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/Ellitoral.com.ar/ Opinión

Santa Ana y Sebastián Gaboto

Por el Dr. Juan José Ramón Laprovitta

Una imagen de la Inmaculada Concepción de María fue llevada por indios enemigos. Unos indiecitos pescadores en una de las bajantes del río Paraná, descubrieron en un recodo del mismo, sobre una piedra, la imagen robada.  

La visita es alguien que pertenece a otra parte, pero si se la acepta con el corazón, luego el visitado se encuentra en el mundo de la pertenencia. La visita es poderosa y antigua. En las culturas primitivas la visita traía noticias de un mundo diferente. 
Y cuando esas noticias eran para descubrir nuestro origen y la afinidad con lo eterno y ancestral y proclamar el Amor Verdadero, la naturaleza interior del visitado generaba una actitud de misterio, de presencia, de reverencia, de admiración y de pertenencia. Porque el sensus fidei de todo ser humano percibía en la razón de esa visita, en los tiempos de la evangelización en América, el sentido sagrado de la vida, pues se traía el mensaje anhelado de Cristo. El mensaje del Amor de la vida nueva. Giussani tiene razón cuando afirma: “La experiencia más natural, más profunda y más difundida, desde siempre en la humanidad, es la experiencia religiosa”, es decir del “religare” con el misterio de lo eterno, de lo sublime, del origen y fin de de nuestras vidas.
A principios de 1516 la expedición de Juan Díaz de Solís descubrió el Río de la Plata. El 2 de febrero desembarcó en la bahía de Maldonado, Uruguay, y al lugar lo denominó Puerto de La Candelaria, en honor a la Virgen María en su día. Allí se celebró por primera vez la Santa Misa en estas tierras. El primer nombre que tuvo el estuario del Plata impuesto por su descubridor Solís, fue Río Santa María.
Sebastián Gaboto de origen veneciano, pero al servicio de la corona española llegó con su expedición al Río Santa María en 1527. Dos de sus cuatro naves tenían advocación mariana: La Concepción y Santa María del Pinar. El célebre explorador colocó su empresa bajo el patrocinio de Nuestra Señora del Rosario, y al entrar en aguas del Paraná la proclamó Patrona del Gran Río, que por primera vez surcaban buques cristianos. Y aquí deseo expresar que las ciudades más antiguas de este importante río, tienen a la Virgen del Rosario como Patrona. En Corrientes la Virgen del Rosario es nuestra Patrona Fundadora. Y 456 años más tarde la Virgen del Rosario de San Nicolás, en revelación privada y aceptada por la Iglesia, le confirma a la Sra. Gladys de Motta su patronazgo sobre el río Paraná. 
Gaboto fundó Sancti Spiritu el 27 de febrero de 1527, población cercana a la desembocadura del río Carcarañá a unos 60 kms al norte de la ciudad de Rosario y que actualmente se denomina Puerto Gaboto. En Sancti Spiritu se desarrolló una gran tarea con los aborígenes a quienes se enseñó y se cultivó el trigo y la cebada por primera vez en nuestra Patria. Se levantó una capilla atendida por el sacerdote García donde se veneraba una imagen de la Virgen María como Inmaculada Concepción. Se celebraba la Santa Misa, se administraban los sacramentos y se consagraban los matrimonios entre españoles y aborígenes. 
Gaboto un gran explorador y con una inteligencia excepcional, habiendo tomado conocimiento de parte de naúfragos de la expedición de Solís, de las supuestas fabulosas riquezas de un Rey Blanco y de un lugar denominado Sierra de La Plata y que el lugar estaba en el norte, en una región denominada del Perú aún no conquistada, resolvió no cumplir con su misión de ir a las Islas Molucas a través del estrecho de Magallanes y remontó el Paraná en 1528 hasta llegar a la desembocadura del río Paraguay,  allí viró a la derecha y recaló en un puerto natural, ubicado en nuestro territorio cercano a la zona denominada actualmente Perichón, que le dio el nombre de Santa Ana, a poca distancia de un caserío llamado Casas de Yaguarón, nombre del cacique. 
Miembros de su expedición exploraron las lagunas y esteros del lugar llegando hasta el Iberá, a todo se denominó también Santa Ana.
El cacique Yaguarón y sus seguidores eran de índole pacífica y hospitalaria y recibieron bien a los españoles. Gaboto trajo los primeros sacerdotes franciscanos que desde 1528 sembraron las primeras semillas de evangelización en la zona denominada Santa Ana o Yaguarí, prevaleciendo una sentida devoción a María Inmaculada. 
Al norte de la Reducción Santa Ana del Yaguarí se fundaron otras reducciones, una de ellas cerca de la desembocadura del río Piquyry en el Alto Paraná, cercana a la actual Itatí, donde veneraban una imagen hecha de timbó y manos de nogal de la Inmaculada Concepción de María. Al ser atacada esta reducción, los franciscanos y sus aborígenes emigraron hacia el sur, llevando consigo la imagen de la Virgen y llegaron hasta la zona del Yaguarí donde estaba la reducción de otro franciscano fray Luis Gámez quien les dio la protección y el asilo necesarios. 
Allí levantaron un oratorio a la Virgen. Cierto día fue destruido por indios enemigos y se llevaron la imagen. Al tiempo, unos indiecitos pescadores en una de las bajantes del río Paraná, descubrieron en un recodo del mismo, sobre una piedra, la imagen robada, envuelta en una misteriosa luz, dejándose oír al mismo tiempo una melodía dulce y extraña. 
Inmediatamente dieron parte a fray Luis Gámez quien dispuso el traslado de la imagen en forma inmediata a la reducción Santa Ana del Yaguarí. La imagen desapareció dos veces y siempre se la encontró donde la descubrieron los pequeños pescadores. Entonces se resolvió trasladar la reducción al paraje donde la Virgen parecía querer ser venerada. 
Fray Luis de Bolaños bautizó a la nueva población con el nombre de: “Pueblo de Indios de la Pura y Limpia Concepción de Nuestra Señora de Itatí”. Itatí en guaraní significa “punta de piedra”.
El puerto Santa Ana quedó abandonado, pero había quedado todo lo plantado y edificado en la reducción Santa Ana del Yaguarí que fue la raíz de la actual población de Santa Ana. Hacia 1600 comenzaron a emigrar los indios guácaras desde el Chaco. Pocos años más tarde los franciscanos junto a los nativos y los guácaras refundaron la reducción en 1621, y luego de la destrucción en 1632 de Concepción de la Buena Esperanza del Bermejo, más indios guácaras llegaron a Santa Ana. 
Su Iglesia actual fue construida en 1771 donde se guardan tallas muy bellas elaboradas en madera dura por los guaraníes y guácaras, se destacan el altar y el comulgatorio realizado por un indio de nombre Patricio; una imagen de la Virgen Dolorosa hecha por un nativo llamado Yaguarón. En 1826 el Gobernador Pedro Ferré reorganizó la población dándole la fisonomía actual al pueblo. Entonces se denominaba “Pueblo de los Guácaras”. En 1840 es cambiada por el de Santa Ana por el comandante militar del pueblo Don Pedro Vicente Amarilla teniendo en cuenta sus orígenes. Actualmente se llama “Santa Ana de los Guácaras”. 
Siempre fue uno de los pueblos que constituían una avanzada en defensa de la ciudad de Corrientes. En la guerra de la Triple Alianza Santa Ana constituyó una zona estratégica fundamental. Fue residencia del naturalista francés Aimé Bonpland quien se afincó en el lugar por invitación del Gobernador Ferré para dirigir el Museo de Historia Natural de Corrientes.
La visita de la Virgen de Itatí desde su Santuario que viene a Santa Ana con ocasión de las fiestas patronales, tiene un hondo sentido de reconocimiento, de alabanza y generosidad, que expresa el aspecto delicado, dulce y generoso del corazón de la Virgencita, mostrando su nobleza por nosotros, por haber sido guardada, cuidada y defendida en Santa Ana, cuando sus enemigos querían su destrucción, en los albores de su presencia en tierras correntinas.

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