CLARISA ZACARIAS
De la Redacción
El carnaval de Corrientes está poblado de historias de personas que participan hace décadas de la fiesta y a las que no se les pasa por la mente la idea de abandonar esa pasión que a veces cuesta ser comprendida por los ajenos al ambiente.
Aquellos que llevan una vida dedicada a los caprichos de Momo, no suelen hacerlo solos, ya que por lo general, se trata de una pasión que se aprende en el seno familiar.
Una simple pregunta comienza a desovillar la historia de algunos protagonistas del carnaval: “¿Hace cuanto tiempo bailás en tu agrupación?”.
El Litoral conversó con algunos de aquellos cuyas vidas están tan ligadas al carnaval, que les resulta difícil verse alejados de plumas y bordados.
Te sigo a todas partes
Araceli Acosta tiene casi 22 años, y desde los once meses de vida es comparsera de Samba Total.
La familia de Araceli está compuesta por cuatro integrantes: su papá Gaspar Acosta, quien desde hace años está al frente de Samba Total, su mamá Elvira y su hermano Lucas. Todos están involucrados en el carnaval y con la agrupación.
“Mi hermano Lucas tenía cuatro meses cuando desfiló por primera vez en un bebesil”, cuenta Araceli.
Pero no termina allí. “También están en Samba primos, tíos y sobrinos. Somos un montón. Cuando llega el final del corso nos sacamos una foto todos juntos y es como una de esas que se sacan en los viajes de egresados, panorámica. Somos como 35”, intenta redondear la solista, quien este año interpreta a la Primavera en las Cuatro Estaciones que plasma Samba sobre la avenida.
“Literalmente, en mi casa todo el año es carnaval. Termina este, y ya se empieza a trabajar en el siguiente. Papá se enloquece y los tres primeros meses nos pasamos mirando videos, para ver cuáles fueron los errores y qué hay que mejorar”, comenta.
“Los siguientes meses ya empezamos a trabajar con Horacio (Gómez) por los diseños. Y el resto del tiempo, estamos permanentemente con las actuaciones. Es algo rutinario el carnaval para nosotros”, asegura Araceli.
Sobre su participación en Samba Total, Araceli cuenta que “aparte de solista era pasista de grupo, hasta el año 2009, y después empecé a ser solista. Ya estuve en casi todas las ubicaciones, excepto como bastonera y como portabandera”.
Ante la pregunta de si le gustaría ser bastonera, Araceli se pone seria y responde: “En algún momento creo que sí, pero cuando me reciba. Creo que es un lugar que hay que ganarse, porque hay que saber de baile y estar en forma. Cuando me reciba me voy a dedicar a prepararme pura y exclusivamente para ser bastonera”.
Para Araceli, la atracción que le genera el carnaval y Samba Total es tan fuerte, que a pesar de intentarlo, no puede mantenerse al margen. “Intenté dejarlo este año, para tratar de recibirme, y cuando me dijeron que ya estaba mi diseño, supe que tenía que entrar sí o sí”, confiesa finalmente entre risas.
Escuela de carnaval
Romina Montiel es una de las figuras de Sambanda, en donde baila desde hace 11 años, exactamente la misma cantidad de tiempo de vida que tiene la agrupación, que se formó un 14 de febrero de 2004. Su primer carnaval fue en 2005, compitiendo en ascenso, como se hacía hace unos 10 años en la época de Pepe Affur.
Su familia, compuesta por cinco integrantes, fue la iniciadora de la agrupación.
“Nosotros venimos de ingresar en otras agrupaciones musicales. Primero estuvimos en Samba Total, después en Samba Show. Y esto nace de una necesidad de mi familia de buscarle la vuelta y mostrar lo que nosotros realmente queríamos y no podíamos. Entonces una noche loca nació Sambanda, en el comedor de mi casa. Decidimos armar una agrupación, a pesar de todas las dificultades que implicaba. Y bueno, seguimos acá, creciendo”, comparte Romina con entusiasmo, al recordar la historia de los comienzos.
“Nuestro primer año, en 2005, competimos contra Samba Show que también estaba en ascenso y ganamos y pasamos a la primera categoría”, recuerda.
En su familia, todos trabajan por la agrupación, y cada uno tiene una ocupación específica. “Mamá y papá se encargan de la logística, yo me encargo de la realización de los trajes, mi hermana también colabora con eso, y con la parte operativa de los carros”, detalla Romina, quien este año representa al Garzal.
Sambanda busca hacer escuela con sus integrantes, y las chicas y chicos aprenden con Romina y su mamá a hacer los trajes, para abaratar costos y adquirir experiencia para solucionar problemas.
“Nos juntamos en el galpón de la escuela después de los ensayos, y ahí vestimos nuestros espaldares, los emplumamos, armamos nuestros tocados, etc. Muchas veces amanecemos haciendo esas cosas, sobre todo la semana previa al inicio del corso”, relata Romina.
“Lleva un costo mayor mandar a hacer los trajes y cuando se te rompe algo, después no sabés cómo arreglarlo. Entonces, si nosotros los armamos, después sabemos cómo solucionar los problemas”, asegura.
Para Romina y su familia “todo el año es carnaval”, ya que aun sin terminar el actual, ya están pensando en el tema y los diseños del próximo año.
“Para nosotros, cuando un corso termina, ya es el año pasado”, finaliza sonriente.
Cualquier puesto sirve
Mariano Rodríguez (44), actual portaestandarte de Kamandukahia, hace 19 años que participa de la agrupación. “Creo que soy uno de los únicos que quedan de aquellos años en los que a Walter Rivarola se le ocurrió la locura de formar una agrupación y desde ese entonces sigo participando”, cuenta orgulloso.
Pensando en los comienzos, Mariano recuerda como inició la historia de la Comparsa del Pueblo.
“Walter Rivarola fue el director de Samba Total cuando por primera vez le ganó a Samba Show. Después de ese año fue que Walter decide armar esto, que en ese entonces era una locura, éramos todos jovencitos”, recuerda.
“Hoy estamos acá, y todavía no ganamos ningún título, pero estamos muy felices y muy cómodos”, asegura.
A lo largo de su historia junto a la agrupación, Mariano ocupó casi todos los puestos posibles. “El primer año entré en la escuela de samba, tocando el rocal, después las cajitas. Un año fui animador -temblaba Ranaletti-. Después a Walter se le ocurrió ponerme de Portaestandarte, dos años atrás. Cuando le agarré la mano al estandarte, me dio una rueda, que es lo que presentamos este año”, cuenta Mariano entre risas. Y agrega que “está muy bueno porque lo puedo compartir con la gente mientras paso, y me divierto mucho”.
Desde hace tres años también entra su hijo de 11, y él espera que próximamente también se anime su hija de 6.
“Todo el año estamos con el carnaval, por las actuaciones y los viajes que salen. En los eventos en que tiene que estar Kamandukahia estamos siempre, porque esto es una familia”, finaliza emocionado Mariano, quien es el encargado de llevar adelante a la agrupación en la avenida.