En 1983, un periodista del diario La Nación pidió al escritor Jorge Luis Borges su opinión sobre la guerra de Malvinas. “Absurda”, definió Borges. “Estoy triste, muy triste. Mandaron a esos pobres muchachos de 20 años a morir al sur. Tener 20 años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el crucero General Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento. No, no les va a convenir...”.
Así de frontal era el escritor argentino, quien en otra ocasión dijo, refiriéndose a los peronistas, que “no son ni buenos ni malos, son incorregibles”. Esto tiene su razón de ser. El también escritor Marcos Aguinis sostiene: “Creo que los argentinos merecemos que semejante afirmación se extienda a todos nosotros, porque excede a los peronistas”.
Borges, quizás justificando sus dichos, dijo que “sé que a veces he hablado a deshora o con exceso, pero siempre he sido fiel a mis convicciones; siempre he dicho lo que pienso”.
También sostuvo que “el mayor defecto del olvido es que a veces incluye la memoria”, que “el vicio más incorregible de los argentinos es el nacionalismo, la manía de los primates”.
Esta extensa introducción sirve para referirnos al tema de la guerra de las Malvinas, de la que hoy se cumplen 34 años.
Aquella jornada expectante y el mensaje -días después, dirigiéndose a los ingleses- del general Galtieri afirmando que “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”, potenciaron el espíritu nacionalista y exitista de los argentinos. Prueba de ello es la gran cantidad de gente que concurrió a la Plaza de Mayo y acudió solidariamente en ayuda a los soldados que fueron enviados al frente de batalla.
Claro que estas expresiones de apoyo, como siempre ocurre -aquí vale resaltar la expresión “argentinos incorregibles”- se diluyó casi automáticamente cuando la asonada militar no lograba el objetivo propuesto.
Lo cierto es que el fallecido dictador Leopoldo Galtieri quedará en la historia argentina como el militar que envió a miles de jóvenes a la guerra de las Malvinas sin preparación, armas, ni comida.
Galtieri asumió la presidencia de facto en este país sudamericano en diciembre de 1981 y, pocos meses más tarde, decidió emprender una aventura militar para renovar el apoyo a la dictadura que gobernaba desde el golpe de Estado de 1976.
Mientras en Gran Bretaña festejaban la victoria en Malvinas tras 77 días de batalla, Galtieri enfrentaba en la Argentina la humillación de la derrota con acusaciones que se iban incrementando por la falta de condiciones en las que envió a pelear a unos 20 mil soldados argentinos. A diferencia del 2 de abril, después también el pueblo -no todo- expresó su bronca.
Conforme pasaron los meses, la sociedad descubrió con horror que los soldados habían combatido sin armas suficientes, sin comida, sin agua, con castigos y vejaciones de todo tipo por parte de sus superiores.
La guerra dejó, para los argentinos, a 649 soldados muertos, aunque en los años posteriores el número de víctimas indirectas se multiplicó porque -ausencia del Estado de por medio- se suicidaron alrededor de 500 ex combatientes que no pudieron soportar las secuelas del conflicto.
Al igual que ocurre cada vez que juega la selección nacional de fútbol, los argentinos exhiben su nacionalismo, pero si se pierde muestran todo su malestar. Parafraseando a Borges: somos incorregibles.