(Homenaje en un nuevo aniversario de su nacimiento 24/8/1899)
Por Nelson R. Pessoa
El Aleph” es uno de los cuentos más famosos de Borges y ha sido materia de una gran cantidad de estudios por parte de expertos nacionales y extranjeros. Confieso que mi visión del mismo está influida especialmente por los trabajos de los Profesores Gabriela Massuh, “Borges: una estética del silencio” y Jaime Rest, “El laberinto del universo. Borges y el pensamiento nominalista”; ellos me ayudaron a una mejor comprensión de este relato y a disfrutar su estética literaria; también admito otras influencias, algunas de la cuales habré de citar.
En esta breve nota pretendo brindar al lector de “El Aleph” algunos elementos, que son producto de mis lecturas de análisis de voces autorizadas y de reflexiones personales.
1) El relato se desarrolla en Buenos Aires, entre los años 20 y 40 del siglo pasado. 2) Los protagonistas son dos: uno de ellos es “Borges”; esta es una técnica usada con frecuencia por el Maestro; la del “narrador-protagonista” como dice Goloboff. Esto determina que el relato esté hecho en primera persona: este es un dato importante y muy interesante en función de la trama del cuento, como se verá luego. El segundo personaje -el orden de presentación no significa orden de importancia- es el poeta Carlos Argentino Daneri; entre ambos se habrá de apreciar una relación de conflicto, de fuerte controversia. En la narración aparece un tercer “personaje” que es Beatriz Viterbo; sucede que ha muerto hace algunos años; “Borges” estuvo enamorado de ella y con motivo del aniversario del fallecimiento visita su casa en la que viven su padre y su primo hermano Daneri. 3) La relación conflictiva entre “Borges” y Daneri reside en última instancia en una controversia sobre el lenguaje; en sus visiones opuestas sobre el tema. 4) En este cuento -como en otros- Borges expone su visión sobre el lenguaje, tema que ha sido materia de reflexión del Maestro desde muy joven; 5) Borges pensaba que el lenguaje en cuanto herramienta humana de comunicación es limitada. Más allá de su búsqueda permanente de enriquecer esta herramienta, así, sus reflexiones sobre cuestiones de gramáticas, de significantes y significados, de mecanismos lingüísticos como la metáfora (tema que estudió en profundidad desde su años de “ultraísta”), el oximoron, hipérbole, etc, y más allá de su indiscutible manejo (bellísimo) de nuestra lengua, él pensaba que todo idioma es un instrumento limitado para expresar el mundo y pensamiento humano; 6) Daneri es un poeta que usa un lenguaje ampuloso, grandilocuente -lo más opuesto a Borges- convencido que puede expresar el mundo fielmente. Es extraordinaria la presentación que se hace en el cuento de Daneri, cuando le explica a “Borges” lo que dice su poema, lo que es una prueba de la limitación de su lenguaje: 7) ¿Qué es el “Aleph”? Este es un momento central del cuento. En primer lugar hay que decir que es un elemento “fantástico”, mecanismo al que Borges recurre en muchos relatos; ello hace que el cuento ingrese al campo de la literatura “fantástica”; (sobre el concepto de lo “fantástico”, y especialmente en la obra de Borges es de gran valor el libro Mario Goloboff, “Leer a Borges”, especialmente el Capítulo “Entre la Lámpara y el Libro”). 8) El Aleph es una pequeña esfera luminosa de dos o tres centímetros que se encuentra en un sótano de la casa de Daneri y que permite ver al mismo tiempo todos los puntos del universo y todos los momentos. Este recurso permite que el personaje “Borges” vea al mismo tiempo puntos diversos del universo y correspondientes a tiempos distintos. Algunos expertos han visto en el Aleph el símbolo del universo. 9) Entonces llega el momento de la narración de semejante experiencia. Ahora hay que describir la realidad y ese es el problema del personaje “Borges” que -como enseña G. Massuh el estar frente al “Aleph“- léase la realidad - constituye “esencialmente, su desesperación de escritor”, por eso el personaje “Borges” dice “Arribo, ahora al inefable centro de mi relato; aquí empieza mi desesperación de escritor”. En otras palabras, Borges trata aquí el viejo tema del lenguaje en cuanto herramienta para comunicar nuestra aprehensión de la realidad y nuestra propias vivencias, pensamientos, sensaciones, etc. Ahora el personaje “Borges” trasmite el pensamiento del escritor Jorge L. Borges.
El Profesor Rest (en su libro citado, pág. 141) dice que “el protagonista del Aleph, no es el narrador, nos es… Daneri, el protagonista es el lenguaje”. Es entonces cuando “Borges” dice -con admirable precisión y estética- que el lenguaje es “un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten” y, como señala la Profesora Massuh, esos símbolos son obra del hombre pero el “Aleph” (la realidad, el universo) no es obra humana y no se deja aprehender por esa creación humana. En otro momento “Borges” dice “Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré es sucesivo, porque el lenguaje lo es”, y que “el problema central es irresoluble: la enumeración, siquiera parcial, de un conjunto infinito” (sobre este tema, la descripción sucesiva y parcial del mundo, Jorge O.Pickenhayn, “Borges: Algebra y fuego, pág.112). Estas son ideas centrales del escritor-pensador Jorge Luis Borges. Esto explica la permanente reflexión durante toda su vida del lúcido pensador Borges en torno al lenguaje, sus límites, su capacidad de significación, y la búsqueda permanente del escritor Borges de formas lingüísticas para enriquecer esa vieja herramienta humana. Hay momentos de “El Aleph” que son una síntesis de belleza (por el uso de figuras o imágenes a la que recurre el autor) y rigor de pensamiento (por la profundidad del tema de análisis), conjunción que muy pocos pueden alcanzar.
Mis últimas lecturas del cuento me traen a la memoria algunas figuras geniales de Don Quijote. El escritor Borges piensa que ciertas “imágenes” pueden significar mejor que la palabra; a modo de ejemplo, el universo es una gran “esfera infinita” en el espacio y el tiempo (¿cómo expresamos esta idea?), y a la vez, como el hombre no entiende su sentido es un “laberinto”, que tal vez ¿se expresa? con la palabra “caos”. Esta idea está expuesta en “El Aleph” cuando nos cuenta de los “emblemas” “para significar la divinidad”. Es entonces cuando el personaje y narrador “Borges” le pide a los dioses describir “El Aleph”, al menos a través de figuras -por ejemplo- de símbolos y piensa que ello no le será negado, pero luego piensa que tal tipo de símbolo “quedaría contaminado de literatura”. Cabe concluir que el “Aleph” es una genial figura literaria por vía de un elemento fantástico.
Pienso que “El Aleph” es una gran metáfora sobre los límites del lenguaje. Y también pienso que constituye una gran paradoja, pues es casi increíble pensar que ese escritor llamado Jorge L. Borges, que fue un Maestro de nuestra lengua, se quejase de los límites de su herramienta con la que construyó tanta belleza literaria; en fin, es como si Renoir o Cezanne se quejen que hay pocos colores en la realidad o que Bach se lamente que existen pocos sonidos.