Usualmente existe una silenciada, y a veces no tanto, lucha sin cuartel entre papás y abuelos, por la educación de la descendencia. Si bien ningún papá planea separar a sus hijos de los abuelos, lo cierto es que muchas veces los conflictos no resueltos afloran en esa compleja relación y la distancia se convierte en la estrategia para evitar enfrentamientos. Los papás suelen acusar a los adultos mayores de la familia de “malcriar” a los nietos complaciendo con todos los pedidos de los peques; mientras que los abuelos exponen una larga lista de desaciertos en la educación de los niños.
Con la idea de reflexionar sobre la temática, Padres Hoy entrevistó a un grupo de padres que compartieron experiencias sobre ese choque generacional que suele ocurrir con los abuelos.
En primer lugar, hay dos puntos importantes a tener en cuenta en la disputa de abuelos y padres; el primero tiene que ver con la opinión de los “nonos” respecto a la educación de los niños, por ejemplo con los permisos, el vocabulario, y lugares donde frecuenta el pequeño. Hace 30 o 40 años los papás eran mucho más estrictos y con crianzas absolutamente diferentes a las de hoy, es por eso que se perciben choques generacionales muy marcados entre los papás y abuelos del siglo XXI. Por otro lado están aquellos que complacen a sus nietos en todo: juguetes, golosinas, paseos lo que sea para hacer más “felices” a los más chiquitos del hogar. Muchas veces las diferencias pueden terminar en conflictos familiares si no se habla a tiempo.
Los abuelos al cuidado
El escenario laboral muchas veces es el disparador de los conflictos generacionales. Es que en las familias actuales, ambos padres suelen trabajar lo que plantea todo un escenario de estrategias de organización cotidiana. Esa es la experiencia de Analía, quien debe dejar su casa la mayor parte del día y sus dos hijos quedan al cuidado de la suegra. Al respecto dijo que: “Es de gran ayuda que los chicos queden con su abuela en realidad la necesitamos mucho pero veo que los consiente en todo y a la larga eso los perjudica”. Ante esa perspectiva apuntó que están analizando otras opciones como una guardería de tiempo completo u otras actividades.
Otro ejemplo, es el de María Laura que sólo recurre a su mamá en algunas ocasiones. “La verdad es que muchas veces nos salva que alguien lo pueda cuidar al nene, pero esos pedidos tienen que tener un límite. Por eso, optamos por contratar una niñera medio turno y el otro medio turno que vaya al jardín. Es un presupuesto importante, pero si queremos trabajar no nos queda otra”, explicó. Y agregó que para evitar choques con una abuela “muy metida”, hay que ser claros, hablar de los límites, exponerlos sobre la mesa. Sin embargo, el problema es más complejo cuando la abuela “metida” es la suegra de la mamá.
Los protectores
José, otro de los entrevistados, relató una conversación que se vio obligado a tener con su madre. Según marcó, son conflictos que a nadie le gustan pero son necesarios de ponerlos en palabras. Contó que debió pedirle a su mamá que no lo contradiga cuando corrige a su hijo. “Mi nene es muy chiquito, tiene apenas cuatro años y siempre que la corrijo en algo, la abuela hace todo lo contrario, tuve que hablar con mamá y dejarle en claro algunas cosas que me molestaban, aunque me dolió un poquito, muchas cosas cambiaron para mejor”, reveló.
Por parte de los abuelos, muchos admiten que buscan tener un rol decisivo en la crianza de sus hijos, al margen del compromiso o descompromiso de los propios padres en relación con la crianza de sus hijos. Si bien es cierto que muchas veces los estilos de crianza y educación pueden ser muy diferentes entre los padres y los abuelos o la familia extendida, respecto a comida, vestimenta, permisos, prohibiciones, etc., no menos real es que estas diferencias son mínimas en relación con todo lo que podrían aprender y ganar los hijos en la relación con sus demás familiares, y con el alivio que los mismos pueden otorgarle a los padres, al ayudarlos con la crianza de sus hijos.
Relaciones ríspidas
Algunos padres sienten que sus propios papás intentan estar demasiado implicados en la crianza de sus hijos. Algunos abuelos, por el contrario, sienten que sus hijos esperan demasiado de ellos, en relación con el cuidado de los niños. Por su parte, los diferentes valores, cosmovisiones, creencias religiosas, distancias, relaciones, y otros tipos de problemas, -grandes y pequeños-, pueden obstaculizar estos lazos de fraternidad y apoyo.
Un conflicto muy común que puede surgir, es el de aquellos padres que se sienten confusos y lastimados al ver que sus propios padres parecen ser más cariñosos y amigables con sus nietos, a diferencia de lo que lo eran con ellos cuando eran chicos (si, están celosos…).
Como adultos, los padres deben intentar entender a sus propios padres, saber que ellos se encuentran en otra etapa de sus vidas, aceptar los cambios de personalidad, y, en última instancia, perdonarlos. Muchos pueden no estar completamente enterados de cómo las presiones y las circunstancias de vida que sus propios padres pudieron haber experimentado en el pasado, pudo haber contribuido a una carencia de atención a sus propios hijos, que tal vez ahora intenten remediar.