Fue un 21 de mayo de 1988, una fresca tarde tanto en Corrientes como en el sur del Gran Buenos Aires. Mandiyú viajó los mil kilómetros hacia el viejo estadio Centenario, que estuvo colmado con miles de correntinos en las tribunas. Mandiyú con un empate era campeón. Quilmes necesitaba ganar ese partido y esperar que los correntinos vuelvan a caer en la última jornada.
Los locales formaron con Puentedura, Aguilar (que fue cambiado por Baroni), Jeannoteguy, Lagunas, Ribichini, Llane (Kergarabat), Di Gregorio, Gómez, Escalante, Leani y Sotelo, la dirección técnica era de Zuccarelli. Deportivo Mandiyú se alineó con Medrán, Urbina, Cáceres, Barrios, Martínez, Basualdo, E.Rodríguez, Attadia (Marrero), Cañete, Oddine y D.Rodríguez, dirigidos por Juan Manuel Guerra. El árbitro fue Ricardo Calabria.
El partido fue nervioso, trabado, como toda final. Pasaban los minutos y el resultado no se modificaba. 0 a 0. Quilmes no paraba de intentar por todos los frentes, Mandiyú hacía gala de su principal arma, la defensa y sostenía inexpugnable la valla de Medrán. Terminó el primer tiempo. 0 a 0.
El segundo tiempo no varió mucho. El tándem defensivo que ideó Guerra funcionaba a la perfección y sumada a la imprecisión de Quilmes hicieron un combo letal para las intenciones de los bonaerenses. Medrán, Urbina, Cáceres, Barrios, Martínez más la colaboración del resto del equipo seguían sacando todo y apostando a una contra salvadora. 0 a 0.
El partido ya estaba terminando y Quilmes no le encontraba la vuelta al planteo correntino. 0 a 0. Calabria adicionó 5 minutos, lo cual generó desesperación entre los correntinos y su gente. Iban a ser 5 minutos eternos para todos y de franco ataque de la “cerveza” pero sin claridad.
0 a 0. Pasaban los segundos y la única vía con que Quilmes intentaba entrar al área eran los centros de larga distancia que nunca tuvieron un peligro real para el arco de Medrán, pero con los nervios de final y el contexto hacían pensar que el gol local era inminente. Pero eso nunca sucedió. En el enésimo centro despejado, Calabria pitó, decretando el final del partido. 0 a 0. Mandiyú campeón. La historia estaba escrita, la gloria también.
Corrientes se vistió de fiesta, que se hizo mucho más intensa al día siguiente cuando el equipo vino en avión al Piragine Niveyro y fueron llevados en andas hasta un colectivo que fue contratado especialmente para la ocasión, con el que recorrieron toda la ciudad en una interminable caravana que duró más de 4 horas y que terminó cuando los jugadores fueron recibidos por el Gobernador de aquel entonces, Ricardo Leconte.
Tanta algarabía no era para menos, era la primera vez que un equipo correntino iba a jugar en la máxima categoría del fútbol nacional. Esperaban Boca, River, Racing, Independiente, San Lorenzo y tantos otros equipos. Era una novela que iba a seguir escribiéndose hasta un triste final en el Clausura 1995.
Pero ese 21 de mayo de 1988 fue una jornada histórica para el deporte correntino, algo que quienes lo vivieron nunca lo olvidarán y los que nacieron después siempre sabrán dada la magnitud de la conquista.