La controversia no se hizo esperar, y muchos acusan a Sonnet Ehlers de odiar a los hombres. “No odio a los hombres…. pero por qué deben ser siempre las mujeres las degradadas en una violación.”, se defiende ella.
El miedo de muchos, más allá de si este invento fue o no diseñado desde el odio, es que Rapex podría incrementar la violencia contra las mujeres durante una violación. Hasta el Centro de Crisis de Violaciones de Ciudad del Cabo se opone a Rapex, argumentando que la solución es social, y no se puede palear con este accesorio.
A pesar de las críticas, Ehlers cree en su invento y asegura que el dolor intenso que este causa al violador podría dar a la víctima importantes segundos para escapar.