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Okupas, del barro y las casillas precarias al anhelo de construir una vivienda propia

Por El Litoral

Martes, 19 de abril de 2016 a las 01:00
LLUVIAS. Familias resistieron las tormentas de la semana pasada.
CASILLAS. Algunos okupas reforzaron sus refugios y desean construir.

Pasaron poco más de dos semanas desde que unas 80 familias se instalaron en el predio ubicado por calle Sánchez de Bustamante al 2800, en el barrio Nuevo. A partir de aquel momento se encuentran asentados y viviendo en precarios refugios levantados con todo tipo de materiales.
Desde el primer día de toma podían verse casillas improvisadas hechas con palos, lonas o plásticos. Pocas contaban con chapas de cartón.
Hoy, a más de 15 días de aquello, siguen siendo precarias pero varias fueron arregladas y modificadas. Algunos refugios construidos por los okupas cuentan con chapas de zinc actuando como paredes y techo o pallets que son utilizados también para reforzar la estructura.
Empezaron a trabajar en el fortalecimiento de las casillas por un lado, con la clara intención de las familias de quedarse en el lugar. Por otra parte, representa una medida tomada luego de haber pasado allí, muchos de ellos, las lluvias y tormentas de la semana pasada refugiándose del agua y los rayos. “Los truenos eran fuertísimos y nos protegimos como pudimos”, había comentado a El Litoral una mujer que vive en la parte trasera del predio.

Un predio, dos áreas
El terreno tiene dos zonas bien diferenciadas. La parte delantera, que da al asfalto de la calle Sánchez de Bustamante es alto y con un suelo relativamente firme y uniforme. El Litoral visitó el asentamiento el día después de las precipitaciones. A pesar de cierta cantidad de barro, la tierra empezaba a secarse rápidamente y no causaba mayores inconvenientes. Lo peor ya había pasado. 
En tanto, la situación de la parte trasera del terreno es bastante distinta en este sentido. Las casillas que se encuentran en esta zona específica sufren las lluvias de una manera importante. Esta parcela tiene un nivel mucho más bajo que la de adelante y que la calle que rodea el predio. 
Tras la tormenta en ese sector bajo se acumuló gran cantidad de barro y agua y era casi imposible poder caminar normalmente. Para graficar esta realidad, una de las personas que habita el lugar dijo a este diario que “había tanta agua que se metía por la parte de arriba de las botas de goma”, relató.

Sobreviviendo
Muchas de las personas que se encuentran hoy en el predio habitaban en el mismo barrio, la mayoría en manzanas circundantes. Según explicaron varios okupas, se trata de familias que vivían en una vivienda de la zona compartiéndola con muchas más personas. 
Algunos de los casos más repetidos son jóvenes que vivían con sus padres, tuvieron hijos al igual que sus hermanos, y así la casa se superpobló comenzando a generar complicaciones.
Por ello, en la mayoría de las casillas del terreno tomado pueden verse niños y niñas, aunque en momentos de mal tiempo o por la noche a veces deciden refugiarlos en la casa de algún familiar o vecino que viva cerca. Las casas cercanas de los parientes conocidos sirven para pedir ayuda ante cualquier tipo de necesidad que pueda surgir. 
Igualmente, con el correr de los días ya pueden advertirse en el predio mayor cantidad de elementos. Sillas, colchones, utensilios de cocina y hasta alguna improvisada parrilla en la que cocinan torta parrilla para acompañar los mates con otras familias asentadas en el lugar.
Una característica que marca la mecánica de los que se encuentran en el predio y que se observa constantemente es el continuo movimiento de hombres y mujeres realizando arreglos. Así, se puede ver a una joven cortando el pasto o rellenando un pozo en el suelo, a otro reforzando los postes perimetrales o ajustando los alambres que separan su parcela con la de al lado.

De ladrillos 
El próximo objetivo y mayor anhelo que tienen es poder comenzar a construir sus viviendas con materiales más sólidos, aunque este plan genera cierto temor de quedar inconcluso. 
Si bien es cierto que el dueño de los terrenos no hizo todavía ningún reclamo formal, los okupas no quieren dar un paso en falso e invertir en ladrillos y cemento sin tener la certeza de que puedan quedarse definitivamente ahí. 
Por el momento, y hasta tener más seguridad sobre su permanencia en el terreno, algunos avanzan con casillas de madera. Otros se animan a anticipar que pedirán un préstamo para comprar materiales y levantar su casa. 
 Pasadas dos semanas de la toma, los okupas muestran cierta serenidad porque hasta ahora nadie amenazó con desalojarlos. 
Pero, existe también un grado de preocupación por lo que puede pasar en los próximos días.

La cifra

80 

Son las familias que usurparon el predio en el barrio Nuevo. Nadie se fue y tampoco se sumaron otros desde el día de la toma.

 

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