En horas de la mañana del 28 de agosto de 2017 falleció uno de los cardiólogos más importantes que tuvo la Argentina: Jorge Reynaldo “Conejo” Badaracco. Tenía 73 años. A sus cuatro hijos trató de darles siempre el ejemplo de lucha y sacrificio.
A un año de aquel triste día, varios amigos lo recuerdan. Como persona, como médico, como un profesional que desde su lugar puso a Corrientes en el gran mapa nacional e internacional. Un ser humano, sobre todo, que sintió la provincia como propia, en sus alegrías como en sus angustias, que se dedicó a hacer el bien revestido en ese acto supremo de entrega al otro que supone el acto de curar.
A un año de su partida se agiganta su figura, por caso la del gran impulsor del Instituto de Cardiología, en conjunto con el gobernador José Antonio “Pocho” Romero Feris en los albores de la década del 80. De esa relación surgieron otras, duraderas y verdaderas, pero también un trabajo por la superación de la medicina aldeana hasta llegar a ser primero vanguardia regional, luego nacional y, finalmente, convertir al Cardiológico en una referencia internacional. En un modelo de exportación que era, vaya destino mezquino, en lo que trabajaba últimamente.
Resurge hoy, en el recuerdo, su activa gestión en Estados Unidos no sólo en búsqueda de conocimientos sino también de donaciones de equipamiento americano para su querido Instituto.
“Conejo” era hijo de un farmacéutico, y por lo tanto creció relacionándose con un mundo de entrega al otro, pero no a cualquier otro: un mundo de constante asistencia al enfermo, personas vulnerables si las hay, dicen sus amigos.
El fruto, a lo largo de los años, se fue forjando en esa caldera, y aunque cuesta decirlo en estas circunstancias, podemos estar seguros de lo que fue y lo que hizo.
“Conejo”: si es que valen estas palabras, llévate esta certeza. ¡Tu trabajo no ha sido en vano! Y de ahora en adelante, tu legado será objeto de custodia entre nosotros, tus amigos, pero también de la comunidad que tanto te debe y, queremos creer, no tuvo el tiempo para hacértelo saber.
Jorge Reynaldo Badaracco. Conejo. Estamos acá, a un año de tu partida, rescatando, sobre todo para los más jóvenes y para la historia, tu perfil humano de excelencia, y tu perfil profesional de calidad. En 1972 egresó de la Facultad de Medicina de Rosario, hizo una residencia en Cardiología, estuvo en el Hospital de Niños Gutiérrez de Buenos Aires haciendo Cardiología Infantil y luego viajó a San Pablo (Brasil) para completar su residencia en el Instituto del Corazón.
Trabajó un par de años en Goya como cardiólogo. Allí hizo la primera Unidad Coronaria del Nordeste Argentino junto con otro médico. En el año 1979 fue al Hospital Italiano de Buenos Aires y cuando estaba por radicarse en Rosario falleció su padre, en el año 1980 y, estando en Goya fue invitado a Corrientes para conocer el nuevo Hospital Escuela recientemente inaugurado y con muchas áreas aún en desarrollo.
En esa ocasión, le preguntaron qué necesitaba y les dijo que una Unidad Coronaria y una Residencia en el Servicio de Cardiología que ya existía. Se entusiasmó y desde esa base trabajó su gran obra.
El doctor “Conejo” Badaracco fue un pilar del Instituto de Cardiología de Corrientes, una institución a cargo de la Fundación Cardiológica Correntina (Fucacorr), que el pasado 25 de julio cumplió 32 años.
Pero queda para nosotros, sus amigos, para sus familiares, el vacío del ser humano que resignadamente, habrá que llenarlo con su recuerdo.
Hasta siempre doctor. Hasta la vista chamigo.
Carlos Alberto Romero Feris
Yamil Machado
Martin Devoto
Stella M. Macin