En el orden de la caridad social San Pío de Pietrelcina se comprometió en aliviar los dolores y las miserias de familias, especialmente con la fundación de la “Casa del Alivio del Sufrimiento”, inaugurada el 5 de mayo de 1956.
La comunidad católica de la parroquia Pompeya protagonizó ayer una emotiva veneración de la reliquia de San Pío de Pietrelcina, un mitón que usaba el religioso franciscano - capuchino para cubrir las llagas que tenía en sus manos, y que recibió la visita de una importante cantidad de fieles durante una serie de actos que se desarrolló desde la mañana a la medianoche.
La Fraternidad de Hermanos Menores Capuchinos promovió los actos en Pompeya durante los cuales se veneró y recibió la bendición con el mitón del santo fraile de San Giovanni Rotondo.
De 9 a 12 se reflexionó ayer sobre la vida del santo Padre Pío y se recibió la imposición y bendición con el mitón.
Por la tarde, de 17 a 19, se desarrollaron similares actividades y posteriormente se realizó la exposición del Santísimo Sacramento.
A las 20 se llevó a cabo una misa por el alivio del sufrimiento, con imposición de manos, veneración y bendición con el mitón del Padre Pío.
Pío de Pietrelcina, también conocido como Padre Pío, nació el 25 de mayo de 1887 - m. San Giovanni Rotondo; y falleció el 23 de septiembre de 1968. Fue un religioso franciscano - capuchino y santo italiano, famoso por los hechos sobrenaturales que se le atribuyen, como estigmas, curaciones, bilocaciones y lectura de conciencias a los que iban a confesarse con él.
Fue beatificado el 2 de mayo de 1999 y el 16 de junio del 2002, Juan Pablo II lo canonizó bajo el nombre de San Pío de Pietrelcina.
Recibió los estigmas el 20 de septiembre de 1918 y los llevó hasta su muerte 50 años después. Los médicos que observaron los estigmas del Padre Pío no pudieron hacer cicatrizar sus llagas ni dar explicación de ellas.
“Fue un hombre elegido por Cristo para llevar los padecimientos de la crucifixión en su cuerpo, durante 50 años de su vida. Las llagas en sus manos, en sus pies, y en el costado de su pecho eran permanentes, sangraban y no cicatrizaban, no supuraban, ni coagulaban”, cuentan en el sitio “Misionerosdelapalabra.org”.
“Durante su vida recibió el don de la bilocación, que es la posibilidad milagrosa de estar en dos sitios a la vez; el don de lenguas, por el cual podía darse a entender en diferentes idiomas, aunque nunca los hubiera aprendido”, indicaron.