Por Bernardo Stamateas
Colaboración Especial
Todo el mundo aspira a ser exitoso. Pero no muchos saben realmente lo que esto significa. ¿Sabías que la gente exitosa descansa poco? La razón es que van detrás de su pasión. Cuando uno persigue lo que ama, ya no puede dormir como antes porque durante la noche está pensando en lo que va a hacer. Ha dejado de trabajar, lo cual significa que ya no hay horarios.
El exitoso hace lo que le gusta y se conecta con personas y circunstancias que tienen su mismo entusiasmo. La pasión es contagiosa. Cuando uno escucha a un músico, un cantante o un actor exitoso, se da cuenta de que es una persona apasionada por lo que hace. Y alinearse detrás de aquello que se ama despierta una fuerza imposible de detener. Por eso, la mejor herencia que podés dejarles a tus hijos es enseñarles a ser apasionados.
Excelencia
El exitoso siempre está relacionado con la excelencia, jamás con la mediocridad. Los seres humanos fuimos diseñados de tal forma que podamos alcanzar la cima. Y para ello, debemos incluir en nuestra vida la excelencia en todo lo que hacemos. Esta tiene tres cartas de presentación:
1. La limpieza
2. El orden
3. La puntualidad.
• El exitoso siempre está limpio, aseado y presentable. Uno puede ser una excelente persona pero la imagen exterior debe reflejar eso y la primera impresión es muy difícil de modificar.
• El exitoso suele ser ordenado y respeta el orden y las leyes de convivencia que nos rodean.
• El exitoso es puntual, siempre llega a horario. Nada más dañino para la propia imagen como llegar tarde.
Cuando incluimos estas tres características en nuestra vida, nos convertimos en personas confiables que están preparadas para cosas más complejas. La verdad es que nadie le confiará un proyecto importante a alguien sucio, desordenado e impuntual.
Ser y parecer
Existe el mito que muchos tienen incorporado y deberían desechar de que “lo importante es lo de adentro”. No solo hay que ser bueno y eficiente, sino además parecerlo. Cuando logramos ser nuestro propio jefe, es decir, que no necesitamos que nadie nos mande para hacer (somos proactivos), es cuando podemos avanzar en la vida y lograr resultados extraordinarios.
El exitoso se vuelve a poner de pie cuando cae. Y cada vez que le tiran un misil, que es objeto de crítica y juicio, no se quiebra; tal vez se doble (porque es humano) pero se endereza, se sacude y sigue adelante. ¿Qué hacer cuando nos ataquen injustamente? Doblarnos pero seguir creciendo.
El exitoso no hace lo que hace todo el mundo, se destaca y sobresale. La gente siempre nos quiere empujar a hacer lo que hace la mayoría, de eso se trata la cultura: de producir en serie. Pero si queremos tener éxito, debemos decidir salir de la mentalidad de “caja de zapatos”, de copiar al otro, y decirnos: “No sé cómo lo voy a hacer, pero estoy seguro de que encontraré la estrategia correcta”.
El exitoso siembra en buena tierra para luego cosechar. Conoce y practica la ley de la siembra y la cosecha, que dice que todo lo que damos tarde o temprano nos vuelve. Cosechar en la vida es un proceso, no es un suceso. El suceso es el resultado del proceso.
El exitoso llega a su meta pero, una vez que está allí, no se llena de orgullo ni se cree más que los demás jamás. La forma más rápida de ser rechazado por los demás es siendo orgulloso. A nadie le gusta estar cerca de una persona que “se la cree” y trata mal al que tiene al lado.
Ser humilde es tener ganas de aprender. El exitoso es humilde porque es consciente de que no lo sabe todo y que puede seguir aprendiendo hasta el último día de su vida.
Y por último, el exitoso es honesto, no es transparente. Ser transparente consiste en decir todo lo que se piensa. Tal actitud nos puede hacer ganar muchos enemigos. En cambio, ser honesto es decir la verdad, cuando esto sea útil para construir algo mejor a lo que ya hay.
Solo una persona madura puede lograr crecer y avanzar. Solo alguien que ha dejado atrás su carácter infantil puede alcanzar el éxito y mantenerse en ese lugar.
El exitoso conoce y practica la ley de la siembra y la cosecha, que dice que todo lo que damos tarde o temprano nos vuelve.
EL DATO
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