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“No hay nada más tradicional que los cambios”

Por El Litoral

Domingo, 26 de agosto de 2012 a las 01:00
DISERTANTE. Manuel Dannemann vino a Corrientes en el marco del Congreso del Folclore. Expuso sobre el “Folklore de Chile”.
EN CORRIENTES. Primera vez del chileno en estas tierras.
MANUEL DANNEMANN-Nació y vive en Santiago de Chile. -Tiene esposa, 4 hijos y 13 nietos. -Es doctor en Literatura Chilena e Hispanoamericana. Universidad de Chile. -Membresías en: Sociedad Chilena de Historia y Geografía. Colegio de Antropólogos de Chile. The International Society of Folk Narrative Research.
EN CONGRESO. Norberto Pellissero, Manuel Dannemann, Claudia Forgione y Maricel Pelegrin, en la Cuenca del Plata.
ESTUDIOSO. Dannemann es doctor en Literatura Chilena e Hispanoamericana.
PORTADA. Ultimo libro de Dannemann.
ENTREVISTA CON EL DOCTOR MANUEL DANNEMANN
Manuel Dannemann es doctor en Literatura, con mención en Literatura Chilena e Hispanoamericana. Universidad de Chile. En la actualidad, es el máximo referente del folklore chileno y americano. Sus colegas destacan su personalidad de mentalidad abierta, su don de gente y el acompañamiento que brinda a los jóvenes.
Sus trabajos son una lectura obligada y el más reciente, es el libro editado en el 2011: “El mester de juglaría en la cultura poética chilena. Su práctica en la provincia de Melipilla”, sobre el que venía investigando desde 1955.
Cuenta con especializaciones temáticas en folklore, identidades culturales y arte popular. Es director del Programa de Desarrollo de Identidades Culturales y director del Seminario Interfacultades “El Folklore como cultura”.

-¿Por primera vez en Corrientes?
-En Corrientes sí, de lo cual me alegra porque era de los pocos lugares que no había estado en la Argentina, país que visito todos los años con mucho afecto y desde hace mucho tiempo.

-¿De dónde viene su relación con nuestro país?
-Es una larga y muy estimada relación de trabajo, de amistad, de parentesco político y el sentirme muy en casa por razones afectivas y esas relaciones se construyen muchas veces sin que nos demos cuenta que las estamos haciendo, pero que quedan y que producen muchas satisfacciones.

-¿Cuál fue su planteo como disertante?
-Me propuse una misión cuando fui invitado, porque creo que es parte de la honestidad que nosotros debemos usar siempre. Si a usted la invitan a conversar acerca del comercio exterior no sería de buen gusto que después llegara y empezara a conversarle de dulces nativos. Yo me propuse plantear aquí resultados de una larga experiencia en cuanto a que debemos considerar y respetar el hecho de que existe un gran eje central que es la cultura folklórica o el folklore vida, que es un tecnicismo que yo he utilizado en forma didáctica. Eso significa que, como ocurre con la cultura en general, nosotros estamos sumergidos en un pozo cultural al cual contribuimos a modificar, a extinguir, muchas veces a deteriorar, pero no podemos librarnos de ser habitantes de la cultura a través de la sociedad, que nos permite como se dice también técnicamente, una socialización de la cultura, una propagación, una modificación, allí muchas veces entra a tallar la palabra tradición, que por lo general se utiliza en un concepto muy erróneo. Tradición es prácticamente sinónimo de cultura, el hombre de algún modo siempre está haciendo las cosas de una manera tradicional, hasta los más grandes revolucionarios y por eso yo he dicho también que no hay nada más tradicional que los cambios.
De ese eje y en la cultura en general, podríamos hablar de un sub eje que es la instancia o la versión de la cultura folklórica, es la cultura más cohesionante, más identificadora, de mayor reciprocidad comunitaria.

-De ese eje principal al que hace referencia, se desprenden a su entender, dos vertientes ¿cuáles son?
-Una parte, lo que podríamos llamar el estudio de esa cultura, que algunas veces, raramente, adquiere verdaderamente el carácter de ciencia. Cumple con el rigor de los postulados científicos, de la lógica razonalizada, de los métodos rigurosos, de los sistemas precisos. Y que naturalmente requiere, y esto sin ofender a nadie, de todo un proceso de formación académica, de estudios en algunos centros que son de excelencia y que han ganado un buen prestigio en cuanto a lo que significa la denominada ciencia del folklore, para lo cual tenemos bibliografías nacionales e internacionales que nos permiten críticamente ir observando que ha ocurrido a lo largo de muchos años.
La otra vertiente es la que sobre todo en los países latinoamericanos, llamamos la vertiente de la proyección y de la aplicación o también a veces de la simple difusión o como a mi me gusta decirlo de la mostración de la cultura. Eso implica una recreación, una reelaboración.

-¿De qué manera se aplican los recursos?
El caso de la aplicación, pensemos por ejemplo en un profesor de educación musical que tiene que enseñar un patrón rítmico a los chicos de la escuela y recurre a una fiesta que hay en esa localidad, que le permite tener un acercamiento más fácil, más rápido y donde van a distinguir una negra de una corchea a través de ese patrón básico. Estamos aplicando la cultura folklórica en este caso de carácter musical a la educación, como lo puedo hacer en el campo de las artesanías, en el campo de las redes sociales, en otros muchos que se dan y que requieren una buena formación de los aplicadores.
Los proyectores en cambio pretenden focalizar un trabajo distinto, tan meritorio como el anterior y que es el dar a conocer a un público espectador, en qué consisten ciertas danzas, ciertos cantos, ciertos toques instrumentales. En América Latina, principalmente cuando hablamos de proyección, hablamos de música y de danzas, lo que no es así en países de Oriente y en países de Europa. En Bulgaria, en Rumania o en Croacia o en Ucrania, habrá festivales donde habrá narrativa, donde habrá leyenda y no solamente música y baile, si bien la música y el baile es lo que más atrae a un grueso público.
En la proyección y en la aplicación del folklore, también de algún modo, honestamente, se busca el aplauso, se busca la aprobación del público.

-¿La proyección en general atrae a las masas?
-Sí, porque se presenta como un espectáculo. Si lo que hacemos es un acto en una escuela, tal lo refería, no estoy buscando el aplauso del público, ni siquiera de mis alumnos, estoy buscando un aplauso interior, íntimo, mío, la satisfacción, como decía Gabriela Mistral, de que por lo menos uno de mis alumnos haya quedado atravesado por el dardo de la inquietud de la enseñanza.
-¿Cómo se conjugan esas dos vertientes?
-La vertiente del estudio, de la ciencia del folklore y la vertiente de la aplicación y de la proyección, de algún modo se abrazan, se confunden en un movimiento de aproximación y de separación en torno a ese eje del folklore vida. Allí hay una lección de modestia, de reciprocidad. El estudioso de la ciencia del folklore puede aprender mucho de la gente que hace aplicaciones, compararla con lo que ocurre en el terreno mismo de la cultura folklórica, puede comparar lo que pasa con los proyectores, con los espectáculos y con lo que sucede también en la vida real de la cultura folklórica. El proyector y el aplicador pueden aprender mucho de lo que ha planteado el estudioso en términos de concepto, de método, de conocimiento. Ambos con moderación, sin mantener un desdén, una indiferencia, una reticencia que a veces ha sido muy nefasta.

-¿El reconocimiento de dichos valores, por cuál de las vías avanza?
-El problema consiste en que reconozcamos que hay una cultura, una cultura que nos pertenece a todos y que en esa cultura hay también instancias o versiones que podríamos llamar cultura folklórica y que allí podemos, en beneficio de la sociedad, de todos los miembros de la sociedad, sin utilizar el folklore como una bandera de lucha, ni religiosa, ni comercial, ni mercantilista, pero sí en beneficio de toda la sociedad del mundo, podemos contribuir a que el folklore realmente sirva para que haya una mejor forma de entendimiento y de aproximación de los seres humanos.
La mejor manera de juntarse es sin mayores aspavientos, sin mayores asuntos publicitarios ni estridentes, sino que se junten en el silencio respetuoso del reconocimiento de lo que han hecho los unos y los otros. A veces tal vez con algunas reuniones que sirven para cambiar ideas y que refuercen la ventaja de establecer ese acuerdo.

MONI MUNILLA
[email protected]

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