los árboles y la última vez que lo limpiaron retiraron ocho toneladas de basura, en 2003 y todavía seguimos esperando que vuelvan”. Los vecinos explicaron que “desde la Municipalidad nos dicen que no tienen la maquinaria necesaria para llevar los residuos y los restos de árboles”.

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