2. Si el niño muerde mientras toma el pecho, hay que apoyarlo aún más contra el pecho: ¡es imposible morder con la boca llena! Pero el niño está feliz y no muerde.
3. En seguida que nazca el bebé, que se lo pongan entre los pechos a la mamá y lo dejen con ella. Ese bebé olisquea, busca, se acerca al pecho y, antes de una hora, ¡ya está mamando! Es un instinto derivado de millones de años de selección natural… Y hemos comprobado que cuantas más horas tardemos en ofrecerle pecho al bebé…, peor: más reflejos habrá perdido, más lento y abotargado estará y más le costará empezar a mamar.
4. ¿La cantidad de veces? Las que demande el bebé. Es lo ideal: los pechos adecuan su producción de leche a esa demanda. Y la sirven a la temperatura ideal.