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Pese a los esfuerzos, la política correntina no logra cortar las ataduras con el pasado

Por El Litoral

Domingo, 09 de septiembre de 2012 a las 01:00
La política evolucionó. Se trata ahora de una nueva forma de hacer política que, en nuestro caso, no es de agravios ni de agresiones por reclamos que suponemos justos. En cuanto a los políticos, no soy quién para juzgarlos. No tengo autoridad para juzgar a nadie. A veces reclamo ese mismo trato” Pedro Braillard Vicegobernador, presidente de la Cámara de Senadores, titular del Partido Popular
La política evolucionó para bien, pero hay cosas que todavía hay que cambiar y sumar a la gente, sumar contralor y participación. Los políticos cambiaron porque la sociedad es la que cambió en el último tiempo” Pedro Cassani Presidente de la Cámara de Diputados, referente del Partido Liberal
El nivel de los poderes del Estado ha decrecido en Corrientes, pero también en el país, porque bajó el nivel de la dirigencia y porque los partidos entraron en una crisis profunda. Cayó el nivel intelectual de la dirigencia, cometemos errores y por eso la gente se cansa también de la política y de los políticos” José A. Romero Feris Ex gobernador de Corrientes, ex legislador, presidente del Partido Autonomista
La política evolucionó porque ahora hay previsibilidad, división de poderes, seguridad jurídica. Porque no se habla de corrupción o de intervención a cada rato, más allá de que alguno pueda mencionarlo locamente. Y los políticos no somos los mismos. Yo creo que aprendimos de nuestros errores” Sergio Flinta Senador provincial, titular de la Unión Cívica Radical de Corrientes
Hubo una evolución que se tradujo en nuevos gobiernos, pero el cambio no tuvo su correlato en los sectores sociales. De todos modos se ganó en pluralidad y hay más debate de contenidos. Hoy sigue siendo difícil, pero hay más voces y más posibilidades” Sonia López Diputada provincial, referente del Partido Comunista de Corrientes
Evolucionamos, pero las crisis como las de estos días nos ponen a prueba. Pero no me imagino reviviendo un ‘99. Avanzamos, aunque no todo lo que deberíamos. En cuanto a los políticos, no sé si somos mejores, porque se perdieron algunos códigos y el sustento. Se ve en los debates parlamentarios” Raúl Omar Yung Diputado provincial, referente del Partido Nuevo de Corrientes
Se registraron cambios en cuatro aspectos. Se mejoró en lo institucional (la reforma de la Constitución), en lo económico, en lo social y en el ámbito político hubo un cambio generacional. De todos modos, que hayan cambiado los actores no significa que no puedan tener vicios de sus antecesores” Francisco I. Osella Intendente de Goya por la Unión Cívica Radical
Después de la plaza del aguante, hubo algunos cambios, pero no los suficientes. Y a nivel general, los mismos personajes que la plaza repudió, luego fueron reelegidos. La renovación se perdió con la reelección. Lograrla provocó que se revivieran prácticas que se suponían ya habían quedado en el pasado” Eduardo L. Galantini Intendente de Monte Caseros por el Partido Justicialista
La última intervención, en los hechos, operaba como un gobierno de facto. Después de ese pozo se inicia muy lentamente una recuperación de estándares institucionales mínimos bastante claros que, sin embargo, no significa que se hayan resuelto las violentas desigualdades del país y la provincia” Gabriel A. Romero Concejal de Corrientes por el Movimiento Libres del Sur, ex titular de Aoem
Desde el ‘99 la política fue evolucionando. Se fue moviendo por cuestiones sociales y por diferentes hechos que fueron aconteciendo. Ahora hay nuevos actores políticos, conductores, trabajadores de la política que están cambiando las estructuras partidarias. Veo que hay un rol más activo” Mirian Coronel Concejal, presidente del Concejo Deliberante de Capital por el Partido Justicialista
La política correntina aprendió algo en estos 13 años que la separan de su peor crisis institucional desde la vuelta de la democracia? ¿Los dirigentes acompañaron el proceso de cambio o sólo aggiornaron sus modos?
Sin fechas que obliguen el recuerdo del ‘99 correntino, ni siquiera el 2001 nacional, este diario salió a recoger pareceres de gente que tiene responsabilidades institucionales y sociales, públicas y privadas, para tratar de determinar la riqueza del sustrato que utilizan algunos personajes de la política para sembrar pánico, en clave de intervenciones federales, o simplemente de presiones que reactivan el temor como catalizador del control social.
Una observación superficial deja ver que los modos, al menos, vuelven a repetirse. No sólo el alardeo de un manejo cuasi mafioso de la corporación (cualquiera sea) sino también las presiones y supuestos espionajes, al mejor estilo Gestapo, de lo que Corrientes supo y mucho en todo este tiempo, sin que los resultados de semejante descalabro sean los deseados.
Einstein alumbra en este punto: “Si siempre hacés lo mismo, no esperes resultados diferentes”.
En este contexto, teniendo como telón de fondo lo ocurrido el miércoles en la Cámara de Diputados, como reacción de los procederes en los incurrieron los miembros del Jurado de Enjuiciamiento (que tiene la función de enjuiciar a los jueces, nada menos), El Litoral salió a preguntar, sin pretensiones de encuesta, si las bases que se han plantado en la última década están sólidas o empezaron a crujir como producto de algún deterioro.
Mayoritariamente, podría decirse que quienes respondieron las preguntas, coincidieron en que hubo una evolución política e institucional, aunque al mismo tiempo reconocieron que todavía hay cosas por resolver.
Muchos no contestaron, entre ellos, el gobernador Ricardo Colombi y el intendente capitalino, Carlos Espínola, pero no por falta de espacios en la agenda, como éstos, sino por temor. La sola mención de la palabra política en la consulta, genera sospechas, aún de dirigentes, funcionarios, empresarios e incluso académicos. ¿Qué puede pensar de esto, entonces, el correntino de a pie?

No obstante, además de reconocer que la política todavía no pudo expulsar del sistema a quienes sólo se dedican a socavarlo, los consultados enumeran una serie de acciones en el debe de la institucionalidad provincial.
El nepotismo dinástico subyace como autocrítica. La prebenda pública aparece también como herida abierta. Además, tal vez influidos por los acontecimientos de estos días, muchos entrevistados pusieron el acento en la corporación de los abogados, como entidad inconmensurable y generadora de poderes absolutos en ciertos intergrantes de su grupo, que conforman, no es casual, el Estado mismo: algunos como políticos, otros como jueces, otros como académicos y el resto, desde sus lugares, como sustento y justificación, además de reproductores del sistema.
La falta de dirigentes con volúmen político y contenido técnico, el desinteres por lo público y la falta de controles en general, aparecen luego para concluir, según opinan los consultados, en que lo más dañino de la evolución es que no puede desprenderse del todo de las peores prácticas politicas que llevaron a la provincia a conocer el abismo en reiteradas ocasiones.
Como contrapartida, no obstante, se reconoce que más allá de la necesidad de darle a uno de los Colombi la reelección, la reforma constitucional del 2007 constituyó un avance. Fue importante el capítulo judicial y también el de los municipios, el de los nuevos derechos y los apartados conservacionistas. Falta, en todo caso, actuar conforme manda este texto o al menos no degradarlo con violaciones sistemáticas.
Poner el Estado al servicio de la gente y fortalecer las bases para que los nuevos actores, emergentes sociales que hay y muchos, puedan garantizarse la representación de sus intereses, aparece en forma de reclamo. He allí otro punto clave.


Los partidos políticos
Sucede que los partidos políticos han sufrido una profunda transformación en todo este tiempo, motivada incluso por la crisis que expulsó dirigentes en 2001. En Corrientes, la hegemonía de los partidos provinciales se deshizo al punto de una inhumación. Fue reconstruyéndose en los últimos años, pero sólo hasta lograr (al menos hasta ahora) espacios de consorte de la UCR y el PJ, los gigantes nacionales que leyeron el momento histórico tras la caída del nuevismo y se reagruparon para romper el letargo, salir a la luz y tratar de quedarse.
En este concierto actual, aun con sus esfuerzos, es difícil advertir en los partidos un espacio de formación que engendre y haga parir, en cantidades suficientes, dirigentes de peso, con sustento político, contenido técnico y solvencia moral para encarar los desafíos que van más allá, hoy, de una administración prolija y andariega, o de otra que cimenta su futuro con fondos de otras cuentas.
Por último, vale dejar en claro que cada uno de los dirigentes consultados para esta nota, dijeron estar a la altura para evitar, al menos, que un cruce interpoder derrape en la décima octava intervención federal de Corrientes.
En este aspecto, algunos  llegaron a manifestar su enojo, puesto que el aguzamiento del fantasma intervencionista no es más que el modus operandi de un sector minúsculo de la política local que no tiene su correlato electoral ni mucho menos político.
Así las cosas, podría concluirse que hay consenso en cuanto a que la calidad institucional provincial ha evolucionado, aunque al mismo tiempo tiene una larga lista de pendientes. Y uno de esos asuntos, claramente, es la necesidad de despojarse de los jirones del pasado que concentran lo peor de las prácticas del apriete, las amenazas y la censura.


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