¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

PUBLICIDAD

San Gerónimo, un barrio con cuatro zonas unificadas por las necesidades

Por El Litoral

Miércoles, 26 de abril de 2006 a las 21:00
Después de la lluvia, un vecino rellena el único sendero que le permite salir y entrar a su casa.
El barrio San Gerónimo posee la particularidad de estar dividido internamente en cuatro sectores con características particulares que se establece tanto en lo geográfico como en su problemática. Pero tienen un punto en común que enlaza sus unidades: las carencias como vecindario.
Hay zonas que reclaman la construcción de calles para salir del encierro, baldíos que ocupan un cuarto de manzana, prestación de servicios esenciales (como ser desmalezamiento y cuidado de las calles de tierra) para quienes pagan por estar en una zona residencial e inseguridad son algunas de las preocupaciones que movilizan al barrio. Además tiene la característica de contar con tres Pro Comisiones Vecinales.
El San Gerónimo está delimitado por la avenida Libertad (al norte), la avenida Centenario (al sur), la calle Martín Quinquela (en el oeste) y el Campus Universitario (hacia el este). En ese espacio de la Capital correntina, por un lado se encuentran subdividida la zona noreste en la cual existen dos manzanas que carecen de una salida hacia la avenida Laprida. Se trata de la continuación de la calle Gabriela Mistral que se interrumpe al llegar a Laprida.
Al respecto, uno de los colaboradores de la Dirección de Comisiones Vecinales, Patricio Persíncula, explicó a El Litoral que “según los planos ahí hay una calle proyectada”. A pesar de ello, parece que los vecinos deberán esperar por la construcción del acceso ya que desde la Comuna “no quieren que se toque el tema de obras públicas en las reuniones con los vecinos”, indicó el integrante de una de las pro comisiones.
Según los habitantes afectados, el problema se generó con la mensura de los terrenos ya que “no tuvieron en cuenta el espacio reservado para las calles”, que es de catorce metros de ancho.
Entre quienes se encuentran con el callejón sin salida está Victoriano Ramírez, quien ayer a la tarde tiraba escombros y tierra en el único sendero de salida que por la lluvia se tornó un pantano. “No tengo por dónde pasar cada vez que tengo que ir a trabajar porque el camino se vuelve intransitable”, acentuó el hombre mientras descargaba la carretilla repleta de tierra.
A esto caso se agrega la falta de cañerías, cuya solución tuvo que ser dada por los vecinos, que se encargaron de comprar los materiales y pedir a Aguas de Corrientes su instalación. Pero según recordó otro de los afectados, Carlos Segovia, “la inmobiliaria me vendió el terreno de mi casa en 1994 y desde ahí tengo que aguantar que todos los desagües de la zona de enfrente (donde figura otro baldío) vengan hacia mi casa”.
En el lugar se puede observar también el abandono de la calle Gambrill que, en tiempos del Congreso Eucarístico Nacional (en septiembre de 2004) constituyó uno de los accesos más utilizados por estudiantes y habitantes de la zona por su impecable condición: “a pesar de ser de tierra la calle estaba bien iluminada y se mantenía limpia”, recordaron.
Muy cerca de allí (en la zona noreste) un puñado de baldíos -refugio de alimañas- conforma la carta de presentación del lugar, si se ingresa por las calles Juan Ramón Giménez o Morelos. Este no es el único, pues se puede observar un total de cuatro espacios con similares características: uno de ellos es el que está frente a los terrenos sin calle de acceso.
Al barrio se suma la franja de complejos habitacionales donde “hasta el año pasado contaban con dos cuadrillas de obreros para la limpieza, pero hoy no hay ninguna”, explicó Carmen Giménez, vocal de una de las pro comisiones.
“Los que viven en esta zona (la oriental) pagan impuestos por servicios que corresponden a un lugar residencial pero lo único que se mantiene limpio es la plaza (sobre avenida Laprida)”, diferenció.
Por último se encuentra el sector de terrenos de Ayuda Mutua (en su extremo sur) donde la inseguridad y la falta de mantenimiento de las calles conforman la lista de reclamos de su población. Según comentó Carmen Giménez, “tanto la calle Quinquela Martín (por donde antes ingresaba el 110) como Gambrill (limita con el Campus Universitario) figuran como pavimentadas”, pero el abandono es evidente. Montículos de tierra y rama ocupan las esquinas de la zona donde aseguran “es imposible caminar de noche porque no hay iluminación y te pueden hacer cualquier cosa”, resaltó una vecina mientras señalaba la canchita de fútbol sobre Quinquela Martín.

Últimas noticias

PUBLICIDAD